IX.
Los Siervos
Creemos que bajo el nombre genérico de “los siervos”
se esconden algunos grupos de los que ya hemos hablado antes, a saber, los
Profetas y los Santos, más algunos otros.
Primero tengamos presente los textos en que son
nombrados y luego veamos si se puede encontrar alguna cosa de interés.
Apoc. I, 1:
“Revelación de Jesucristo, que le dio Dios para mostrar a los siervos suyos
“lo que debe suceder en breve”, y significó enviando por medio del Ángel
suyo al siervo suyo, Juan…”.
Apoc. VII, 3:
“No dañéis la tierra, ni el
mar, ni los árboles, hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios
en sus frentes”.
Apoc. X, 7: “…sino que en los días de la voz del séptimo ángel,
cuando vaya a trompetear, también se consumó el misterio de Dios como
evangelizó a sus siervos los profetas”.
Apoc. XI, 18:
“Y las naciones se airaron y vino tu ira y el
tiempo para que los muertos sean juzgados; y para dar la recompensa a tus
siervos: los profetas y los santos; y a los que temen tu Nombre: los
pequeños y los grandes; y para destruir a los que destruyen la tierra”.
Apoc. XIX, 1-2:
“Después de esto oí como voz grande de multitud
copiosa en el cielo que decían: “¡Aleluya! La salud y la gloria y el poder de
nuestro Dios; porque verdaderos y
justos (son) sus juicios, porque ha
juzgado a la ramera, la grande, que corrompía la tierra con su fornicación y ha
vengado la sangre de sus siervos, de su mano”.
Apoc. XIX,
5: “Y una voz desde el trono salió diciendo: “Alabad
a nuestro Dios, todos sus siervos y los que le temen, los pequeños y los
grandes”.
Apoc. XXII, 3:
“Y ninguna maldición habrá ya
y el trono de Dios y del Cordero en ella estará y sus siervos (de Dios) le servirán”.
Apoc. XXII, 6:
“Y díjome: “Éstas, las
palabras (son) fieles y verdaderas; y
Yahvé, el Dios de los espíritus de los profetas, envió su ángel para
mostrar a sus siervos “lo que debe suceder en breve”.
***
Bueno, por ahora veamos los textos que no causan
mayores dificultades:
1) En VII, 3 todo parece indicar que esos
siervos coinciden con la Mujer que huye al desierto, es decir con los 144.000
sellados de las doce tribus de Israel y que se identifica con el sexto
sello[1].
2) Sobre X, 7 ya habíamos hablado antes
al desarrollar los Profetas, donde decíamos:
“Los dos Profetas serán los encargados principales de Testimoniar la
próxima venida del Reino de Jesucristo y los mártires del quinto sello
serían algo así como sus discípulos, aquellos que deberán predicar el Evangelio
del Reino ante gobernadores y reyes (Mc. XIII, 9; Mt. X, 18).
Estos
Mártires del quinto Sello serán algo así como los predicadores de los
cuales se valdrán los dos Testigos para anunciar al mundo entero la inminente
venida de Nuestro Señor[2].
3) En XIX, 2 vemos que el juicio de la gran ramera se da como
castigo por haber derramado la sangre de
sus siervos, con lo cual este grupo no puede ser sino los Mártires del
Anticristo, a quienes se les pide que alaben a Dios en el v. 5.
4) XXII, 3 puede referirse sea a los dos Testigos, los Mártires
del quinto Sello o los del Anticristo, sea a todos los que tengan parte en
la primera resurrección. Creemos que el texto solamente habla de la primera
opción, pero sin negar necesariamente el hecho de que otros tomen parte en ella.
5) En XXII, 6 vemos la misma construcción que en I, 1.
Creemos que en ambos casos se refiere principalmente
a los dos Testigos y a los Mártires del quinto Sello.
6) Nos resta por ver los siervos de los capítulos
XI y XIX.
Veamos
de nuevo los textos:
Apoc. XI, 18:
“Y las naciones se airaron y vino tu ira y el
tiempo para que los muertos sean juzgados; y para dar la recompensa a tus
siervos: los profetas y los santos; y a los que temen tu Nombre: los
pequeños y los grandes; y para destruir a los que destruyen la tierra”[3].
La
referencia al Salmo II es reconocida por la mayoría de los autores.
Aquí
tenemos varios grupos:
a) “Tus siervos” puede ser un
término genérico para significar a los “profetas y santos”. Si esto es así
entonces serían los dos Testigos (profetas) más los mártires del
Anticristo.
b) ¿Quiénes son “los que temen (τοῖς φοβουμένοις) tu Nombre”?
Nos parece que este grupo coincide con los que se convierten a la vista del
milagro de la resurrección y asunción de los dos Testigos, ya que el texto paralelo
habla de ellos diciendo:
Apoc.
