martes, 31 de marzo de 2020

Sobre algunos grupos de personas en el Apocalipsis (II edición) (X de XV)


V. Los Profetas

Apoc. X, 5-7: “Y el ángel que vi estando de pie sobre el mar y sobre la tierra, alzó su mano, la diestra, al cielo, y juró por el Viviente por los siglos de los siglos - que creó el cielo y lo que hay en él y la tierra y lo que hay en ella y el mar y lo que hay en él -: "Tiempo ya no habrá", sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando vaya a trompetear, también se consumó el misterio de Dios como evangelizó a sus siervos los profetas”.

Apoc. XI, 3: “Y daré a mis dos testigos y profetizarán días mil doscientos sesenta, vestidos con sacos”.

Apoc. XI, 10: “Y los que habitan sobre la tierra se regocijan sobre ellos y se alegran y dones se enviarán unos a otros, porque éstos, los dos profetas, atormentaron a los que habitan sobre la tierra”.

Apoc. XI, 18: “Y las naciones se airaron y vino tu ira y el tiempo para que los muertos sean juzgados; y para dar la recompensa a tus siervos: los profetas y los santos; y a los que temen tu Nombre: los pequeños y los grandes; y para destruir a los que destruyen la tierra”.

Apoc. XVI, 5-6: “Y oí al ángel de las aguas que decía: “Justo eres, (Tú que tienes por nombre) el que Es y el que Era, el Santo, porque ésto has juzgado. Porque sangre de Santos y Profetas derramaron y sangre les has dado a beber: dignos son”.

Apoc. XVIII, 20.24: ¡Alégrate sobre ella, cielo y (¿esto es?) los santos y los apóstoles y los profetas, pues ha juzgado Dios vuestro juicio contra ella!... Y en ella sangre de profetas y santos fue hallada y (¿esto es?) de todos los que fueron degollados sobre la tierra”.


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A diferencia de los demás grupos de personas que se encuentran en el Apocalipsis, este es el más fácil de todos para identificar puesto que la cita de XI, 10 nos aclara inmediatamente a quiénes hace referencia el Texto Sacro cuando habla de los Profetas, al decirnos que estos dos Testigos serán muertos por el Anticristo, en Jerusalén y una vez que hayan terminado su predicación que durará mil doscientos sesenta días.

El resto de las citas nos conducen todas a la misma conclusión:

Por el capítulo X sabemos que el ángel está hablando después de la sexta Trompeta pero antes de la séptima y nos dice que cuando el ángel toque esta última trompeta entonces

“También se consumó el misterio de Dios como evangelizó a sus siervos los profetas” (v. 7).

Es decir, los dos Profetas serán los encargados principales de Testimoniar la próxima venida del Reino de Jesucristo y los mártires del quinto Sello serían algo así como sus discípulos, aquellos que deberán predicar el Evangelio del Reino ante gobernadores y reyes (Mc. XIII, 9; Mt. X, 18).

Toda su prédica consistirá en preparar y amonestar a las personas sobre la inminente Venida de Jesucristo. La Buena Nueva (Evangelio), ya lo dijimos, está relacionado con lo que Jesús nos dijo en el sermón Parusíaco y alude a la predicación en todo el mundo de su próximo regreso en Gloria y Majestad. Esto es lo que los dos Testigos deben profetizar durante la primera mitad de la última semana escatológica.

La misión de San Juan Bautista es análoga a la de Elías, como lo indica Nuestro Señor en Mateo XVII, 12-13:

“Os declaro, empero, que Elías ya vino, pero no lo conocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron… entonces los discípulos cayeron en la cuenta que les hablaba con relación a Juan el Bautista”.

Y lo repite el ángel a Zacarías, en Lc. I, 17:

Caminará delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacia los hijos”, y los rebeldes a la sabiduría de los justos y preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.

Y así se entiende que San Juan comenzara, al igual que Nuestro Señor, anunciando el Reino de Dios (Mt. III, 2):

“Y decía (el Bautista): Haced penitencia, pues ha llegado el Reino de Dios”.

No debemos perder de vista que recién cuando los dos Testigos suben a los Cielos entonces tendrá lugar la sexta Trompeta (2 ay) y el séptimo toque de Trompeta dará lugar al juicio de las siete Copas, el cual será una venganza por la muerte de los profetas y de los mártires del Anticristo, de la misma manera que el juicio de las siete Trompetas fue en venganza por la muerte de los Mártires del quinto Sello. El texto indica expresamente en el capítulo XVI que la tercera Copa que cae sobre los ríos y las fuentes de agua tiene por finalidad vengar la sangre de los Santos y Profetas que derramaron los habitantes de la tierra.