Texto de Fray Luis
Moisés, en el capítulo XXIII
del Levítico, narra que Dios ordenó al pueblo de Israel inmolar un Cordero el
día catorce del primer mes. A esta víctima se le dio el nombre de Pascua, nombre Hebreo que significa Paso. Porque los Israelitas, habiendo
puesto sobre la puerta de sus casas sangre del Cordero que inmolaron, como
estaban por salir de Egipto, el Ángel exterminador los pasó de largo a todos
sin hacerles mal alguno. Un falso prejuicio según el cual se ha explicado
comúnmente esta orden de Dios, ha dado lugar a cuestiones muy difíciles de
resolver, que dieron mucho trabajo a los más hábiles y volvieron obscuros
pasajes de la Escrituras que son muy claros y muy fáciles de entender.
Pues sobre aquello que la
Escritura señala expresamente, de que el Cordero debía ser inmolado el día
catorce a la noche, la mayoría pensó que esta inmolación se hacía al fin del
día catorce, porque, según las ideas ordinarias, la noche es el fin del día. Es
un error que ha causado muchos apuros en la cuestión que los
Intérpretes del Evangelio proponen, a saber, en qué día del mes tuvo Nuestro
Señor Jesucristo la última Cena y sufrió la muerte.
Siempre me he
sorprendido que tantas personas sabias en las sagradas Letras hayan caído en
este error que ha sido la causa de no sé cuántos Sistemas falsos en esta materia.
Pues es lo que ha hecho imaginar a algunos que Jesucristo había adelantado el
día de la Pascua de los Judíos. De aquí se fundan los Griegos para asegurar que
Jesús usó pan fermentado en la institución del sacramento adorable de su
Cuerpo. En una palabra, es lo que ha dado lugar a todas las quimeras que cada
uno se ha forjado a su fantasía, para dar pasos en falso, antes que nada, a
donde su primer error lo había comprometido.
Digo, pues, que es un
error muy grande creer que la noche para los Hebreos era la última parte del
día, tal como lo es entre nosotros. La noche era el comienzo de su
jornada, y así era al comienzo del día catorce en que se debía inmolar el
Cordero, porque el Mandato de Dios era que había que inmolarlo la noche del día
catorce:
“En el mes primero, el día catorce del mes al
anochecer es la Pascua del Señor” (Lev. XXIII, 1).
Es lo que me propongo probar
en este pequeño Tratado. He aquí en dos palabras el método que seguiré.
En primer lugar, voy a
mostrar que fue en la primera noche del día catorce del mes, es decir, al
comienzo de ese día que los Israelitas inmolaron el Cordero cuando salieron de
Egipto.
Mostraré también que Jesucristo
lo hizo así en su última Pascua, y que Él mismo, que era el verdadero Cordero,
habiendo sido puesto en la Cruz por los judíos, se ofreció ese mismo día
catorce del mes en Sacrificio a Dios, su Padre.
Por último, explicaré
en forma muy natural varios Pasajes del Evangelio que han parecido hasta ahora
muy difíciles de entender.
Pero para probar que el
Cordero, que era Figura de Jesucristo, debía ser inmolado la primera noche, es
decir, al comienzo del día catorce, hay que establecer lo que dije sobre el
comienzo del día según el uso de los Hebreos.
El primer día del mundo,
según la manera de hablar de Moisés, comenzó por la tarde, los que lo siguieron
comenzaron igual, y así todos los otros. Al hablar de las dos partes de las que
está compuesta el día, nombra siempre a la noche antes que a la mañana:
“Y hubo tarde y hubo mañana: primer día. Y hubo
tarde y hubo mañana: día segundo” (Gen. I, 5.8).
Según esta regla, el día que
comienza por la noche terminará la noche siguiente, que será el comienzo de
otro día. La noche será el comienzo, y la mañana será el fin y cuando la
Escritura diga que hay que hay que hacer un sacrificio la noche del día
catorce, es como si dijera que hay que hacerlo al comienzo del día catorce.
Si hubiera alguna duda con
respecto al día civil o natural, no la hay ni la puede haber con respecto a los
días festivos. Todo el mundo está de acuerdo que esos días comenzaban por la
noche:
“De una tarde a la otra, guardaréis vuestros
sábados” (Lev. XXIII, 32).
Pero, aunque el día catorce
no era propiamente una fiesta, es decir, que ese día no estaba prohibido
trabajar, sin embargo era un día que se celebraba y se solemnizaba a causa de
la inmolación del Cordero Pascual, de la manducación de los Ázimos en el festín
en que se comía el Cordero, y de los otros preparativos que se hacían para la
fiesta de la Pascua que era el día siguiente, y que comenzaba a partir de la
segunda noche de ese mismo día; de esta forma, se lo debe colocar entre el
número de los días solemnes que comenzaban por una noche;
pero voy a aportar pruebas más específicas de lo que digo.