domingo, 26 de febrero de 2023

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (XVII de XVIII)

 El cardenal Billot se limitaba a recordar la simple enseñanza teológica. Lo que allí decía, otra gran voz, la del cardenal Mercier, lo había recogido en su carta pastoral sobre "El Patriotismo y la Resistencia". 

"En la acepción rigurosa y teológica de la palabra, escribió, el soldado no es un mártir, porque muere con las armas en la mano, mientras que el mártir se entrega, indefenso, a la violencia de sus verdugos… Debe ser un consuelo cristiano para todos nosotros pensar que, no sólo entre los nuestros, sino en cualquier ejército beligerante, obedeciendo de buena fe la disciplina de sus jefes, para servir a una causa que creen justa, pueden beneficiarse de la virtud moral de su sacrificio…". 

En otra parte de su discurso, el cardenal Billot advirtió de otra desviación en la idea que muchos tenían del sacerdote-soldado.

En primer lugar, declaró que estaba lejos de cuestionar el heroísmo de un gran número de sacerdotes y los magníficos ejemplos de valor, abnegación y devoción que muchos de ellos habían dado en beneficio de su ascendencia sobre sus compañeros de armas, y, por lo tanto, también de la influencia apostólica que habían podido ejercer a su alrededor. Son hechos que forman parte de la historia.

Pero el cardenal recuerda, como teólogo e historiador, que la ley que somete al clero a la milicia fue 

"Concebida en el puro espíritu de la hostilidad sectaria a Dios, a la religión, a la Iglesia; que es una ley impía, sacrílega, revolucionaria y atea; en completa oposición al orden establecido por Dios, y, en primer lugar, un ataque a los derechos más sagrados de la Iglesia, y a las inmunidades de las que ha gozado, hasta el día de hoy, entre todos los pueblos y en todos los tiempos… Ni la Inglaterra protestante, ni la Rusia cismática, ni la Alemania luterana, ni la Turquía infiel, por no hablar de Bélgica y Austria, han pensado siquiera en movilizar a los sacerdotes…". 

Esta evocación de los principios de la teología proclamados por los soberanos Pontífices y de las normas del derecho canónico impuestas a los católicos de todo el mundo disgustó a algunos. El cardenal, sin embargo, no tenía necesidad de recibir de nadie ni lecciones de teología ni de patriotismo. Pero los anales de la masonería habían registrado el discurso, y Herriot sintió que debía expresar su indignación, varios años después, por "las observaciones hechas en esta Casa sobre el deber militar de los sacerdotes". ¿Por qué, entonces, habría de dudar alguien en utilizar ese lenguaje delante de teólogos y en un seminario que no había regateado el heroísmo de sus alumnos y que debía tener tantas víctimas nobles de la guerra? Al argumentar que las leyes de la Iglesia prohibían a los clérigos manejar armas y derramar sangre, el orador estaba lejos de afirmar que los clérigos no tenían nada que hacer en el campo de batalla. ¿No hay capellanías militares, enfermerías, ambulancias, socorro a los heridos y a los moribundos, donde se puede prestar servicio al alma y al cuerpo desafiando los mayores peligros?

miércoles, 22 de febrero de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 12

 12. Y la autoridad de la primera Bestia todo hace delante de ella y hace que la tierra y los que en ella habitan adoren a la Bestia, la primera, de la cual se curó la plaga, la mortal, suya. 

Concordancias: 

ἐξουσίαν (autoridad): cfr. Apoc. II, 26; VI, 8; IX, 3.10.19; XI, 6; XII, 10; XIII, 2.4-5.7; XIV, 18; XVI, 9; XVII, 12-13; XVIII, 1; XX, 6; XXII, 14.

 θηρίου (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-4.11.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2. 

ἐνώπιον (delante): cfr. Apoc. I, 4; II, 14; III, 2.5.8-9; IV, 5-6.10; V, 8; VII, 9.11.15; VIII, 2-4; IX, 13; XI, 4.16; XII, 4.10; XIII, 13-14; XIV, 3.5.10; XV, 4; XVI, 19; XIX, 20; XX, 12. 

