jueves, 16 de octubre de 2025

El libro de Josué como imagen del Apocalipsis (IV de VII)

 Capítulos VII-VIII

Toma de Hai

 

Bueno, en los capítulos 7-8 vemos el segundo ataque que lanza Israel contra sus enemigos: en este caso, contra el pueblo de Hai. Pero acá ocurre algo único en todo el libro y es que Israel es derrotado en una primera batalla.

Josué lo que hizo fue enviar unos exploradores a Hai y éstos vinieron y le dijeron que era fácil de conquistar, que no era preciso enviar todo el ejército. Cuando atacaron, murieron 36 judíos y el resto del ejército se tuvo que retirar.

Entonces Josué se postró ante Dios y le pidió que, por amor a su nombre y a su palabra, no permitiera que Israel fuera destruido por sus enemigos y entonces Dios le reveló por qué habían perdido la batalla.

Le dijo que uno de los soldados había robado para sí en Jericó algo de lo que debía ser consagrado a Dios y que no iba a triunfar en ninguna batalla hasta tanto no eliminaran de entre el pueblo a esta persona.

La razón por la cual los soldados no podían quedarse con nada en la primera batalla, sino que todo debía ser de Dios, es porque Jericó, al ser la primera ciudad tomada, era como las primicias. Y las primicias pertenecen a Dios. Dios se reservó para Sí todos los despojos, a diferencia de lo que pasó después.

Después de tirar suertes, Acán salió designado como el ladrón y fue lapidado él y toda su familia y luego prendidos fuego. Recién después pudo Israel volver a las batallas.

La estrategia de Josué para tomar Hai fue muy simple. Una parte del ejército fue al otro lado de la ciudad y se escondió, mientras que la otra parte del ejército atacó por el frente como la otra vez, y cuando los habitantes de Hai salieron a hacerles frente, entonces el ejército de Israel huyó y sus enemigos creyeron que iba a pasar lo mismo que la otra vez, por eso salieron todos confiados tras los judíos y dejaron las puertas de la ciudad abiertas, tras lo cual la otra parte del ejército que estaba escondida, entró a la ciudad y la prendió fuego, y cuando vieron los habitantes de Hai el incendio se dieron cuenta lo que habían pasado y que estaban rodeados, y así fueron todos aniquilados.

En estos dos capítulos veo como tipología bíblica dos hechos muy interesantes.

 a) En primer lugar, llama mucho la atención lo que roba Acán… Acán se roba un manto de… Babilonia.

 

Jos. VII, 20-21: “Acán respondió a Josué, diciendo: “Es verdad que he pecado contra Jehová, el Dios de Israel. He aquí lo que he hecho: Vi entre los despojos un hermoso manto de Babilonia, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta siclos de peso; y llevado de codicia lo tomé, y he aquí que está escondido en la tierra en medio de mi tienda, y el dinero está debajo (del manto).”

 

Y la pregunta es: ¿qué hace Babilonia nombrada expresamente en este versículo? Otra vez, ¿justo tenía que ser de Babilonia?

Notemos la relación que hay entre Babilonia y la riqueza o el lujo, de lo cual nos va a hablar el Apocalipsis a cada paso. Los autores dicen que era una vestimenta regia.

 

Apoc. XVII, 4: “Y la mujer (Babilonia) estaba vestida de púrpura y escarlata y dorada en oro y piedra preciosa y perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano, lleno de abominaciones y las impurezas de su fornicación”.

 

Apoc. XVIII, 3: “Porque del vino del furor de su fornicación bebieron todas las naciones y los reyes de la tierra con ella fornicaron y los mercaderes de la tierra, con el poder de su lujo se enriquecieron”.

 

Apoc. XVIII, 7-19: “Cuanto se glorificó y vivió en lujo, tanto dadle tormento y luto, porque en su corazón dice: “Estoy sentada (como) reina y viuda no soy y luto no veré”Y llorarán y harán luto por ella los reyes de la tierra, los que con ella fornicaron y vivieron en el lujo, cuando vean el humo de su incendio. Desde lejos, estando de pie a causa del temor de su tormento… Y los mercaderes de la tierra llorarán y se lamentarán por ella, porque su cargamento nadie compra ya: cargamento de oro y plata y piedra preciosa y perlas y lino fino y púrpura y seda y escarlata y todo leño aromático y todo vaso de marfil y todo vaso de leño preciosísimo y bronce y hierro y mármol; y cinamomo y amomo y perfumes y mirra e incienso y vino y aceite y flor de harina y trigo y jumentos y ovejas y (cargamento) de caballos y de carrozas y de cuerpos, y almas de hombres. Y tu fruto del deseo de tu alma se fue de ti y todo lo pingüe y resplandeciente pereció de tí y no lo hallarán ya. Los mercaderes de estas cosas, los que se enriquecieron de ella, desde lejos, estarán de pie, por el temor de su tormento, llorando y lamentándose diciendo: “¡Ay, ay la ciudad, la grande, la vestida de lino fino y púrpura y escarlata y dorada en oro y piedra preciosa y perla porque en una hora fue desierta tanta riqueza!”… “¡Ay, ay, la ciudad, la grande, en la cual se enriquecieron todos los que tienen las naves en el mar a causa de su opulencia, porque en una hora fue desierta!”.

 

b) El segundo punto, si bien es parecido a lo que vimos en la toma de Jericó, tiene un agregado. Porque si bien Hai fue incendiada como Jericó, leemos algo más acá:

 

Jos. VIII, 27: “Josué quemó a Hai y la convirtió para siempre en un montón de ruinas, en una desolación hasta el día de hoy”.

 

Apoc. XVII, 16: “Y los diez cuernos que viste y la Bestia, éstos odiarán a la ramera y desierta la harán y desnuda; y sus carnes comerán y a ella incendiarán con fuego”.

 

Apoc. XIX, 1-3: “Después de esto oí como voz grande de multitud copiosa en el cielo que decían: “¡Aleluya! La salud y la gloria y el poder de nuestro Dios; porque verdaderos y justos (son) sus juicios, porque ha juzgado a la ramera, la grande, que corrompía la tierra con su fornicación y ha vengado la sangre de sus siervos, de su mano”. Y segunda vez dijeron: “¡Aleluya! Y su humo sube por los siglos de los siglos”.