domingo, 8 de septiembre de 2019

Algunas Notas a Apocalipsis VIII, 12-13


12. Y el cuarto ángel trompeteó y fue herida la tercera parte del sol y la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, para que se obscurezca la tercera parte de ellos y el día no alumbre la tercera parte y la noche de igual manera.

Notas Lingüísticas:

Zerwick: "φάνῃ: "parecería tratarse de la disminución de la luz".


Citas Bíblicas:

Esta plaga coincide con la novena de Egipto:

Ex. X, 21-23: "Después dijo Yahvé a Moisés: "Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya sobre la tierra de Egipto tinieblas que puedan palparse". Extendió, pues, Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto durante tres días. No se veían unos a otros, ni se levantaba nadie de su sitio por espacio de tres días, en tanto que los hijos de Israel tenían luz en sus moradas".

Cfr. también Sab. XVII, 2 ss.


Comentario:

Allo: “La mayoría de los exégetas creen que se trata de una abreviación de la duración del día y de la noche, lo que sería bastante extraño; es mucho más natural ver acá una disminución del resplandor del día y de la luz de los astros nocturnos (φάνῃ)”.

Wikenhauser: “La cuarta plaga recuerda la novena de Egipto, que consistía en una densa oscuridad de tres días. “Ser herido” es una expresión usada por los rabinos para designar el oscurecerse de las estrellas. La luz del sol, la luna y las estrellas pierde un tercio de su intensidad y de su duración”.

Fillion: "Et noctis… La noche deviene pues un tercio más oscura que de costumbre".


13. Y vi y oí un águila volando en medio del cielo, diciendo con voz grande: “Ay, ay, ay de los que habitan sobre la tierra, a causa de las restantes voces de la trompeta de los tres ángeles, los que van a trompetear”.


Notas Lingüísticas:

Zerwick: "Ἐν μεσουρανήματι, en medio del cielo, e.e. en su parte más alta".


Comentario:

Los "ay" son siete, son lo contrario de las "bienaventuranzas", y siempre van dirigidos contra Babilonia y sus habitantes.

Straubinger: “Los tres ayes indican que las tres plagas que siguen serán más espantosas que las cuatro que preceden (IX, 12; XI, 14; XII, 12; cfr. Ez. IX, 8). El águila representa probablemente un ángel, como lo dicen expresamente algunos códices griegos”.

Straubinger se equivoca al identificar el tercer ay con lo que anuncia el ángel en XII, 12. Está claro por el texto que cada uno de los ayes corresponde a las tres trompetas que quedan y por lo tanto el segundo ay está en IX, 13 ss y el tercero en XI, 15 ss. Lo que se dice en XI, 14 puede significar una de dos: o que la sexta trompeta se compone de dos sucesos diversos (ataque contra Babilonia y el terremoto de Jerusalén) o que el terremoto tiene lugar al mismo tiempo que el ataque (sexta trompeta).

Crampon: “Las cuatro primeras trompetas se distinguen claramente de las tres últimas por este grito del águila, que representa probablemente un ángel poderoso, como lo dicen expresamente algunos manuscritos griegos”.

Wikenhauser: “Los últimos tres toques de trompetas traen consigo un grave recrudecimiento de las desgracias, que ahora hieren a los hombres directamente, aunque no a todos, sino sólo a los infieles. En el Apocalipsis, la expresión “los habitantes de la tierra” designa generalmente a los no cristianos[1]. Las langostas reciben prohibición expresa de atormentar a los que llevan el sello de Dios[2]; asimismo el ejército de los jinetes sólo tiene poder sobre los idólatras[3]. Las plagas quinta y sexta presentan un evidente carácter diabólico. El águila que anuncia la triple amenaza vuela en lo más alto del cielo, esto es, en el cenit, para hacer oír su voz en todo el mundo. Fuera de este caso, el águila no es ave de mal augurio, como lo es, en cambio, el búho, sino sólo un mensajero de Dios. Quizá se trate aquí simplemente de un ser celestial con apariencia de águila, destinado a anunciar calamidades al mundo por encargo de Dios. En algunos códices, en vez de “águila” se lee “ángel”.”

Iglesias: “Los habitantes de la tierra son, en el Apocalipsis, “los malos”, “el mundo” malo de los escritos de san Juan (cfr. Jn. III, 16)”.





[1] Apoc. III, 10; VI, 10; VIII, 13; XI, 10; XIII, 8.14; XIV, 6; XVII, 2.8.

[2] Apoc. IX, 4.

[3] Apoc. IX, 20.