γῆν (tierra): cfr. Apoc. I, 5.7; III, 10; V, 3.6.10.13; VI, 4.8.10.13.15; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX 1.3-4; X, 2.5-6.8; XI, 4.6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 3.8.11.13-14; XIV, 3.6-7; 15-16.18-19; XVI, 1-2.18; XVII, 2.5.8.18; XVIII, 1.3.9.11.23-24; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24. 

κατοικοῦντας (habitan): cfr. Apoc. III, 10; VI, 10; VIII, 13; XI, 10; XIII, 8.14; XIV, 6; XVII, 2.8. 

Προσκυνήσουσιν (adorar): cfr. Apoc. IX, 20; XIII, 8; XIV, 9-11; XX, 4. (Parecería que siempre en sentido peyorativo de idolatría).

 Veneración: Apoc. III, 9; IV, 10; V, 14; VII, 11; XI, 16; XIII, 4.15; XIV, 7; XVI, 2; XIX, 4.10.20; XXII, 8-9. 

Duda: Apoc. XI, 1; XV, 4. 

Cfr. Apoc. XIX, 10. 

ἐθεραπεύθη (se curó): cfr. Apoc. XIII, 3. 

πληγὴ (plaga): cfr. Lc. X, 30; XII, 48; Apoc. IX, 18.20; XI, 6; XIII, 3.14; XV, 1.6.8; XVI, 9.21; XVIII, 4.8; XXI, 9; XXII, 18. 

θάνατον - θανάτου (muerte): cfr. Apoc. I, 18; IX, 6 (?); XX, 13.14 (muerte y hades); II, 11; XX, 6; XXI, 8 (segunda muerte); II, 23; VI, 8; XVIII, 8 (?) (peste); II, 10; XI, 17; XIII, 3; XXI, 4 (muerte). 

 

Comentario: 

“La tierra y los que en ella habitan” parece ser sinónimo de “los habitantes de la tierra”, ya que adoran con culto de latría a la Bestia. 

He aquí el Cristo” (Mt. XXIV, 23; Mc. XIII, 21) parece ser el grito con el cual hace que los habitantes de la tierra adoren con culto de latría a la Bestia, y que el resto de las personas se postren ante ella. 

Allo: “La curación de la herida mortal es la causa que hace que la tierra entera adore a la Bestia; la “Bestia” y la “Cabeza” se identifican, pues, aquí. 

Wikenhauser: “Esta Bestia no es una entidad política, sino espiritual y religiosa, y está totalmente al servicio de la potencia política simbolizada en la primera Bestia, con cuyo poder puede contar sin restricciones. Su misión específica consiste en propagar el culto de la primera Bestia, a la que rodea de una aureola de religiosidad, tratando de consolidar así el poder de aquélla y hacerlo definitivo; es como su profeta, y el autor del Apocalipsis no duda en aplicarle este nombre (XVI, 13; XIX, 20; XX, 10)”. 

Ribera: “Creo que es más probable que antes que aparezca la segunda Bestia, los hombres no van a ser movido a adorar al Anticristo sino a una gran admiración, y lo van a adorar todos los que estén presentes, pero ocasionalmente, y no como si se le unieran perpetuamente. Pero cuando aparezca el precursor y una en sí una gran especie de santidad con la potestad de hacer prodigios, confirmará los ánimos de aquellos que ya adoraban y luego tendrá éxito por todas partes y pervertirá a muchos; la autoridad del Anticristo aumentará maravillosamente cuando vean al hombre que tenían por muy santo, predicar sus alabanzas y hacer prodigios tras recibir el poder de su parte. Lo que decimos se puede conocer por estos dos versículos: “Y maravillóse toda la tierra detrás de la Bestia. Y se postraron ante el Dragón porque dio la autoridad a la Bestia y se postraron ante la Bestia diciendo: “¿Quién (es) semejante a la Bestia?” y “¿Quién puede guerrear contra ella?” (vv. 3-4). Esta gran admiración, más que una adoración voluntaria y firme indica una admiración ocasional. En cambio, en la segunda adoración se dice: “Y engaña a los que habitan sobre la tierra a causa de los signos que se le dio hacer” (v. 14). Estas palabras señalan una adoración deliberada, voluntaria y firme”.