XIV, 7: “Diciendo con voz grande: “Temed
a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio” y “Postraos
ante el que hizo el cielo y la tierra y mar y fuentes de aguas”. Cfr. Apoc. XI, 13.
Lo más probable es que estos sean muertos por el Anticristo
pues de lo contrario no tendría sentido la advertencia de Nuestro Señor de huir
inmediatamente cuando vean la Abominación de la desolación en el
lugar Santo (Mt. XXIV, 15-20; Mc. XIII, 14-18).
c)
Los pequeños y grandes:
La duda que se presenta acá es si estos “pequeños y
grandes” son los mismos que “los que temen tu Nombre”, como si se tratara de
una explicación.
La
respuesta afirmativa parecería encontrar su apoyo en el cap. XIX, 5
donde dice:
“Y una voz desde el trono salió diciendo: “Alabad a nuestro Dios, todos
sus siervos y los que le temen, los pequeños y los grandes”.
Como
así también en la estructura de la frase donde la conjunción “y” (καὶ) indicaría un cambio de grupo, y así tendríamos:
*
Para que los muertos sean juzgados
y
*
Para dar la recompensa a tus siervos (esto es) los profetas y los
santos.
y
* A
los que temen tu Nombre (esto es) los pequeños y a los grandes.
y
* Para
destruir a los que destruyen la tierra.
Con
lo cual tendríamos aquí cuatro grupos: los muertos, los siervos, los que temen
tu Nombre y los que destruyen la tierra.
Pero
no lo sabemos y esto no es más que una simple conjetura. Lo cierto es que el
inciso “los pequeños y grandes” vuelven a aparecer en el juicio final:
“Y
vi los muertos, los grandes y los pequeños, estando de pie ante el trono
y libros se abrieron, etc.” (XX, 12).
Pero
es casi seguro que no son los mismos, si hemos de admitir el Milenio[4].
Por
último, nos quedan dos grupos.
d) Los muertos. Aquí caben dos posibilidades: o se trata de los
mismos del juicio final (XX, 12) o de algunos réprobos que resucitarán y
serán castigados en cuerpo y alma antes del juicio final, tal como lo
indica Lacunza, y parece desprenderse fácilmente tanto por las palabras
de Nuestro Señor a Caifás (Mt. XXVI, 64; Mc. XIV, 62) como por Dan.
XII, 2.
Nos
inclinamos por esta última opción, pues sería raro que se diga "vino el
tiempo para juzgar a los muertos" y falten todavía mil años para
juzgarlos.
e) Los que destruyen la
tierra puede que se refiera a
Babilonia y a todos sus secuaces, puesto que el cap. XIX, 2 dice:
“Porque
verdaderos y justos (son) sus
juicios, porque ha juzgado a la ramera, la grande, que corrompía la tierra
con su fornicación…”.
***
Hasta
aquí, lector amice, un breve repaso por algunos grupos que hemos podido
encontrar en este hermoso libro que Dios nos legara para nuestro consuelo. A la
espera de que el tiempo nos aclare muchas cosas que todavía permanecen ocultas
y otras tantas que ahora apenas vislumbramos y que a medida se acerquen los
tiempos podremos comprender en toda su amplitud; conforme, pues, se acerquen
los tiempos, la actitud del católico será la de estar cada vez más y más atento
a los signos de los tiempos sabiendo que, como dice el Profeta (Hab.
II, 3):
“La visión tardará en cumplirse hasta el tiempo
fijado, llegará a su fin y no fallará; si tarda espérala. Vendrá con toda
seguridad, sin falta alguna”.
Y,
además, como nos amonesta Pío XII:
“Nuestro deber, el deber del Episcopado, del
clero y de los fieles, es de prepararse espiritualmente por la plegaria y el
ejemplo al futuro encuentro de Cristo con el mundo”.
Vale!
[2] Notemos
al pasar que, en este sentido, y sólo en este sentido (aunque en forma impropia
y un tanto forzada) puede hablarse de los dos Testigos como cuerpo moral, tal como quiere Lacunza.
Sin embargo, el paso del tiempo y los avances tecnológicos
mostraron que la razón que esgrimía el gran exégeta chileno para negar que los
dos Testigos fueran solamente dos personas (imposibilidad que sus cuerpos sean
vistos por todo el mundo) se ha demostrado falsa en nuestros días e
incluso no nos han faltado ejemplos al respecto en los últimos años.
[4] No
siempre que aparece algún “grupo” en el Apocalipsis se trata en todos los casos
del mismo. Por ejemplo, los “siervos” se ven en la iglesia de Tiatira (II,
20), en el juicio de las naciones huyendo de la ira del Cordero (VI, 15),
en los 144.000 sellados del sexto sello (VII, 3), en los que reciben la
marca de la Bestia (XIII, 16), en Moisés (XV, 3) y por último
aparecen en la batalla del Armagedón (XIX, 18).