viernes, 31 de mayo de 2024

Magdalena Chasles, Para leer el Evangelio (Reseña)

     

Magdalena Chasles, Para leer el Evangelio (Reseña)

CJ Traducciones, 2024, pp. 81

De la reconocida autora de El que Vuelve (AQUI) y He aquí que vengo (AQUI), en este caso tenemos una pequeña introducción al Evangelio con su estilo claro y ameno, tan característico.

Dice la autora en el prólogo:

 “El objeto de este pequeño libro es ayudar a quienes desean comprender los Evangelios y leerlos en profundidad, sin contentarse con los pocos «trozos» que se ofrecen en las misas dominicales.

Nos dirigimos a quienes, para comprender mejor la vida de Jesucristo relatada por los evangelistas, necesitan todavía que se les indique el camino.

Si el alma es recta y sincera, pronto entrará en contacto directo con su Salvador; lo verá vivir, lo sentirá actuar, y pronto, como María de Betania, sentada a sus pies, recibirá una creciente fuerza de convicción, o bien, como los discípulos de Emaús, dirá: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba?».

Jesucristo en los Evangelios ya no aparece como una abstracción para quien los comprende de verdad. No es el Dios de los filósofos y de los eruditos, sino el CRISTO VIVO; sí, vivo en nuestras vidas, el que no puede ser captado por las fórmulas, pero que puede ser encontrado por los corazones sencillos y puros.

Estas páginas se dirigen a corazones bienintencionados, no a razonadores y mentes finas incapaces de comprender la Escritura.

«Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque encubres estas cosas a los sabios y a los prudentes, y las revelas a los pequeños» (Mt. XI, 25).

Por eso, hay que abrir los Evangelios con alma de niño, leyéndolos como en oración. Pero, dicho esto, ¡lejos de nosotros despreciar la cultura general y el conocimiento de los lugares bíblicos! Al contrario, estas cosas nos ayudarán a captar la vida judía en la época de Jesús y nos permitirán adentrarnos en el ambiente en el que vivió Cristo.

En este pequeño manual desarrollaremos tres ideas principales:

Debemos leer el Evangelio con espíritu de fe, humildad, confianza, oración y amor (Prólogo).

El libro está disponible en Amazon AQUI.

sábado, 25 de mayo de 2024

Algunas notas a Apocalipsis XVII, 5-6

 5. Y sobre su frente un nombre escrito, un misterio: “Babilonia la grande, la madre de las fornicaciones y de las abominaciones de la tierra”.  

Concordancias: 

Μέτωπον (frente): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. VII, 3; IX, 4; XIII, 16; XIV, 1.9; XX, 4; XXII, 4. 

Ὄνομα (nombre): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.6.8.17; XIV, 1.11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.8; XIX, 12-13.16; XXI, 12.14; XXII, 4. 

Γεγραμμένον (escrito): cfr. Lc. X, 20; Apoc. II, 17; III, 12; XIII, 8; XIV, 1; XVII, 8; XIX, 12.16; XX, 12.15; XXI, 12.27. 

Μυστήριον (misterio): cfr. Mt. XIII, 11; Mc. IV, 11; Lc. VIII, 10; Ef. I, 9-11; Col. II, 2; Apoc. I, 20; X, 7; XVII, 7. 

Βαβυλὼν (Babilonia): cfr. Mt. I, 11-12.17; Hech. VII, 43; I Ped. V, 13; Apoc. XIV, 8; XVI, 19; XVIII, 2.10.21. 

Βαβυλὼν μεγάλη (Babilonia, la grande): cfr. Dan. IV, 27; Mt. VII, 24-27; Lc. VI, 46-49; Apoc. IX, 14; XVI, 12 (Éufrates); XVI, 19 (¿Babilonia?) XIV, 8; XVI, 21; XVII, 1.18; XVIII, 2.16.18-19.21; XIX, 2 (Babilonia). Ver Apoc. XVIII, 10: “Babilonia, la ciudad, la fuerte”. 

ἡ μήτηρ (la madre): Hapax en el Apoc. 

Πορνῶν (fornicaciones): cfr. Mt. V, 32; Hech. XV, 20.29; XXI, 25; Apoc. II, 21; IX, 21; XIV, 8; XVII, 2.4; XVIII, 3; XIX, 2. Ver Apoc. II, 14.20; XVIII, 9. Ver Mt. V, 27-28.32; XIX, 18; Mc. X, 19; Lc. XVI, 18; XVIII, 20; Apoc. II, 22. 