sábado, 18 de febrero de 2023

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (XVI de XVIII)

 XI. - EL CARDENAL BILLOT Y FRANCIA 

El cardenal Billot no era cardenal de curia para Francia, como el cardenal Matthieu, ya que esta función había desaparecido en el naufragio de la separación de la Iglesia y el Estado. Pero como ilustre teólogo, mirando las cosas de este mundo con los ojos de la fe, absorto en el pensamiento de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, estaba convencido de que el restablecimiento de la verdad cristiana en la tierra sería el reino de la paz, el reino del honor, el reino de la verdadera libertad y verdadera felicidad de los pueblos. Amaba profundamente a su país y se podría haber dicho de él lo que Bossuet dijo de Nicolas Cornet13: "No había en Francia un alma más francesa que la suya" (Oración fúnebre de Nicolas Cornet).

Preocupado por la dignidad y grandeza nacionales, no le era indiferente todo lo que concernía a los asuntos religiosos de Francia, en la que quería ver siempre a la Hija Mayor de la Iglesia y no a la Hija de la Revolución. Situaba el origen de nuestros males en la Revolución y sus principios, en la sacrílega substitución del hombre por Dios, de los derechos del hombre por los derechos de Dios, lo que constituía para él el crimen capital de los tiempos modernos. De buena gana habría proclamado con el cardenal Pie: "Francia está condenada a no ser nada si no es la primera de las naciones católicas" (Instrucción pastoral, Cuaresma, 1871). 

"El mal, escribía, está en que los principios de la Revolución, ahora consagrados en la legislación, sigan reinando sobre el espíritu público, se establezcan en la opinión y penetren cada vez más en las masas" (Elogio del cardenal Pie, pág. 12). 

Es también el ateísmo práctico que se ha introducido por todas partes en la moral por medio de la secularización materialista de la vida social, heredera de la herejía revolucionaria de la independencia absoluta del hombre respecto a Dios.

En las leyes seculares y expoliadoras, la Revolución continúa su marcha. 

"Observemos, dice, el triunfo completo de la Revolución por el advenimiento o más bien la consolidación de la III República, que pronto se despojó de la máscara del régimen de orden moral bajo el que se había presentado en su período provisional, para convertirse definitivamente en la república atea, jacobina y masónica que tenemos desde entonces" (Elogio del cardenal Pie, pág. 13). 

Y añade: 

"Por un movimiento cada vez más acelerado, con auxiliares cada vez más inesperados, por una táctica que descubre cada vez más la intervención, la insuflación, la inspiración de Satanás, príncipe de las tinieblas, la Revolución persigue su objetivo, que es ni más ni menos que la aniquilación absoluta y radical de la religión de Jesucristo en la tierra. Nunca la obra de laicización o, como también se dice, de expulsión del principio teocrático, iniciada por la Revolución, se ha llevado a cabo con tanta implacabilidad y furia" (Elogio del cardenal Pie, pág. 20). 

martes, 14 de febrero de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 11

 11. Y vi otra Bestia que sube de la tierra y tenía cuernos dos semejantes a cordero y hablaba como Dragón. 

Concordancias: 

θηρίον (Bestia): cfr. Apoc. XI, 7; XIII, 1-4.12.14-15.17-18; XIV, 9.11; XV, 2; XVI, 2.10.13; XVII, 3.7-8.11-13.16-17; XIX, 19-20; XX, 4.10. Ver Apoc. VI, 8; XVIII, 2.

 ναβαῖνον (sube): cfr. Apoc. IV, 1; VII, 2; VIII, 4; IX, 2; XI, 7.12; XIII, 1; XIV, 11; XVII, 8; XIX, 3; XX, 9. 

γῆς (tierra): cfr. Apoc. I, 5.7; III, 10; V, 3.6.10.13; VI, 4.8.10.13.15; VII, 1-3; VIII, 5.7.13; IX 1.3-4; X, 2.5-6.8; XI, 4.6.10.18; XII, 4.9.12-13.16; XIII, 3.8.12-14; XIV, 3.6-7; 15-16.18-19; XVI, 1-2.18; XVII, 2.5.8.18; XVIII, 1.3.9.11.23-24; XIX, 2.19; XX, 8-9.11; XXI, 1.24. 

