lunes, 16 de junio de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXI, 21-22

 21. Y las doce puertas, doce perlas; cada una de las puertas era de una perla y la plaza de la ciudad, oro puro, como cristal transparente.

 Concordancias:

 Δώδεκα (doce): cfr. Mt. XIX, 28; Hech. VII, 8; Sant. I, 1; Apoc. XII, 1; XXI, 12-14.16; XXII, 2.

 Πυλῶνας (puertas): cfr. Apoc. XXI, 12-13.15.25; XXII, 14.

 Μαργαρῖται (perlas): cfr. Mt. VII, 6; XIII, 45-46; I Tim. II, 9; Apoc. XVII, 4; XVIII, 12.16.

  πλατεῖα (la plaza): cfr. Mt. VI, 5; XII, 19; Lc. XIII, 26; XIV, 21; Apoc. XI, 8; XXII, 2.

 Πόλεως (ciudad): cfr. Mt. IV, 5; XXI, 10.18; XXII, 7; XXVI, 18; XXVII, 53; XXVIII, 11; Mc. XI, 19; XIV, 13.16; Lc. XIX, 41; XXII, 10; XXIII, 19; XXIV, 49; Jn. XIX, 20; Hech. IV, 27; VII, 58; XII, 10; XXI, 29-30; XXII, 3; XXIV, 12; Apoc. III, 12; XI, 2.8.13; XIV, 20; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 10.16.18-19.21; XX, 9; XXI, 2.10.14-16.18-19.23; XXII, 14.19. Ver Heb. XI, 10.16; XII, 22; XIII, 14.

 Χρυσίον (oro): cfr. I Ped. I, 7; Apoc. III, 18; XVII, 4; XVIII, 16; XXI, 18.

 Καθαρὸν (puro): cfr. Apoc. XV, 6 (ángeles con las copas); XIX, 8 (Esposa del Cordero - Jerusalén Celeste).14 (ejércitos celestes); XXI, 18 (Jerusalén Celeste).

 Ὑάλῳ (cristal): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XXI, 18.

 Διαυγής (transparente): Hápax en el Apoc. Ver II Ped. I, 19.

  

Comentario:

 Notar que en XXI, 18 el cristal es puro.

 Bartina: “Las doce puertas monumentales eran doce perlas (Μαργαρῖται). El rabinismo especula sobre perlas colosales, lo cual supone una tradición constante (Str.-B., III, 851s.). Es posible que por perlas se haya de entender no sólo la distinta calidad y clase de las estrictamente comprendidas bajo este nombre, sino algo más lato, como nácar, coral y otros productos valiosos marinos, porque una por una, distributivamente (ἀνὰ), cada una (εἷς ἕκαστος) de las doce puertas era una sola perla, de clase distinta”.

martes, 3 de junio de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXI, 19-20

 19. Los fundamentos del muro de la ciudad, con toda piedra preciosa adornados: el fundamento, el primero, jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, calcedonia; el cuarto, esmeralda. 20. el quinto, sardónice; el sexto, sardonio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el nono, topacio; el décimo, crisóprasa; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista,

Concordancias:

 Θεμέλιοι (fundamentos): cfr. Lc. VI, 48-49; Ef. II, 20; Heb. XI, 10; Apoc. XXI, 14. Ver Lc. XIV, 29.

 Τείχους (del muro): cfr. Apoc. XXI, 12.14-15.17-18. Ver Hech. IX, 25; II Cor. XI, 33; Heb. XI, 30.

 Τῆς πόλεως (de la ciudad): cfr. Mt. IV, 5; XXI, 10.18; XXII, 7; XXVI, 18; XXVII, 53; XXVIII, 11; Mc. XI, 19; XIV, 13.16; Lc. XIX, 41; XXII, 10; XXIII, 19; XXIV, 49; Jn. XIX, 20; Hech. IV, 27; VII, 58; XII, 10; XXI, 29-30; XXII, 3; XXIV, 12; Apoc. III, 12; XI, 2.8.13; XIV, 20; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 10.16.18-19.21; XX, 9; XXI, 2.10.14-16.18.21.23; XXII, 14.19. Ver Heb. XI, 10.16; XII, 22; XIII, 14.