βδελυγμάτων (abominaciones): Cfr. Mt. XXIV, 15; Mc. XIII, 14; Lc. XVI, 15; Apoc. XVII, 4; XXI, 27. Ver Apoc. II, 22; XXI, 8. 

γῆς (tierra): cfr. Apoc. I, 5.7; III, 10; V, 3.6.10.13; VI, 4.8.10.13.15; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX 1.3-4; X, 2.5-6.8; XI, 4.6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 3.8.11-14; XIV, 3.6-7.15-16.18-19; XVI, 1-2.18; XVII, 2.8.18; XVIII, 1.3.9.11.23-24; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24. 

 

Notas Lingüísticas: 

Allo: “πορνων puede ser el genitivo sea de πόρνῃ (prostituta), sea de πόρνος (corrupción), según que se acentúe πορνῶν o πόρνων; ambos sentidos convienen igualmente”. 

 

Comentario: 

miércoles, 22 de mayo de 2024

Algunas notas a Apocalipsis XVII, 4

  4. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata y dorada en oro y piedra preciosa y perlas, teniendo un cáliz de oro en su mano, lleno de abominaciones y las impurezas de su fornicación. 

Concordancias: 

Γυνὴ (mujer): cfr. Mt. V, 28; XIII, 33; Lc. XIII, 21; Apoc. II, 20; IX, 8; XII, 1.4.6.13-17; XIV, 4; XVII, 3.6-7.9.18; XIX, 7; XXI, 9. 

Περιβεβλημένη (vestida): cfr. Sal. LXX, 13; LXXXIII, 7; LXXXVIII, 46; CIII, 2; CVIII, 19.29; Is. LIX, 17; Mt. VI, 29.31; XXV, 36.38.43; Lc. XII, 27; Apoc. III, 5 (Sardes); 18 (Laodicea); IV, 4 (24 Ancianos); VII, 9.13 (Mártires del Anticristo); X, 1 (San Gabriel); XI, 3 (los dos Testigos); XII, 1 (Mujer); XVIII, 16 (Babilonia); XIX, 8 (Jerusalén Celeste); XIX, 13 (Jesús). Ver Cant. VI, 9. 

Πορφυροῦν (púrpura): cfr. Jn. XIX, 2.5; Apoc. XVIII, 12.16. 

Κόκκινον (escarlata): cfr. Mt. XXVII, 28; Heb. IX, 19; Apoc. XVII, 3; XVIII, 12.16. 

Κεχρυσωμένη (dorada): Solamente en el Apoc. cfr. Apoc. XVIII, 16. 

Χρυσίῳ (oro): cfr. I Ped. I, 7; Apoc. III, 18; XVIII, 16; XXI, 18.21. 

λίθῳ (piedra): cfr. I Cor. III, 12; Apoc. IV, 3; XVIII, 12.16.21; XXI, 11.19. 

τιμίῳ (preciosa): cfr. I Cor. III, 12; Apoc. XVIII, 12.16; XXI, 11.19. 

Λίθῳ τιμίῳ (piedra preciosa): cfr. Dan. XI, 38; Apoc. XVIII, 12.16; XXI, 11.19. 

Μαργαρίταις (perlas): cfr. Mt. VII, 6; XIII, 45-46; I Tim. II, 9; Apoc. XVIII, 12.16; XXI, 21. 

Ποτήριον (caliz): cfr. Sal. LXXIV, 9; Jer. XXV, 15; Is. LI, 17; Apoc. XIV, 10; XVI, 19; XVIII, 6. 

χειρὶ (mano): cfr. Apoc. I, 16; VI, 5; VII, 9; VIII, 4; X, 2.8.10; XIII, 16; XIV, 9.14; XIX, 2; XX, 1.4. 

γέμον (lleno): cfr. Apoc. IV, 6.8; V, 8; XV, 7; XVII, 3; XXI, 9. 

βδελυγμάτων (abominaciones): Cfr. Mt. XXIV, 15; Mc. XIII, 14; Lc. XVI, 15; Apoc. XVII, 5; XXI, 27. Ver Apoc. II, 22; XXI, 8. 

