VI
Et non cognoscebat eam – Y no la conoció (Mt.
I, 25)
Nota del Blog: La siguiente interpretación, muy interesante, pertenece al excelente
exégeta, R. Thibaut, S.I. y está
tomada de la Nouvelle Revue Théologique, vol. LIX (1932), pag. 255-6.
Para comodidad del lector, hemos dado entre paréntesis y en color verde
las citas a las que alude el Autor en varias oportunidades.
La frase donde se inserta la proposición puesta como título de esta
nota, se presenta dividida de la siguiente manera en la interpretación
recibida:
“Despertado de su sueño, José hizo lo que el ángel del Señor le había
ordenado, y tomó consigo a su mujer; y no la conoció hasta el día en que dio a
luz un hijo; y él le dio el nombre Jesús” (Lagrange, 1923)[1].
Nosotros proponemos la distribución siguiente:
“José hizo lo que el ángel le había dicho:
1) tomó consigo a su mujer (y no la conoció) hasta el día en que ella
dio a luz un hijo;
2) él le dio al niño el nombre Jesús”.
Ponemos entre paréntesis “y no la conoció”, o, si se prefiere, hacemos
de esta proposición un correctivo de la precedente: tomó consigo a su mujer sin
conocerla por eso[2].
Creemos que el segundo καὶ (y)
no tiene en manera alguna el mismo valor que el primero y el tercero, los
cuales introducen, como 1º y 2º, la ejecución de la doble recomendación del
ángel a José: tomarás contigo a tu mujer, llamarás Jesús al niño que ella
traerá al mundo (Mt. I, 20 ss). Al
dar a los tres καὶ el mismo valor,
se introduce en la ejecución del programa angélico un punto que no figura en el
programa mismo, se rompe un paralelismo al cual es muy afecto particularmente
el escritor (cf. Mt. II, 13 ss; 20 ss:
“Levántate, toma contigo
al niño y a su madre y huye a Egipto, donde permanecerás, hasta que yo te
avise. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”; “Levántate, toma contigo
al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que
buscaban la vida del niño”). Nuestra interpretación tiende a borrar lo más posible el inciso “y
no la conoció”. Creemos que el evangelista lo hubiera puesto en nota, o al
menos entre paréntesis, si el uso de la época lo hubiera permitido. Omitirlo,
no podía. Los lectores hubieran creído tal vez que “tomarla consigo” acarreaba
“conocerla”. Era necesaria una precisión. Remarcarla en el mensaje del ángel
hubiera hecho creer que José mismo tenía necesidad de ello. Será suficiente,
pues, con precisar el sentido de “tomar consigo” en la ejecución del mensaje.
El paralelismo sufrirá un poco. Para remediarlo, el escritor tendrá cuidado, lo
cual juzga, por otra parte, superfluo (cf. Mt.
II, 13, 20: “Levántate, toma contigo
al niño y a su madre y huye a Egipto, donde permanecerás, hasta que yo te
avise. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”; “Levántate, toma contigo
al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que
buscaban la vida del niño”), de prevenir al
lector del paralelismo buscado: “José hizo lo que el ángel le había mandado” (Mt. I, 24).
Se comprende después de esto que ya no es cuestión de relacionar “hasta
el día en que ella dio a luz un hijo” al paréntesis: “no la conoció”. El
nacimiento del niño ha sido anunciado por el ángel y hace de enlace entre 1º y
2º: “toma contigo a tu mujer… ella dará a luz un hijo, y tú le darás a éste el
nombre de Jesús” (Mt. I, 20 ss.).
Leemos a partir de ahora: “José tomó consigo a su mujer… hasta el nacimiento
del niño”. Gramatical y lógicamente, es todo ganancia.
En primer lugar, cuando en San Mateo un hecho pasado, como aquí,
introduce ἕως (hasta), se
encuentra regularmente el aoristo, marcando el acto inicial de la duración, y
no el imperfecto, que marca la duración misma. Por un imperfecto (Mt. II, 9), cinco aoristos (Mt. XIII, 33; XIV, 22; XVIII, 30.34; XXIV,
39). Hay, pues, cinco posibilidades sobre seis que ἕως (hasta) se relacione con παρέλαβεν (tomó consigo) que con ἐγίνωσκεν (conoció).
Además, se comprende mejor el límite temporal ἕως (hasta) con la estadía de María en casa de José que con
la reserva de éste. ¿Por qué notar que José no conocía a su esposa hasta el
nacimiento del niño? Después del nacimiento, se responde, la reserva de
José cesa de interesar al narrador, que sólo tiene cuidado de marcar el
cumplimiento de la profecía: “Una virgen concebirá y dará a luz” (Mt. I, 23). Parece, por el contrario,
que la preocupación de la profecía ha abandonado al narrador, porque viene de
declararla cumplida por el mensaje del ángel (Mt. I, 22 “Todo
esto sucedió para que se cumpliese la palabra que había dicho el Señor por el
profeta”). Lo que ahora le interesa, y tiene cuidado
de decirnos (Mt. I, 24: “Hizo José como el ángel del Señor le había
mandado”), es que el mensaje ha sido perfectamente
ejecutado. Y he ahí por qué le basta con notar que José ha guardado a su mujer hasta
el nacimiento del niño. Una vez que el niño ha venido al mundo y le ha sido
dado un nombre[3], José
ha realizado todo el programa angélico. ¿Qué hará después? Eso depende
de él, a menos que reciba nuevas instrucciones, las cuales, en efecto, no
tardarán (Mt. II, 13.20.22: “un ángel del Señor se apareció en sueños a
José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto,
donde permanecerás, hasta que yo te avise. Porque Herodes va a buscar al niño
para matarlo”; “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y vuelve a la
tierra de Israel, porque han muerto los que buscaban la vida del niño”;
“advertido en sueños, fuese a la región de Galilea”).
Tal es nuestra interpretación, por la cual demandamos solamente derecho
de ciudadanía, sin querer por ello proscribir la interpretación recibida.
[1] Nota del Blog:
Repasemos algunas de las traducciones al español:
Straubinger: “Cuando
despertó del sueño, hizo José como el ángel del Señor le había mandado, y
recibió a su esposa. Y sin que la conociera, dio ella a luz un hijo y le puso
por nombre Jesús.”
Jünemann: “Y despertando José del sueño, hizo como le mandó el ángel del Señor, y
acogió a su mujer; y no la conoció hasta que parió hijo, y llamó su nombre
Jesús.”
Bover: “Despertado José del sueño, hizo como le ordenó el ángel del Señor, y
recibió consigo a su mujer; la cual, sin que él antes la conociese, dio a luz
un hijo, y él le puso por nombre Jesús”.
[2] De la misma manera καὶ ἀναίτιοί εἰσιν (Mt. XII, 5) se traduce bien por: sin
cometer pecado (Crampon, 1887).
[3] El evangelista, en atención al paralelismo, omite
la circuncisión sobre la cual no ha hablado el ángel.