viernes, 15 de enero de 2016

Y la Mujer huyó al desierto… (Apoc. XII, 6) (VIII de X)

A esta altura ya debería estar claro el lugar preciso en el cual estará la Mujer, pero pareciera que Dios ha querido acumular testimonio sobre testimonio para que nos cuidemos bien de no alegorizar todos estos pasajes; y como si nada de esto fuera suficiente, parece habernos indicado hasta el nombre mismo del desierto, para lo cual tendremos que volver, como lo habíamos prometido más arriba, a Isaías XVI y repasar la traducción del versículo 1.

Antes que nada debemos notar que caben dos versiones posibles y que la interpretación variará, en lo accidental, según la que se adopte.

La primera dice:

Envía el Cordero dominador de la tierra, desde Petra por medio del desierto al monte de la hija de Sión.

Ya San Jerónimo había reconocido que el hebreo admite otra variante:

Envía el Cordero al dominador de la tierra, desde Petra por medio del desierto al monte de la hija de Sión.

Antes de entrar en el análisis de ambas traducciones notemos lo más importante para nuestro ensayo y es el cambio radical con respecto a la traducción de Lacunza.

Aquí tenemos, después de mucho andar, el lugar preciso donde habitará la Mujer los tres años y medio del reinado del Anticristo.

 
Monte Nebo - Petra



Petra no es un sustantivo común (piedra) sino un nombre propio, al igual que Sión, que es el término a donde se dirige el Cordero.

Como indica el P. Abel, O.P.[1]:

“Petra es la traducción de ha-Séla, “la Roca”[2], en los LXX”.

No es necesario haber visitado sus imponentes construcciones en las rocas para saber, o al menos sospechar, que Petra es “como una fortaleza natural”. Se trata de un lugar propísimo para proteger a la Mujer.

 
Petra




Antes de continuar con las citas bíblicas abramos un pequeño paréntesis para analizar las dos posibles variantes.

Si dominador se trata de un adjetivo, entonces el Cordero va desde Petra a Sión. Esta interpretación tiene a su favor los siguientes argumentos:

a) Primero y principal, la interpretación literal de ambos lugares. Esta exactitud no se da en el segundo caso, como luego veremos.

b) Si el Cordero va con la Mujer desde Petra a Sión, entonces es aquí donde hay que colocar los sucesos descriptos en el Antiguo Testamento cuando nos hablan del florecimiento del Néguev, el famoso desierto situado al sur de Israel.

Petra


Primero veamos algunos textos que narran la vuelta a través del desierto:

Sal. LXVII, 5-9:

Celebrad a Dios, entonad salmos a su Nombre; abrid camino al que viene a través del desierto. “El Señor” es su nombre, gozaos delante de Él. Padre de los huérfanos y defensor de las viudas, Dios está en su santa morada. Dios prepara un hogar a los desamparados, saca a prosperidad a los cautivos, sólo los rebeldes se quedan en el tórrido desierto. Dios cuando Tú saliste a la cabeza de tu pueblo, cuando avanzabas por el desierto, se estremeció la tierra; también los cielos destilaron a la vista de Dios, [el mismo Sinaí tembló delante de Dios] el Dios de Israel.

Cant. III, 6:

¿Qué cosa es ésta que sube del desierto, como columna de humo perfumada de mirra e incienso con todos los aromas del mercader?

Cant. VIII, 5:

¿Quién es ésta que sube del desierto, apoyada sobre su amado?


Y continuando con el florecimiento:

Sal. LXIV, 10-14:

Has visitado la tierra, la has embriagado y colmado de riquezas. El río de Dios rebosa de aguas; Tú preparas sus trigales, aparejando la tierra, regando sus surcos, y allanando sus terrones; las ablandas con lluvias, y fecundas sus gérmenes. Coronas de benignidad el año, y tus huellas destilan grosura. Las praderas del desierto destilan, y los collados se visten de exultación. Llenos están los campos de rebaños, y los valles se cubren de mieses; se alegran y cantan.

Sal. LXXXIII, 6-9:

Felices aquellos cuya fuerza viene de Ti, y tienen su corazón puesto en tu camino santo. Atravesando el valle de lágrimas ellos lo convierten en lugar de manantiales, que la lluvia temprana cubrirá de bendiciones. Y suben con vigor creciente hasta que Dios se hace ver de ellos en Sión. Yahvé de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob.