Ἀκάθαρτα (impurezas): cfr. Mt. X, 1; XII, 43; Mc. I, 23.26-27; III, 11.30; V, 2.8.13; VI, 7; VII, 25; IX, 25; Lc. IV, 33.36; VI, 18; VIII, 29; IX, 42; XI, 24; Hech. V, 16; VIII, 7; Apoc. XVI, 13; XVIII, 2. Ver Hech. X, 14.28; XI, 8; I Cor. VII, 14; II, Cor. VI, 17; Ef. V, 5. 

Πορνείας (fornicación): cfr. Mt. V, 32; Hech. XV, 20.29; XXI, 25; Apoc. II, 21; IX, 21; XIV, 8; XVII, 2.5; XVIII, 3; XIX, 2. Ver Apoc. II, 14.20; XVIII, 9. Ver Mt. V, 27-28.32; XIX, 18; Mc. X, 19; Lc. XVI, 18; XVIII, 20; Apoc. II, 22. 

 

Notas Lingüísticas: 

sábado, 18 de mayo de 2024

Algunas notas a Apocalipsis XVII, 2-3

  2. con la cual fornicaron los reyes de la tierra y se embriagaron los que habitan la tierra, con el vino de su fornicación”. 

Concordancias: 

Ἐπόρνευσαν (fornicaron): cfr. Apoc. II, 14.20; XVIII, 3.9. Ver Mt. V, 27-28.32; XIX, 18; Mc. X, 19; Lc. XVI, 18; XVIII, 20; Hech. XV, 20.29; XXI, 25; Apoc. II, 21; IX, 21; XIV, 8; XVII, 4; XIX, 2; XXII, 15. 

οἱ βασιλεῖς τῆς γῆς (los reyes de la tierra): cfr. Mt. XVII, 25; Hech. IV, 26; Apoc. I, 5; VI, 15; XVII, 18; XVIII, 3.9; XIX, 19; XXI, 24. 

γῆς (tierra): cfr. Apoc. I, 5.7; V, 3.6.10.13; VI, 13.15; X, 2.5-6.8; XI, 4; XIV, 7; XVII, 5.18; XVIII, 1.3.9; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24. Ver Apoc. III, 10; VI, 4.8.10; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX, 1.3-4; XI, 6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 3.8.11-14; XIV, 3.6.15-16.18-19; XVI, 1-2.18; XVII, 8; XVIII, 3.9.11.23-24. 

Ἐμεθύσθησαν (embriagaron): Hapax en el Apoc. cfr. Lc. XII, 45; I Tes. V, 7. 

οἱ κατοικοῦντες τὴν γῆν (los que habitan la tierra): cfr. Apoc. III, 10; VI, 10; VIII, 13; XI, 10; XIII, 8.12.14; XIV, 6; XVII, 8. 

Οἴνου (vino): cfr. Apoc. VI, 6; XIV, 8.10; XVI, 19; XVIII, 3.13; XIX, 15. 

Πορνείας (fornicación): cfr. Mt. V, 32; Hech. XV, 20.29; XXI, 25; Apoc. II, 21; IX, 21; XIV, 8; XVII, 4-5; XVIII, 3; XIX, 2. Ver Apoc. II, 14.20; XVIII, 9. Ver Mt. V, 27-28.32; XIX, 18; Mc. X, 19; Lc. XVI, 18; XVIII, 20; Apoc. II, 22. 

 Citas Bíblicas: 

Is. XXIII, 16-17: “Toma la cítara, da la vuelta por la ciudad, cortesana olvidada, toca bien, multiplica tus canciones, para que seas recordada. Sí, al cabo de los setenta años[1], Jehová visitará a Tiro; y ella recibirá de nuevo su salario, y fornicará con todos los reinos de la tierra, que hay sobre la faz del orbe”. 

Jer. LI, 7: “Babilonia era un cáliz de oro en la mano de Jehová, para embriagar a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos de modo que enloquecieron”. 

Nah. III, 4: “Es a causa de las muchas fornicaciones de la ramera, bella y encantadora, maestra en hechicerías, que con sus fornicaciones esclaviza a las naciones, y con sus hechizos a los pueblos”. 

