2. Y vi y he aquí un caballo blanco y el sentado sobre él tenía un arco y
se le dio una corona y salió venciendo y para vencer.
Notas Lingüísticas:
Zerwick:
“στέφανος: corona (del vencedor)”.
Zorell:
“στέφανος: “corona, guirnalda Mt. XXVII, 29; como
signo de victoria y alegría festiva I Cor. IX, 25; Apoc. VI, 2.
Metafóricamente: premio…”.
Zorell:
“διαδήματα”: “carácter distintivo de la cabeza regia”.
No
confundir, pues, ambas coronas.
Allo:
"καὶ ἵνα νικήσῃ
(y para vencer): no es una repetición ociosa pues se trata de un
nuevo desarrollo de la victoria, cfr. Jn. X, 38: "ἵνα γνῶτε καὶ γινώσκητε:
"para que reconozcáis y sigáis reconociendo…" Abbott, Joh. Gram.
2511".
Comentario:
Straubinger:
“Este primer jinete sería, en la opinión antigua, el mismo Cristo. Según
Allo, si no es el Verbo mismo, como en XIX, 11 ss, es, por lo menos, el
curso victorioso del evangelio a través del mundo (…) pero si así fuera ¿cómo
conciliar ese triunfo del Evangelio con todo el cuadro catastrófico de la
escatología apocalíptica y las palabras de Jesús en Mt. XXIV, 9 ss; Lc.
XVIII, 8; Jn. XV, 20 s; 16, 2 s. etc? Buzy y otros ven
aquí al ángel de la guerra, en tanto que Fillion hace notar que, faltando
todavía muchas calamidades antes de la Venida de Cristo en el cap. XIX
(cf. II Tes. II, 3 ss), este guerrero cuyo caballo blanco imita al de
Jesús en XIX, 11, “personifica la ambición y el espíritu de
conquista que ocasionan tantos dolores”. Adherimos a esta opinión que hoy
parece ser comprobada en lo espiritual y aún en lo temporal por la historia
contemporánea (…) Los cuatro caballos recuerdan la visión de Zac.
I, 8; VI, 1 ss donde, como bien dice Pirot, simbolizan calamidades contra los
enemigos del pueblo de Israel y no es verosímil que en los tres septenarios
-sellos, trompetas, copas (cfr. V, 1 y nota)- sólo un elemento sea heterogéneo.
¿No hemos de ver, pues, con varios modernos, en este jefe conquistador
semejante al de Daniel (Dn. VII, 21.25; IX, 26s. etc.), al mismo Anticristo
del cap. XIII?
Los
colores de los caballos señalan en la terminología de los apocalípticos,
los cuatro rumbos o partes del mundo: blanco, el oriente; bermejo el
norte; negro el sur; pálido el oeste; y al mismo tiempo
simbolizan los grandes acontecimientos y plagas que provocan sus jinetes. El caballo
color de fuego significa la guerra; el negro el hambre; en el
pálido el nombre de la muerte representa la peste (Fillion, Buzy,
Gelin), mientras el Hades o Scheol, personificado como en XX, 4, sigue
detrás para recoger las víctimas”.