 Λίθῳ (piedra): cfr. I Cor. III, 12; Apoc. IV, 3; XVII, 4; XVIII, 12.16.21; XXI, 11.

 τιμίῳ (preciosa): cfr. I Cor. III, 12; Apoc. XVII, 4; XVIII, 12.16; XXI, 11.

 Λίθῳ τιμίῳ (piedra preciosa): cfr. Dan. XI, 38; Apoc. XVII, 4; XVIII, 12.16; XXI, 11.

 Κεκοσμημένοι (adornados): cfr. Mt. XXV, 7; Apoc. XXI, 2. Ver Mt. XII, 44; Lc. XI, 25; XXI, 5; I Tim. II, 9-10; I Ped. III, 5.

 Ἴασπις (jaspe): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. IV, 3; XXI, 11.18.

 Σάπφιρος (zafiro): Hápax absoluto.

 Χαλκηδών (calcedonia): Hápax absoluto.

 Σμάραγδος (esmeralda): cfr. Apoc. IV, 3 (σμαραγδίνῳ).

 Σαρδόνυξ (sardónice): Hápax absoluto.

 ἕκτος (sexto): cfr. Apoc. VI, 12; IX, 13-14; XVI, 12.

 Σάρδιον (sardonio): cfr. Apoc. IV, 3.

 ἑβδόμην (séptimo): cfr. Apoc. VIII, 3; X, 7; XI, 15; XVI, 17.

 Χρυσόλιθος (crisólito): Hápax absoluto.

 ὄγδοός (octavo): cfr. Lc. I, 59; Hech. VII, 8; II Ped. II, 5; Apoc. XVII, 11.

viernes, 30 de mayo de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXI, 18

 18. Y la estructura de su muro, jaspe; y la ciudad, oro puro, semejante a cristal puro.

 Concordancias:

  ἐνδώμησις (estructura): Hápax absoluto.

 Τείχους (muro): cfr. Apoc. XXI, 12.14-15.17.19. Ver Hech. IX, 25; II Cor. XI, 33; Heb. XI, 30.

 Ἴασπις (jaspe): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. IV, 3; XXI, 11.19.

  πόλις (la ciudad): cfr. Mt. IV, 5; XXI, 10.18; XXII, 7; XXVI, 18; XXVII, 53; XXVIII, 11; Mc. XI, 19; XIV, 13.16; Lc. XIX, 41; XXII, 10; XXIII, 19; XXIV, 49; Jn. XIX, 20; Hech. IV, 27; VII, 58; XII, 10; XXI, 29-30; XXII, 3; XXIV, 12; Apoc. III, 12; XI, 2.8.13; XIV, 20; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 10.16.18-19.21; XX, 9; XXI, 2.10.14-15-16.19.21.23; XXII, 14.19. Ver Heb. XI, 10.16; XII, 22; XIII, 14.

 Χρυσίον (oro): cfr. I Ped. I, 7; Apoc. III, 18; XVII, 4; XVIII, 16; XXI, 21.

 Καθαρὸν (puro): cfr. Apoc. XV, 6 (ángeles con las copas); XIX, 8 (Esposa del Cordero - Jerusalén Celeste).14 (ejércitos celestes); XXI, 21 (Jerusalén Celeste).

 Ὅμοιον (semejante): cfr. Apoc. I, 13.15; II, 18; IV, 3.6-7; IX, 7.10.19; XI, 1; XIII, 2.4.11; XIV, 14; XVIII, 18; XXI, 11.

 Ὑάλῳ (cristal): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XXI, 21.

 

 Notas Lingüísticas:

 Ὅμοιον (semejante): se refiere al oro, que también es neutro y no a la ciudad, que es femenino.

 Zerwick: ἐν-δώμησις: estructura (¿subestructura?). ¿Tal vez los materiales?”.

 

 Comentario:

 Notar que en XXI, 21 se dice del cristal que es transparente.

lunes, 26 de mayo de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXI, 17

17. Y midió su muro: ciento cuarenta y cuatro codos, medida de hombre, la que es de ángel.

 

Concordancias:

 Ἐμέτρησεν (midió): cfr. Apoc. XI, 1-2; XXI, 15-16.

 Τεῖχος (muro): cfr. Apoc. XXI, 12.14-15.18-19. Ver Hech. IX, 25; II Cor. XI, 33; Heb. XI, 30.

 ἑκατὸν τεσσεράκοντα τεσσάρων (ciento cuarenta y cuatro): Ver Apoc. VII, 4; XIV, 1.3.

 πηχῶν (codos): Hápax en el Apoc.

 Μέτρον (medida): cfr. Apoc. XXI, 15.

 

Notas Lingüísticas:

Zerwick: ὅ ἐστιν = esto es (!?)”.

 

Comentario:

 1 Codo = 0, 45 m. aprox.

 144 codos = unos 70 mts.

 Allo: Μέτρον ἀνθρώπου (medida de hombre): cfr. XIII, 18: “ἀριθμὸς γὰρ ἀνθρώπου (cifra de hombre).

 Bover: “Empleada por el ángel”.

 Straubinger: “Que es (también medida) de ángel”.

 Wikenhauser: “Según la medida humana, que era la del ángel”.

 Wikenhauser: “En contraste con la altura imponente de la ciudad, la de los muros es realmente modesta: 144 codos, que equivalen a unos 75 metros. El número 144 es, una vez más, el cuadrado de 12. Esta desproporción parece dar a entender que los muros no se consideran como defensa de la ciudad, sino como límite que separa del resto del país”.

 Mac Arthur – Mills – Morris (citados por Garland): “Puesto que se dice que el muro es “grande y alto” (XXI, 12) y la ciudad es de una altura inmensa, muy probablemente esta dimensión es de la anchura”.

 Alápide: “Mensus est”, a saber, la altura del muro. Pues que en longitud y en latitud era igual, y que tenía tres mil estadios consta por lo dicho en el v. 16. Allí dijo que todo el ámbito del muro y de la ciudad contiene doce mil estadios, y que además la ciudad es cuadrada, con los cuatro lados iguales. De aquí se sigue que el lado de la ciudad, tanto de longitud como de latitud, es de tres mil estadios. Los muros de Babilonia tenían doscientos codos de altura”.

 Fillion: “La frase mensura… quae… significa simplemente que las dimensiones que acaban de ser notadas deben ser tomadas según los cálculos ordinarios del hombre, aunque hayan sido hechos por un ángel. Más arriba, en XIII, 18b hemos encontrado una expresión similar”.

 Jünemann: “La medida que usó el ángel era de hombre, medida común”.

 Swete: “Los muros de la ciudad no son para defensa, pues ya no hay más enemigos. Is. LIV, 14”.

 Calmet: “Medida de hombre, la que es de ángel: es decir, que el ángel se servía de codos y medidas ordinarias en toda esta medición. Es una observación necesaria, a fin de que nadie se imagine que los codos y estadios de los que habla, son distintas a las que conocemos”.     

jueves, 22 de mayo de 2025

El Reino del miedo, por Mgdalena Chasles (reseña)

 Magdalena Chasles, El reino del miedo

(Reseña)

CJ Traducciones, 2025, pp. 231

 



“El reino del miedo, estudio bíblico y psicológico”, es el título completo de esta obra, cuya autora apenas si precisa presentación (ver ACÁ lo que hemos publicado de la autora y ACÁ el resto de sus libros).

 Para presentarlo, nada mejor que dejar hablar a la autora, gran conocedora de la naturaleza humana, como también de las Sagradas Escrituras, y que nos lleva, sin mayores problemas, a través de un tema tan importante como actual, el del miedo, causa de tantas caídas a través de la historia humana.

 Después de trazar la historia del miedo a través de la Biblia y de describirla en la modernidad (¿qué diría hoy en día con todo lo que ha avanzado la tecnología y sus infinitas aplicaciones?), dedica la tercera parte de su obra a darnos el remedio para luchar contra este formidable enemigo.

 Baste con citas sus palabras tomadas de la introducción para hacerse una idea de la obra:

 

“Cuando llegó la hora de dejar a sus discípulos, Cristo Jesús les dirigió estas palabras: «No se turbe vuestro corazón» (Jn. XIV, 1).

Sin embargo, unos días antes, había dicho: «Mi alma está turbada» (Jn. XII, 27) y, durante la última cena, al señalar a Judas, quien lo traicionaría, «Jesús se turbó en su espíritu» (Jn. XIII, 21). Unas horas más tarde, en Getsemaní, la turbación, la angustia y el temor cayeron sobre Él (Mc. XIV, 33-34).

¿Cómo explicar la sorprendente contradicción que parece desprenderse de estos textos evangélicos: la turbación de Cristo y la paz que ofrece a sus discípulos? ¿El espanto que se apodera de todo su ser, mientras proclama: «No se turbe vuestro corazón»?

Es para intentar arrojar alguna luz sobre el misterio de estas contradicciones –que se encuentran en diversos grados en toda la Biblia– y sobre las de nuestras propias vidas, que buscaremos el origen del Reino del Miedo.

Seguiremos entonces el «hilo negro» de la angustia a través del Libro sagrado, así como en nuestro mundo moderno...

Si Jesús fue turbado en los últimos días de su vida es porque aceptó, por amor, llevar nuestra inquietud humana para absorberla en su victoria.

Es porque quiso sufrir la prueba de la fuerza satánica, del «príncipe de este mundo», el príncipe del miedo.

Es porque aceptó la muerte, para triunfar definitivamente de todas las potestades malvadas aliadas contra nosotros, y hacer de sus redimidos vencedores junto con Él: vencedores del pecado, de la muerte, de Satanás, pero también, y por ello mismo, de todos los miedos, de todas las ansiedades que nos importunan y paralizan.

La derrota aparente de Jesucristo en el Calvario es nuestra victoria.

Su muerte venció a la muerte.

El miedo que quiso conocer mató al miedo.

sábado, 17 de mayo de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXI, 16

 16. Y la ciudad cuadrangular está puesta y su longitud cuanta su latitud. Y midió la ciudad con la caña hasta estadios doce mil: su longitud y latitud y altura iguales son.

 Concordancias:

  πόλις (la ciudad): cfr. Mt. IV, 5; XXI, 10.18; XXII, 7; XXVI, 18; XXVII, 53; XXVIII, 11; Mc. XI, 19; XIV, 13.16; Lc. XIX, 41; XXII, 10; XXIII, 19; XXIV, 49; Jn. XIX, 20; Hech. IV, 27; VII, 58; XII, 10; XXI, 29-30; XXII, 3; XXIV, 12; Apoc. III, 12; XI, 2.8.13; XIV, 20; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 10.16.18-19.21; XX, 9; XXI, 2.10.14-15.18-19.21.23; XXII, 14.19. Ver Heb. XI, 10.16; XII, 22; XIII, 14.

 Τετράγωνος (cuadrada): Hápax absoluto.

 Κεῖται (está puesta): cfr. Mt. V, 14; I Cor. III, 11; Apoc. IV, 4. Ver Mt. III, 10; Lc. III, 9; Lc. XII, 19.

 Τὸ μῆκος (longitud): Hápax en el Apoc. cfr. Ef. III, 18.

 ὅσον (cuanta): cfr. Apoc. I, 2; II, 24; III, 19; XIII, 15; XVIII, 7.17.

 Τὸ πλάτος (latitud): cfr. Ef. III, 18; Apoc. XX, 9.

 Ἐμέτρησεν (midió): cfr. Apoc. XI, 1-2; XXI, 15.17.

 Τῷ κάλαμον (caña): cfr. Apoc. XI, 1; XXI, 15.

 Σταδίων (estadios): cfr. Mt. XIV, 24; Lc. XXIV, 13; Jn. VI, 19; XI, 18; Apoc. XIV, 20.

 Δώδεκα χιλιάδων (doce mil): cfr. Apoc. VII, 5-8.

 Τὸ ὕψος (la altura): Hápax en el Apocalipsis. cfr. Ef. III, 18.

 Ἴσα (igual): Hápax en el Apocalipsis. cfr. Mt. XX, 12.

  

Notas Lingüísticas:

 Abel (51y): “ἐπὶ: el sentido hasta, que es clásico, se encuentra en Apoc. XXI, 16”.

  

Citas Bíblicas:

 Ez. XLVIII, 16: “Y éstas serán sus medidas: Al lado del norte, cuatro mil quinientas (medidas); al lado del sur, cuatro mil quinientas; al lado del oriente, cuatro mil quinientas; y al lado del occidente, cuatro mil quinientas”.

 

 Comentario:

martes, 13 de mayo de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXI, 15

 15. Y el que hablaba conmigo tenía una medida, una caña de oro, para medir la ciudad y sus puertas y su muro.

 Concordancias:

 λαλῶν (hablaba): cfr. Apoc. I, 12; IV, 1; X, 3-4; XVII, 1; XXI, 9 (siempre San Gabriel excepto X, 8). Ver Apoc. XIII, 5.11.15. 

Μέτρον (medida): cfr. Apoc. XXI, 17.

 Κάλαμον (caña): cfr. Apoc. XI, 1; XXI, 16.

 Χρυσοῦν (de oro): cfr. Apoc. I, 12.13.20; II, 1; IV, 4; V, 8; VIII, 3; IX, 13.20; XIV, 14; XV, 6-7; XVII, 4.

 Μετρήσῃ (medir): cfr. Apoc. XI, 1-2; XXI, 16-17.

 Τὴν πόλιν (la ciudad): cfr. Mt. IV, 5; XXI, 10.18; XXII, 7; XXVI, 18; XXVII, 53; XXVIII, 11; Mc. XI, 19; XIV, 13.16; Lc. XIX, 41; XXII, 10; XXIII, 19; XXIV, 49; Jn. XIX, 20; Hech. IV, 27; VII, 58; XII, 10; XXI, 29-30; XXII, 3; XXIV, 12; Apoc. III, 12; XI, 2.8.13; XIV, 20; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 10.16.18-19.21; XX, 9; XXI, 2.10.14.16.18-19.21.23; XXII, 14.19. Ver Heb. XI, 10.16; XII, 22; XIII, 14.

 Πυλῶνας (puertas): cfr. Apoc. XXI, 12-13.21.25; XXII, 14.

 Τεῖχος (muro): cfr. Apoc. XXI, 12.14.17-19. Ver Hech. IX, 25; II Cor. XI, 33; Heb. XI, 30.

      

Comentario:

 Sobre la medición de la Jerusalén Terrena cfr. Zac. II, 1-5; sobre el Templo bajo Elías, Apoc. XI, 1-2; sobre el Templo en la Jerusalén Terrena restaurada Ez. XL, 3.48; XLI, etc.

 Gelin: “La medición no tiene por fin garantizar la ciudad, ni preparar su construcción, sino hacerla admirar. La regla de medir está tomada de Ez. XL, 3-5”.

 Wikenhauser: “En presencia del vidente, el ángel mide la ciudad y sus muros con una caña de oro, empleando un sistema métrico igual al que usan los hombres (v. 17b). La planta de la ciudad es cuadrada, tal como era, a decir de Heródoto, la antigua Babilonia, y según Diodoro Sículo, la antigua Nínive. Entre los griegos, el cuadrado era el símbolo de la perfección. Cada uno de los lados de la ciudad de Dios alcanza la longitud de doce mil estadios, lo que equivale a unos dos mil trescientos kilómetros. Es el número de las tribus de Israel multiplicado por mil, símbolo de multitud. Se dice además que la longitud, la anchura y la altura de la ciudad poseen las mismas dimensiones, de suerte que el conjunto presenta la forma de un cubo. Es de observar, sin embargo, que esta forma sólo podría realizarse en un edificio, pero no en toda una ciudad; esto lleva a pensar que tanto la forma cúbica como las proporciones gigantescas de la ciudad tienen simplemente valor simbólico. En efecto, el cubo, como el cuadrado, es también símbolo de perfección: así, en el templo de Salomón el Santo de los santos presenta también forma cúbica. Construida así, la nueva Jerusalén es como una réplica del santo de los santos del templo salomónico”.

 Alápide:Et portas ejus: ergo, el ángel también midió estas puertas con su medida, aunque no lo diga San Juan. Pero ¿por qué calló? Alcázar responde que lo hace porque las puertas de la Jerusalén Celeste son angostas según aquello de Mt. VII, 13: “Entrad por la puerta angosta” y “Angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida”. Calla pues estas puertas angostas ya que no hacen a la magnificencia de la ciudad, sobre la que Juan pretende describir”.