 

Comentario: 

martes, 14 de mayo de 2024

Paul Bernard Drach, Libro de lo justo - Libro de Yaschar (Reseña)

Paul Bernard Drach, Libro de lo justo: Libro de Yaschar (Reseña)

CJ Traducciones, 2024, p. 467 


Hermosísimo apócrifo judío que el infatigable rabino converso seguramente desempolvó de alguna antigua biblioteca.

Este libro, citado en la misma Biblia en dos oportunidades (Jos. X, 13 y II Sam. I, 18), ya era conocido por los Padres de la Iglesia.

El libro de lo justo era algo así como los anales del pueblo hebreo, anales que todo pueblo llevaba consigo, y del cual (no digo únicamente del cual) abrevó Moisés para escribir sus cinco libros.

Drach tradujo del original hebreo este interesantísimo apócrifo que llena varias lagunas del texto sacro, que a todas luces se presenta, en varias partes al menos, como un resumen. Alguna de estas lagunas las menciona Drach en la introducción: 

Gén. XXII, 19, Abraham vuelve de la tierra de Moriah a Bersabee, y tiene allí su morada. Siete versículos más adelante, su esposa Sara muere en Cariath-Arbé o ciudad de Arbee, más tarde llamada Hebrón. «Y Abraham, continúa el texto, fue allí, a llorar y lamentarse por ella», etc. ¿Cómo es que Sara muere a ocho leguas de su casa?

Gén. XXVIII, 5, Jacob abandona Bersabee, donde vivían sus padres, a toda prisa para escapar de la venganza de su hermano mayor. Sale sin más equipaje que su persona y su bastón, pues él mismo dice más adelante, XXXII, 10: Pasé este río Jordán llevando sólo mi bastón. Talmud Caldeo de Onkelós: Porque solo he pasado este Jordán. En el cap. XXXV regresa de Mesopotamia, y mientras va de vuelta a su padre, a la ciudad de Arbee, he aquí que Débora muere en su campamento, y se ve obligado a enterrarla bajo una encina en el monte de Betel, donde se encontraba en ese momento. No nos sorprende poco ver que le sigue la nodriza de su madre, a la que no había llevado consigo cuando huyó de la casa de su padre.

Gén. XXXVII, 25 ss., los hijos de Jacob ven venir una caravana de ismaelitas y Judá ofrece vender a José a los ismaelitas. Versículo inmediatamente posterior: «Y habiendo acudido a ellos los mercaderes madianitas, sacaron a José de la cisterna y lo vendieron a los ismaelitas». Finalmente, en el v. 36 dice que los madianitas lo vendieron de vuelta a Egipto. Es evidente que falta algo en el texto, pues no puede haber confundido a los ismaelitas, descendientes de Ismael, con los madianitas, descendientes de Cetura.

Gén. XLVIII, 22, Jacob dijo a José: «Te doy a ti y a tus hermanos la parte de la tierra que he conquistado a los amorreos con mi espada y mi arco». El texto sagrado no nos muestra en ninguna parte a Jacob desenvainando la espada o tensando el arco contra un enemigo.

Éx. IV, 18 y ss., por orden de Jehová, Moisés abandona su retiro de Madián y se dirige a Egipto con su mujer y sus hijos. En una posada de su camino, Seforá, su esposa, se apresuró a circuncidar a su hijo para proteger a su marido del efecto de la indignación de Jehová. Moisés llega a Egipto, libera a los hijos de Israel y los conduce al desierto tras el cruce milagroso del Mar Rojo. Cuando Jetró, suegro de Moisés, se enteró de estas cosas en Madián, tomó, según leemos en el cap. XVIII, a Seforá mujer de Moisés, a quien había despedido, y a sus dos hijos. Ahora bien, no encontramos en todo lo que precede en el texto, ni cuándo, ni por qué, ni cómo Moisés había enviado de vuelta a Madián a su mujer y a sus hijos.

En II Tim. III, 8, el erudito discípulo de Gamaliel cita, como asunto de conocimiento común entre los hebreos, la resistencia que Jannes y Mambres hicieron a Moisés en Egipto. El texto del Éxodo no dice absolutamente nada sobre estos dos magos. 

Sin embargo, el libro no nos ha llegado completo. Prueba Drach, basado en la diferente clase de estilo hebreo, que algunas partes se escribieron en la Edad Media, o al menos se actualizaron nombres de ciudades, etc.