κέρατα (cuernos): cfr. Lc. I, 69; Apoc. V, 6; IX, 13; XII, 3; XIII, 1; XVII, 3.7.12.16. 

ὅμοιον (semejante): cfr. Apoc. I, 13.15; II, 18; IV, 3.6-7; IX, 7.10.19; XI, 1; XIII, 2.4; XIV, 14; XVIII, 18; XXI, 11.18. 

ἀρνίῳ (cordero): cfr. Jn. XXI, 15; Apoc. V, 6.8.12-13; VI, 1.16; VII, 9-10.14.17; XII, 11; XIII, 8; XIV, 1.4.10; XV, 3; XVII 14; XIX, 7.9; XXI, 9.14.22-23.27; XXII, 1.3. 

ἐλάλει (hablaba): cfr. Apoc. I, 12; IV, 1; X, 3-4.8; XIII, 5.11.15; XVII, 1; XXI, 9.15. 

δράκων (Dragón): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. XII, 3-4.7.9.13.16-17; XIII, 2.4; XVI, 13; XX, 2. 

 

Notas Lingüísticas: 

Zerwick: “ὡς δράκων, sin artículo: ¿como un Dragón?”. 

 

Comentario: 

Los dos cuernos parecen simbolizar dos jefes o “reyes”. 

viernes, 10 de febrero de 2023

El Cardenal Billot, Luz de la Teología, por el R. P. Henri Le Floch, S. SP., (XV de XVIII)

 X. - CARDENAL DE LA SANTA IGLESIA ROMANA - CONSEJERO DE LA SANTA SEDE 

El P. Billot fue asesor de la Santa Sede antes de ser cardenal, ya que, desde 1909, cuando fue nombrado consultor del Santo Oficio, su trabajo allí fue extraordinario. Se recurría a sus conocimientos en todas las cuestiones de alta doctrina, y nadie ignora el papel que desempeñó en los principales documentos dogmáticos del Pontificado de Pío X. Más que un consejero, era un confidente y amigo de este santo Papa. La elevación al cardenalato puso esta luz en el candelero de la Iglesia, y la elección del Sumo Pontífice sólo sorprendió a quien era objeto de ella.

En 1909, con motivo de las celebraciones de la beatificación de Juana de Arco, el P. Billot fue invitado al Seminario Francés para un almuerzo ofrecido a una veintena de obispos y arzobispos franceses, que se alojaban en el Seminario. El más antiguo de los prelados era Mons. Fuzet, arzobispo de Ruán. Durante la comida, se lamentó que esta importante reunión no estuviera presidida por un cardenal. Se especificó que en otra comunidad de la ciudad habían descendido dos cardenales franceses. El arzobispo de Ruán, dirigiéndose al P. Billot, que estaba modestamente colocado en un extremo de la mesa, dijo para que se escuche: "Allí tienen los sombreros, aquí tenemos las cabezas", añadiendo la alusión de La Bruyère a Bossuet: "Pero ¿qué necesidad tiene Trophyme de ser cardenal? ". La noticia, comunicada el mismo día a Pío X, le hizo reír de buena gana. ¿Se acordó de ello cuando, en noviembre de 1911, nombró cardenal al P. Billot, al mismo tiempo que a Mons. Amette, Mons. Dubillard y Mons. de Cabrières?

