jueves, 31 de mayo de 2018

El Milagro de la Flor, por Jacinto Verdaguer


Nota del Blog: Hermosa poesía del P. Jacinto Verdaguer, el Ruiseñor fusilado, que diría el P. Castellani, para conmemorar la fiesta del Corpus Christi. Está tomada de su libro póstumo “Eucarísticas”, 1945, Edit. Vicente Ferrer, pag. 139-141.


P. Jacinto Verdaguer

EL MILAGRO DE LA FLOR

Toda la noche y el día
ha llovido sin cesar.
Mucho lo siente el vicario
de Ettiswyll, que ha de llevar
el Viático a un enfermo
por un espeso fangal.

Mucho lo siente el vicario,
pero el moribundo más.
Mucho espera, mucho espera,
ya se cansa de esperar,
si llega a deshora, su alma
perder el cielo podrá.

Muy de prisa va el vicario,
mas lo detiene un fangal;
ligado de pies y piernas
prueba si puede saltar;
se resbala en un guijarro
y se hunde cada vez más,
y el Sacramento que lleva
cae en medio del fangal.

Recoge el cáliz sagrado,
ve que la forma no está
y cuando se ve sin ella
desfallece de pesar.
Postrado en el fango exclama
- Señor, ten de mí piedad;
aunque yo vaya a espirar.


A quien ruega con fe viva
escucha siempre el Señor,
sus dardos siempre le tocan,
le tocan el corazón,
y sí el corazón le tocan,
ya no resiste su amor.

Plegadita en el lodo
¡oh qué sorpresa!
ve salir una planta
gentil y bella;
su corola circundan
nítidas perlas.

En la tierra no han visto
flor como aquella.
No es clavel, ni romero,
dalia ni hortensia,
pero tiene el aroma
de todas ellas.

El capullo se abre,
cual madre-perla.
Embriaga al sacerdote
su rica esencia,
y embelesado exclama;
¡Qué blanca y bella!

¡Qué blanca y bella la flor nevada!
Semeja un cáliz de un lirio de agua
y en medio el lirio de luz rodeada
la blanca estrella de la Hostia Santa! -

Animado el sacerdote
lleva a sus labios la flor,
de sus labios a la lengua,
de la lengua al corazón
y su alma, como paloma,
vuela en alas del amor
y del destierro del mundo
sube de la patria al sol.

Esto hace ya muchos años
que pasó junto a Lucerna;
en el pueblo de Ettiswyll
se guarda memoria eterna.
Mas ¡ay! que está de otro fango
toda la Europa cubierta,
del fango de las pasiones,
y del odio y de la guerra.

¡Oh, Jesús sacramentado
si a caer vuelves en tierra
¿dónde pondréis vuestras plantas,
si todo es fango y miseria?
Pero en medio del fangal
de los vicios y la guerra
siempre brotará una flor,
que recogerá esa perla.