lunes, 14 de agosto de 2017

El Katéjon, II Tes. II, 6-7 (XII de XV)

IV.- Objeciones:

Llegamos finalmente a las objeciones a esta nueva teoría que podemos encontrar en algunos autores.

Nos detendremos solamente en las que trae Knabenbauer por ser el que le dedica más espacio a analizar esta exégesis.

Comienza el autor describiendo esta nueva hipótesis:

Hay que conmemorar otra sentencia, que también interpreta τὸ κατέχον de lo que antecede y según la cual en el v. 6 se habla de lo que retarda la venida del Señor; esto es el mismo anticristo, es decir, todavía no sucedió la aparición del Anticristo; pues, como se dijo en el v. 3, el Señor no vendrá antes que venga el Anticristo (cf. Grimm (Der κατέχον des 2 Thessalonischerbriefes, 1861, Danko, Hist. Rev. N.T., pag. 374, Simar, Theologie des hl. Paulus). Según esta sentencia así se procede: v. 6 y ahora, puesto que os había dicho que el día del Señor no vendría antes que venga el Anticristo, ya sabéis, lo que retarda la venida del Señor, para que ésta aparezca finalmente a su tiempo; sabéis, pues, que no es otro sino que el Anticristo que todavía no apareció; v. 7 pues en efecto, la iniquidad ya ejerce su fuerza, pero solamente en forma oculta, hasta que el que retarda la venida del Señor, ὁ κατέχων, es decir, el anticristo, surja o nazca del medio de esta iniquidad, v. 8 y entonces se manifestará aquel inicuo, el anticristo, etc. Esta sentencia Padovani la juzga la más probable y Cornely (Analyses libr. S. N.T. ad h.l.) dice que no es improbable”.

Y luego acepta lo que tiene de positiva cuando dice:

“Esta sentencia tiene una ventaja y es que el y ahora del v. 6 fluye fácilmente, incluso en sentido lógico: por aquello que os acabo de decir ahora sabéis lo que detiene”.

Sin embargo, a renglón seguido comienza con las objeciones que dividiremos una a una a fin de analizarlas mejor.

Pero antes tengamos presente el texto completo del capítulo II sobre el cual versan las dificultades:


1. Os rogamos, hermanos, con respecto a la Parusía de Nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión a Él
2. que no pronto os mováis del entendimiento, ni os turbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por epístola, como nuestra: como que presente (esté) el día del Señor.
3. Nadie os engañe en alguna manera: si no viniere la apostasía primero y se revelare el hombre de la iniquidad, el hijo de la perdición;
4. el que se opone y levanta sobre todo el que se dice Dios o numen; hasta él en el Santuario de Dios sentarse, probándose a sí mismo que es Dios—
5. ¿No recordáis que, todavía estando con vosotros, esto os decía?
6. Y ahora lo que detiene, sabéis, para que él se revele en el tiempo suyo.
7. En efecto, el misterio ya está obrando de iniquidad; sólo el que detiene ahora, hasta que del medio surja.
8. Y entonces se revelará el inicuo, a quien el Señor Jesús matará por el aliento (lit. espíritu) de su boca y anulará por la manifestación de su parusía;
9. (aquel inicuo) cuya parusía es, según operación de Satanás con toda virtud y señales y prodigios de mentira;
10. y en todo engaño de injusticia para los que perecen; por cuanto el amor de la verdad no recibieron para salvarse.
11. Y por esto envíales Dios operación de error para que crean a la mentira;
12. para que sean juzgados todos los que no creyeron a la verdad, sino que complacieron a la injusticia.
13. Mas nosotros debemos agradecer a Dios siempre por vosotros, hermanos amados del Señor, porque os eligió Dios desde el principio para salvación en santificación de espíritu y fe de verdad;
14. para lo cual también os llamó por nuestro Evangelio, para (la) obtención de (la) gloria de nuestro Señor Jesucristo.
15. Así, pues, hermanos, estad firmes y retened las tradiciones que se os han enseñado; sea de palabra sea por epístola nuestra.
16. Y el mismo Señor nuestro Jesucristo y el Dios y Padre nuestro; el que nos amó y dio consolación eterna y esperanza buena en gracia;
17. consuele vuestros corazones y confirme en toda obra y palabra buena.

Comienza el autor objetando:

Pero impedir o detener la venida del Señor, para que él, el Señor, se revele finalmente a su tiempo, eso no puede admitirse. Pues, per se, parecería que no se podría ni tolerar el sorprendente pensamiento que el Señor quiera como aparecer, pero es impedido por el Anticristo, para que finalmente a su tiempo determinado, no antes, aparezca. Pues en el mundo las cosas se impiden a veces entre sí, pero de ningún modo se puede decir que se impida a Dios, el decreto de Dios, etc.”.

Esta razón nos parece de muy poco peso y caben aquí, a primera vista, un par de respuestas:

a) En primer lugar una traducción posible del katéjon, dada incluso por autores que no defienden esta teoría, es demorar, lo cual corta de raíz cualquier tipo de problemas.

b) ¿De dónde saca el autor esa voluntad de Cristo de aparecer y que es impedido?


c) Por último, supuesta la voluntad de Dios y su consiguiente revelación de no aparecer antes de la venida del Anticristo, ¿por qué no se podría decir que la venida del Anticristo impide la de Cristo?