En el Seminario Francés se celebró una brillante recepción en honor de los neo-Porporati [neo-purpurados]. El periódico l'Univers (13 de diciembre de 1911) reproduce el discurso pronunciado en esta ocasión por el P. Le Floch, en el que encontramos las siguientes palabras dirigidas al cardenal Billot: 

"Cerca de nosotros, en esta Universidad justamente famosa, un maestro amado por todos, cuya enseñanza incomparable los alumnos de este Seminario han recibido con gratitud y admiración durante un cuarto de siglo, un maestro ilustre del que se sentían orgullosos por el honor del nombre francés ante los miles de alumnos venidos de los cuatro rincones del mundo, este maestro ideal abrió a sus alumnos, de forma maravillosa, los vastos horizontes de la teología. En esta noble tarea, modelo entre los modelos, combinó la elevación y profundidad de la ciencia con la unción de la piedad, ascendiendo a las alturas de la religión revelada, para iluminar las mentes con los esplendores de la fe y encender los corazones con los impulsos ardientes del fervor. La púrpura prohíbe a partir de ahora que el trascendental Doctor retome su cátedra. Pero podemos estar seguros de que podemos contar con un recuerdo benévolo que es un honor y un consuelo". 

El discurso concluyó así: 

lunes, 6 de febrero de 2023

Algunas notas a Apocalipsis XIII, 9-10

 9. Si alguno tiene oído, oiga: 10. si alguno a cautiverio, a cautiverio va; si alguno a cuchilla ha de ser muerto, a cuchilla ha de ser muerto. Aquí está la perseverancia y la fe de los santos. 

Concordancias:

οὖς (oído): cfr. Mt. XI, 15; XIII, 9.43; Mc. IV, 9.23; VII, 16; Lc. VIII, 8; XIV, 35; Apoc. II, 7.11.17.29; III, 6.13.22. 

ἀκουσάτω (oiga): cfr. Apoc. I, 3.10; II, 7.11.17.29; III, 3.6.13.20.22; IV, 1; V, 11.13; VI, 1.3.5-7; VII, 4; VIII, 13; IX, 13.16; X, 4.8; XII, 10; XIV, 2.13; XVI, 1.5.7; XVIII, 4; XIX, 1.6; XXI, 3; XXII, 8.17-18. Ver Mt. VII, 24-27, Lc. VI, 46-49; Apoc. IX, 20; XI, 12; XVIII, 22-23. 

αἰχμαλωσίαν (cautiverio): Hapax en el Apoc. cfr. Ef. IV, 8. 

Ὕπάγει (va): cfr. Apoc. X, 8; XIV, 4; XVI, 1; XVII, 8.11. 

Μαχαίρῃ (cuchilla): cfr. Mt. X, 34; Lc. XXI, 24; Apoc. VI, 4 (segundo Sello); XIII, 14 (Bestia). 

ἀποκτανθῆναι (ser muerto): cfr. Apoc. II, 13.23; VI, 8.11; IX, 5.15.18.20; XI, 5.7.13; XIII, 15 ; XIX, 21. 

Δεῖ (debes): cfr. Apoc. I, 1; IV, 1; X, 8; XI, 5; XVII, 10; XX, 3; XXII, 6. 

Ὧδε (aquí): cfr. Apoc. IV, 1; XI, 12; XIII, 18; XIV, 12; XVII, 9. 

ὑπομονῇ (perseverancia): cfr. Lc. VIII, 15; XXI, 19; Rom. II, 7; V, 3-4; VIII, 25; XV, 4-5; II Cor. I, 6; VI, 4; XII, 12; Col. I, 11; I Tes. I, 3-4; II Tes. III, 5; I Tim. VI, 11; II Tim. III, 10; Tito II, 2; Heb. X, 36; XII, 1; Sant. I, 3-4; V, 11; Apoc. I, 9; II, 2.3, 19; III, 10; XIV, 12. Ver II Ped. I, 6. 

πίστις (fe): cfr. Apoc. II, 13.19; XIV, 12. 

ἁγίων (santos): cfr. Mt. XXVII, 52; Hech. IX, 13; XXVI, 10; I Cor. VI, 2; Ef. I, 18; II, 19; III, 18; IV, 12; Col. I, 12; I Tes. III, 13; II Tes. I, 10; Apoc. V, 8; VIII, 3-4; XI, 18; XIII, 7; XIV, 12; XVI, 6; XVII, 6; XVIII, 20.24; XIX, 8; XX, 9; XXII, 11.21. Ver Apoc. XX, 6. 

 

Comentario: 

Sobre la perseverancia y la fe de los Santos ver AQUI. 