A pesar de esto, creemos que el libro es una joyita rescatada por Drach, que además de una introducción, le agregó numerosas notas que explican numerosos pasajes difíciles.

Hemos publicado la introducción de Drach, así como una defensa que tuvo que hacer ante el ataque que sufrió la misma (ver AQUI).

Por ahora solamente está disponible en Amazon (ver AQUI).

viernes, 10 de mayo de 2024

Mons. Joseph Clifford Fenton, El Concepto de la Sagrada Teología (Reseña)

 Mons. Joseph Clifford Fenton 

El Concepto de la Sagrada Teología (Reseña)

CJ Traducciones, 2024, p. 327



Una vez más tenemos el agrado de presentar un libro del reconocido teólogo estadounidense del siglo pasado.

En este caso, se trata de un desarrollo de la tesis doctoral que el autor presentó varios años antes en el Angélico, en Roma, y cuyo director de tesis fue nada más y nada menos que el mismo Garrigou Lagrange.

Tras una pequeña introducción, explica el autor la función y necesidad de la sagrada teología, luego la materia, la luz bajo la cual se aceptan las conclusiones teológicas y luego el grado de certeza de las mismas.

Luego viene un análisis exhaustivo de los loci theologici, es decir las fuentes de las cuales puede beber el teólogo para llegar a las conclusiones. La enumeración de los mismos está tomada de Melchor Cano, cuyo tratado al respecto es ya un clásico.

Las fuentes son las siguientes: 

1) La autoridad de la Sagrada Escritura.

2) La autoridad de las tradiciones de Cristo y los Apóstoles que son llamadas con razón oráculos de viva voz.

3) La autoridad de la Iglesia Católica.

4) La autoridad de los Concilios, especialmente de los generales.

5) La autoridad de la Iglesia romana, que es, y se llama por privilegio divino, apostólica.

6) La autoridad de los Padres antiguos.

7) La autoridad de los teólogos escolásticos, a la que se unen los doctores en derecho canónico.

8) La razón natural.

9) La autoridad de los filósofos.

10) La autoridad de la historia humana. 

El capítulo IX es muy importante pues allí hace un estudio de las diversas opiniones y escuelas dentro de la escolástica y luego desarrolla la historia de la teología según la época de los Padres, de la Edad Media y el período post-Tridentino.

Un estudio muy serio y completo sobre los fundamentos de la teología, de esos que no se ven muchos y escritos por uno de los más grandes teólogos del siglo pasado. 

Por ahora el libro puede conseguirse en Amazon AQUI.

jueves, 9 de mayo de 2024

Algunas notas a Apocalipsis XVII, 1

 Capítulo XVII

 1. Y vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas, y habló conmigo diciendo: “(Ven) aquí: te mostraré el juicio de la ramera, la grande, la sentada sobre aguas muchas; 

Concordancias: 

Καὶ ἦλθεν εἷς ἐκ τῶν ἑπτὰ ἀγγέλων τῶν ἐχόντων τὰς ἑπτὰ φιάλας καὶ ἐλάλησεν μετἐμοῦ λέγων Δεῦρο, δείξω σοι (y vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas y habló conmigo diciendo: “Ven, te mostraré…”.): cfr. Apoc. XXI, 9. 

Ἀγγέλων (ángel): cfr. Mt. XI, 10; Mc. I, 2; Lc. VII, 27 (San Juan Bautista); Lc. VII, 24; IX, 52 (mensajeros); Sant. II, 25 (dos mensajeros de Josué); Apoc. I, 1; V, 2; VII, 2; VIII, 3-5; X, 1.5.8-10; XIV, 6.8-9.15.18; XVIII, 1.21; XIX, 17; XXII, 16 (San Gabriel); VIII, 2.6.8.10.12-13; IX, 1.13-14; X, 7; XI, 15 (7 Arcángeles que tocan las siete trompetas); I, 20; II, 1.8.12.18; III, 1.7.14 (Jerarquía); III, 5; V, 11; VII, 1.2.11; XIV, 10 (ángeles); IX, 11 (ángel del abismo); IX, 14-15 (ángeles malos de la sexta Trompeta); XII, 7 (ángeles de San Miguel); XII, 7.9 (ángeles de Satanás); XIV, 17.19 (un ángel con la hoz afilada); XV, 1.6-8; XVI, 1; XVII, 7; XXI, 9; XXII, 8 (ángeles de las siete Copas); XVI, 5 (ángel de las aguas); XX, 1 (San Miguel); XXI, 12 (12 Apóstoles); XXII, 6 (¿Cristo?). 

