sábado, 13 de enero de 2018

Apocalipsis I, 4, por el P. Joüon

Nota del Blog: Presentamos este interesante texto de uno de los más grandes exégetas del siglo XX. Se trata de un pasaje del Apocalipsis sobre el cual los comenadores vienen disputando desde la época patrística.

Ya AQUI habíamos dado algunos otros argumentos en conformidad con la tesis que sostiene Joüon.

El texto está tomado de la revista Recherches de science religieuse, tomo XXI, año 1931, pag. 486 sig.


***

Ver la Addenda

Ἰωάνης ταῖς ἑπτὰ ἐκκλησίαις ταῖς ἐν τῇ Ἀσίᾳ· χάρις ὑμῖν καὶ εἰρήνη ἀπὸ ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρχόμενος, καὶ ἀπὸ τῶν ἑπτὰ Πνευμάτων ἃ ἐνώπιον τοῦ θρόνου αὐτοῦ, καὶ ἀπὸ Ἰησοῦ Χριστοῦ (Juan a las siete Iglesias, las que están en el Asia: “Gracia a vosotras y paz de “el que Es y el que Era y el que Viene”, y de los siete espíritus que (están) delante de su trono, y de Jesucristo). Desde la antigüedad se ha querido saber quiénes son “los siete espíritus que (están) ante el trono” de Dios[1]. Según algunos, se trata de siete espíritus diversos que pertenecen a esta categoría de espíritus puros a los cuales damos el nombre genérico de “ángeles”. Según otros, los siete espíritus serían un ser único, la persona misma del Espíritu Santo, que sería considerado aquí como principio de siete dones. No queremos discutir estas dos opiniones, sino sólo aportar en favor de la primera un argumento que, hasta donde sabemos, no ha llamado la atención de los exégetas[2].

Los siete espíritus se caracterizan porque “están ante el trono” de Dios. Es una abreviación de la locución οἳ ἐνώπιον τοῦ Θεοῦ ἑστήκασιν “los que están de pie ante Dios”, la cual es empleada en VIII, 2 hablando de los siete ángeles. Pero, “estar de pie ante alguien” es una locución hebrea ('amad lifné), que sugiere la idea de servicio y que puede incluso conducir a “servir a alguien, estar al servicio de alguien”.


Así en I Sam. XVI, 22: “Que David esté (de pie) ante mí”, equivale más o menos a: “Que David esté a mi servicio”.

En I Rey. I, 2 las personas de David le dicen: “Búsquese para mi señor el rey una joven, virgen, y ella estará ante el rey…”, es decir, “servirá al rey”, como se vé en el v. 4 donde la expresión se reemplaza por el verbo sérét “ministrare” (servir).

La fórmula hay adonai aser `amadti lefanaw, “por Jehová el Dios Vivo ante el cual estoy de pie”, equivale a “por Jehová el Dios Vivo al que sirvo” (I Rey. XVII, 1; XVIII, 15; II Rey. III, 14; V, 16).

Otros textos pueden verse reunidos por Driver: Notes on the Hebrew text of the Books of Samuel (in I Sam. XVI, 22)[3].

Si tenemos en cuenta el hecho que el autor del Apocalipsis se muestra un buen conocedor de la lengua bíblica, difícilmente podemos sustraernos a la impresión que la locución “que (están) ante el trono de Dios” implica la idea de servidores. Los siete espíritus serían, pues, los λειτουργικὰ πνεύματα (espíritus servidores, Heb. I, 14), sin dudas del orden más elevado. Son siete como las Iglesias de Asia. Además, no es temerario pensar que su rol es el de llevar a las siete Iglesias “la gracia y la paz” que Dios se dignará acordarles.






[1] Ver sobre todo J. Lebreton “Histoire du dogme de la Trinite”, t. I, (6º ed.), nota H, p. 628-631.

[2] Nota del Blog: Como se puede apreciar en el enlace dado más arriba ya Wouters en su comentario al Apocalipsis había dado este argumento:

 “En verdad esta exposición no puede sostenerse; pues de ninguna manera puede decirse del Espíritu Santo que está delante del trono de Dios, pues más bien hay que decir que está en el trono, como Señor Dios, y no delante del trono, lo cual la Escritura aplica a los que sirven a Dios”.

[3] Nota del Blog: Notemos al pasar que, en todos los casos, Straubinger traduce “servir”.

Y notemos además que siempre que el Apocalipsis utiliza la frase “estar ante (ἐνώπιον) el trono”, lo hace en el sentido de servicio y es propio de un ser inferior:

IV, 5: Siete espíritus de Dios.

IV, 10: 24 Ancianos.

V, 8: 4 Vivientes y 24 Ancianos.

VII, 9.15: Mártires del Anticristo.

VII, 11: Todos los ángeles.

VIII, 2-4: 7 ángeles.

XI, 4: 2 Testigos.

XI, 16: 24 Ancianos.

XIV, 3: Mártires del Anticristo.

XV, 4: Todas las naciones.

XX, 12: los muertos grandes y pequeños.

E incluso Satanás está acusando ante Dios como vemos en XII, 10.

Habría que analizar dos pasajes:

III, 5: “El que venciere así será vestido con vestidos blancos y no borraré su nombre del libro de la vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”.

Ver Mt. X, 32; Lc. IX, 26; XII, 8.

V, 6: “Y vi en medio del trono y de los cuatro Vivientes y en medio de los Ancianos, un Cordero estando de pie, como degollado, teniendo cuernos siete y ojos siete, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra”. Ver VII, 16.

Notemos antes que nada que la locución “estar (de pie) antes el trono de Dios” no se encuentra en ninguna de las citas.

En la primera cita, por otra parte, vemos que la relación está puesta en “confesar el nombre ante”, lo cual no necesariamente indica relación superior-inferior, como se vé fácilmente en el primero de los miembros en los lugares paralelos donde, además, se utiliza otra preposición: “ἔμπροσθεν”, lo cual parece ser otro indicio que la situación no es la misma.

En cuanto a la segunda, vemos que no utiliza el término “delante de” (el trono) sino “en medio de”, pero si alguien quiere insistir en que se trata de una sutileza, podríamos aceptarle la objeción sin ningún problema porque en este pasaje tiene lugar el hecho trascendental por el cual el Hijo recibe de su Padre la herencia prometida. No hace falta aclarar que lo hace como hombre y por derecho de conquista, como diría Pío XI, siendo que recibe el libro sellado por haber sido degollado (V, 9). En este sentido, al menos, puede decirque que el Padre es mayor que el Hijo. Ver la nota de Straubinger a Jn. XIV, 28: “El Padre es mayor que Yo”.

Por último, no podemos dejar de citar estas palabras de Fillion el cual comentando el Sal. CIX, 4: “Ha jurado Yahvé y no se arrepentirá: “Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec”, dice:

Tú eres sacerdote: “Kohen `attah! (¡Sacerdote, tú!), expresión singularmente enérgica. Según los hebraístas, la palabra kohen significa: “el que está de pie”, y marca muy bien el rol del sacerdote, que es el de estar de pie ante Dios para rezarle, presentarle las ofrendas del pueblo y darle el culto litúrgico”.