El “misterio” de este pasaje puede estar en que nadie podrá escapar ni del cautiverio ni de la muerte, es decir, durante la persecución del Anticristo quedarán dos opciones: o la muerte o la marca. 

jueves, 2 de febrero de 2023

Explicación del Apocalipsis, por San Beda el Venerable (Recensión)

  San Beda el Venerable: Explicación del Apocalipsis. Ed. Athanasius, Córdoba, Argentina, pag. 280. Contacto: Tel. +5493516576114. Email: librerialectio@arnet.com.ar

Disponible en Amazon



Desde el centro de la República Argentina siguen apareciendo los buenos libros; en esta ocasión, la editorial Athanasius presenta una traducción inédita del Comentario al Apocalipsis de San Beda el Venerable, considerado uno de los mayores exégetas de la Iglesia. 

La traducción, introducción y notas son debidas a la pluma del Lic. Francisco Cornavaca. 

Si bien la exégesis de San Beda al Apocalipsis no es la misma que propugnamos en este Blog, creemos que no por ello se debe despreciar o dejar de lado, pues, además del valor intrínseco que tiene de por sí el comentario bíblico de un Padre de la Iglesia, creemos que siempre es posible sacar cosas buenas de todos los autores. 

Para tener una idea general de la exégesis seguida por San Beda, dejemos hablar al erudito y famoso Allo, quien reseña las cualidades de este comentario con las siguientes palabras[1]: 

“Divide el Apocalipsis en siete libros, lo que termina siendo ley para muchos de sus sucesores. Cita a Ticonio, al cual sigue mucho y cuyas siete reglas aplica, y a Primasio, a quien sigue con preferencia, dando también la opinión de otros Padres de la Iglesia. – 

Recapitulación. Los sellos, así como las Trompetas, llegan hasta el fin del mundo. La séptima trompeta trae el día del juicio, el séptimo sello “el inicio del descanso eterno”. Los septenarios expresan los diversos aspectos de la vida de la Iglesia, con una relación especial al tiempo del Anticristo, sobre todo en lo que atañe a las Copas. Los siete libros son: I-III; IV-VI; VII-XI; XII-XIV; XV-XVI; XVII-XX; XX-XXIII”.

Decíamos más arriba que de todos los autores se puede encontrar cosas buenas y será oportuno traer, aunque más no sea, un par de ejemplos al respecto. 

En primer lugar, relaciona la Iglesia de Esmirna con la persecución y nota que hay quienes ven en esta Iglesia las diez persecuciones romanas, coincidiendo, o al menos ciertamente aceptando como posible, una interpretación simbólica de las siete Iglesias. 

Por otra parte, al comentar el silencio de media hora del comienzo del capítulo VIII, dice: 

Después de la muerte del Anticristo, se cree que va a haber en la Iglesia un poco de descanso, acerca de lo cual Daniel predijo de este modo: “Bienaventurado el que espera y llega al día 1335” (Dan. XII, 12)…”.

Y sobre la Ciudad puesta sobre una montaña, dirá (XXI, 10): 

Después de la ruina de Babilonia, se ve la ciudad santa, la esposa del Cordero, puesta sobre un monte. La piedra que se desprendió del monte sin mano, destrozó el simulacro de la gloria mundana, y creció hasta ser un monte grande, y llenó todo el universo (Dan. II, 35.45)”.

Palabras que podrían dar a entender no sólo un tiempo después del Anticristo sino también un reinado de Cristo tras la destrucción del Anticristo y Babilonia. 

No obstante estas afirmaciones, sigue siendo cierto que, en líneas generales, San Beda mantiene una interpretación más bien alegórica del Apocalipsis, viendo en este hermoso libro una historia de la Iglesia. 

Dicho lo cual, insistimos que no es poca cosa hoy en día traducir y publicar una obra como ésta (y lo sabemos por propia experiencia), y es por eso que no podemos menos que esperar y augurar que la aceptación entre los lectores corra pareja con el esfuerzo realizado y esperemos que algún día puedan verse nuevas traducciones inéditas como la presente.


 [1] L`Apocalypse, Gabalda, 1921 (2 ed.), pag. CCXXVI sig,