Φιάλας (copa): cfr. Apoc. V, 8; XV, 7; XVI, 1-4.8.10.12.17; XXI, 9. 

ἐλάλησεν (habló): cfr. Apoc. I, 12; IV, 1; X, 3-4; XXI, 9.15 (siempre San Gabriel excepto X, 8). Ver Apoc. XIII, 5.11.15. 

Δεῦρο (ven aquí): cfr. Mt. XIX, 21; Mc. X, 21; Lc. XVIII, 22; Jn. XI, 43; Hech. VII, 3.34; Apoc. XXI, 9. 

Δείξω (mostraré): cfr. Apoc. I, 1; IV, 1; XXI, 9-10; XXII, 1.6.8. 

Κρίμα (juicio): cfr. Mt. VII, 2; XXIII, 14; Mc. XII, 40; Lc. XX, 47; XXIII, 40; XXIV, 20; Jn. IX, 39; Hech. XXIV, 25; Rom. II, 2-3; III, 8; XI, 33; Heb. VI, 2; I Ped. IV, 17; II Ped. II, 3; Jud. I, 4; Apoc. XVIII, 20; XX, 4. Ver Jn. IX, 39; XII, 48; II Tes. II, 12; Apoc. XVI, 5 (habitantes de la tierra); XVIII, 8.20; XIX, 2 (Babilonia por muerte a mártires del Anticristo).11 (Anticristo - Juicio de las Naciones). Ver Apoc. XI, 18; XX, 12-13. 

Πόρνης (ramera): cfr. Apoc. XVII, 15-16; XIX, 2. 

τῆς πόρνης τῆς μεγάλης (la ramera, la grande): Ver Dan. IV, 27; Mt. VII, 24-27; Lc. VI, 46-49; Apoc. IX, 14; XVI, 12 (Éufrates); XVI, 19 (¿Babilonia?).21; XVII, 18; XVIII, 2.10.16.18-19.21; XIX, 2. 

Καθημένης (sentada): cfr. Apoc. XVII, 3.9.15; XVIII, 7. Ver Apoc. IV, 2-4.9-10; V, 1.7.13; VI, 2.4-5.8.16; VII, 10.15; IX, 17; XI, 16; XIV, 6.14-16; XIX, 4.11.18-19.21; XX, 11; XXI, 5. 

Ὑδάτων πολλῶν (aguas muchas): cfr. Apoc. I, 15; XIV, 2; XIX, 6. Ver Apoc. XVII, 15. 

 

Citas Bíblicas: 

sábado, 4 de mayo de 2024

El Sacrificio De Abraham en el libro de lo Justo (III de III)

  6. Y Abraham tomó la leña que iba a quemar el holocausto y la puso sobre Isaac. Él mismo llevaba el fuego y el cuchillo del sacrificio. Mientras caminaban hacia el lugar, Isaac dijo: 

«Padre mío, aquí está el fuego y la leña. ¿Dónde está, pues, el cordero?». 

Abraham respondió: 

«Hijo mío, tú eres el que Jehová ha elegido para que se le ofrezca como holocausto sin mancha». 

E Isaac volvió a hablar: 

«Todo lo que mande Jehová, lo haré con alegría y con buen corazón». 

Abraham dijo: 

«Hijo mío, ¿hay algún pensamiento en tu corazón en sentido contrario? Dímelo, y no me ocultes nada». 

Isaac dijo: 

«Viva Jehová, padre mío, y viva tu alma; nada hay en mi corazón que se aparte a derecha o a izquierda en el asunto que Jehová te ha mandado, sino “Bendito sea Jehová que me ha aceptado”». 

Estas palabras llenaron de alegría a Abraham. Y llegaron al lugar señalado y prepararon todo. Abraham construyó el altar, Isaac le pasó las piedras y el cemento. Y cuando Abraham hubo dispuesto los troncos simétricamente en el altar, se preparó para colocar a Isaac sobre él para inmolarlo. Le dijo: