15. Y el que hablaba conmigo tenía una medida, una caña de oro, para
medir la ciudad y sus puertas y su muro.
Concordancias:
λαλῶν
(hablaba): cfr. Apoc. I, 12; IV, 1; X, 3-4; XVII, 1; XXI, 9 (siempre
San Gabriel excepto X, 8). Ver Apoc. XIII, 5.11.15.
Μέτρον (medida):
cfr. Apoc. XXI, 17.
Κάλαμον (caña):
cfr. Apoc. XI, 1; XXI, 16.
Χρυσοῦν (de oro):
cfr. Apoc. I, 12.13.20; II, 1; IV, 4;
V, 8; VIII, 3; IX, 13.20; XIV, 14; XV, 6-7; XVII, 4.
Μετρήσῃ (medir):
cfr. Apoc. XI, 1-2; XXI, 16-17.
Τὴν πόλιν
(la ciudad): cfr. Mt. IV, 5; XXI, 10.18; XXII, 7; XXVI, 18;
XXVII, 53; XXVIII, 11; Mc. XI, 19; XIV, 13.16; Lc. XIX, 41; XXII, 10; XXIII,
19; XXIV, 49; Jn. XIX, 20; Hech. IV, 27; VII, 58; XII, 10; XXI, 29-30; XXII, 3;
XXIV, 12; Apoc. III, 12; XI, 2.8.13; XIV,
20; XVI, 19; XVII, 18; XVIII, 10.16.18-19.21; XX, 9; XXI, 2.10.14.16.18-19.21.23;
XXII, 14.19. Ver
Heb. XI, 10.16; XII, 22; XIII, 14.
Πυλῶνας (puertas):
cfr. Apoc. XXI, 12-13.21.25; XXII, 14.
Τεῖχος (muro):
cfr. Apoc. XXI, 12.14.17-19. Ver Hech. IX, 25; II Cor. XI, 33; Heb.
XI, 30.
Comentario:
Sobre
la medición de la Jerusalén Terrena cfr. Zac. II, 1-5; sobre el
Templo bajo Elías, Apoc. XI, 1-2; sobre el Templo en la Jerusalén
Terrena restaurada Ez. XL, 3.48; XLI, etc.
Gelin: “La medición no tiene por fin garantizar la
ciudad, ni preparar su construcción, sino hacerla admirar. La regla de
medir está tomada de Ez. XL, 3-5”.
Wikenhauser: “En presencia del vidente, el ángel mide la ciudad
y sus muros con una caña de oro, empleando un sistema métrico igual al que usan
los hombres (v. 17b). La planta de la ciudad es cuadrada, tal como era, a decir
de Heródoto, la antigua Babilonia, y según Diodoro Sículo, la antigua Nínive.
Entre los griegos, el cuadrado era el símbolo de la perfección. Cada uno de los
lados de la ciudad de Dios alcanza la longitud de doce mil estadios, lo que
equivale a unos dos mil trescientos kilómetros. Es el número de las
tribus de Israel multiplicado por mil, símbolo de multitud. Se dice además
que la longitud, la anchura y la altura de la ciudad poseen las mismas dimensiones,
de suerte que el conjunto presenta la forma de un cubo. Es de observar, sin
embargo, que esta forma sólo podría realizarse en un edificio, pero no en toda
una ciudad; esto lleva a pensar que tanto la forma cúbica como las proporciones
gigantescas de la ciudad tienen simplemente valor simbólico. En efecto, el
cubo, como el cuadrado, es también símbolo de perfección: así, en el templo de
Salomón el Santo de los santos presenta también forma cúbica. Construida así,
la nueva Jerusalén es como una réplica del santo de los santos del templo
salomónico”.
Alápide: “Et portas
ejus: ergo, el ángel también midió estas puertas con su medida, aunque
no lo diga San Juan. Pero ¿por qué calló? Alcázar responde que lo hace porque
las puertas de la Jerusalén Celeste son angostas según aquello de Mt. VII, 13:
“Entrad por la puerta angosta” y “Angosta es la puerta y estrecho el camino que
lleva a la vida”. Calla pues estas puertas angostas ya que no hacen a la
magnificencia de la ciudad, sobre la que Juan pretende describir”.