Sal. CVI, 35-38:

Él mismo ha convertido el desierto en lago y la tierra árida en manantiales, allí coloca a los hambrientos, y fundan una ciudad para habitarla. Siembran los campos y plantan viñas, y obtienen de ellos los frutos. Bendecidos por Él se multiplican en gran manera, y sus ganados no disminuyen nunca.

Is. XXXII, 15-16:

El desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea reputado como selva. Entonces la rectitud morará en el desierto, y la justicia habitará en el campo fértil. La obra de la justicia será la paz, y el fruto de la justicia, la tranquilidad y la seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en mansión de paz, en habitación segura, en morada tranquila.

Is. XXXV, 1-10:

Alégrese el desierto y la tierra árida, regocíjese el yermo y florezca como el narciso[3]. Florezca magníficamente y exulte, salte de gozo y entone himnos. Pues le será dada la gloria del Líbano, la hermosura del Carmelo y de Sarón; se manifestará la gloria de Yahvé, y la magnificencia de nuestro Dios. Fortaleced las manos flojas, y robusteced las rodillas vacilantes; decid a los de corazón tímido: “¡Buen ánimo! no temáis. Mirad a vuestro Dios. Viene la venganza, la retribución de Dios; Él mismo viene, y os salvará.” Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y serán destapados los oídos de los sordos; entonces el cojo saltará cual ciervo, exultará la lengua del mudo. Entonces brotarán aguas en el desierto, y arroyos en la tierra árida. El suelo abrasado se convertirá en estanque, la tierra sedienta en manantiales de agua, y la guarida y morada de los chacales en parque de cañas y juncos. Y habrá allí una senda, una calzada, que se llamará camino santo. Ningún inmundo lo pisará, será solamente para ellos; los que siguen este camino, aun los sencillos, no se extraviarán. No habrá allí león; ninguna bestia feroz pasará por él, ni será allí hallada. (Allí) marcharán los redimidos, y los rescatados de Yahvé volverán; vendrán a Sión cantando; y regocijo eterno coronará sus cabezas. Alegría y gozo será su suerte, y huirán el dolor y el llanto.

Is. XLI, 18-20:

Les abriré ríos en los altos montes, y fuentes en medio de los valles; convertiré el desierto en estanque, y la tierra árida en corrientes de agua. En el despoblado plantaré cedros y acacias, mirtos y olivos; y en el yermo pondré abetos, olmos y bojes juntamente; para que vean y conozcan y atiendan y comprendan todos que la mano de Yahvé ha hecho esto, y el Santo de Israel lo ha creado.

Is. XLIII, 19-21:

Pues ved que voy a hacer una cosa nueva[4], que ya está por aparecer; ¿no lo sabéis? Haré un camino en el desierto, y ríos en el yermo. Las bestias del campo, los chacales y los avestruces, me glorificarán, porque haré brotar aguas en el desierto, y ríos en el yermo, para dar de beber a mi pueblo, a mi escogido, a este pueblo que he formado para Mí, y que narrará mis alabanzas.

Is. LI, 3:

Así Yahvé consolará a Sión, consolará todas sus ruinas y convertirá su desierto en paraíso, y su soledad en jardín de Yahvé, donde habrá gozo y alegría, alabanza y voz de júbilo.

Joel II, 21-23:

No temas, tierra, gózate y alégrate, porque Yahvé ha hecho cosas maravillosas. No temáis, animales del campo; pues reverdecen los pastos del desierto; los árboles dan su fruto, y la higuera y la vid sus riquezas. Saltad de gozo, hijos de Sión, y regocijaos en Yahvé, vuestro Dios; porque Él os dará al Maestro de la justicia; y hará caer sobre vosotros las lluvias, la lluvia temprana y la tardía, como anteriormente.




[1] Géographie de la Palestine, vol. II (1938), pag. 407.

[2] No confundir ha-Séla con Sur (צּ֑וּר) citado más arriba en el Sal. XXVI, 5, etc.

[3]El desierto por donde retorna Israel se convierte en un país fértil; el pueblo de los rescatados gozará en Sión de una felicidad eterna” (Crampon, citado por Straubinger).

[4] Tal vez este pasaje esté relacionado con lo que dice Jer. XXXI, 22:

“Pues Yahvé ha hecho una cosa nueva sobre la tierra: la mujer rodeará al varón”.

Cfr. Sal. CXVII, 25-26 y Cant. VIII, 5.

Sobre este versículo ver la exégesis de E. Nácar “Sobre la interpretación de “Femina circumdabit Virum”, Est. Bib. I (1941-1942), pag. 405-436.