TIEMPO
DE EPIFANIA
La
Epifanía es la verdadera fiesta de Cristo Rey que la Iglesia celebra desde hace
siglos. Toda su literatura está orientada a la alabanza de la realeza
maravillosa de Cristo.
Hemos hecho notar que un día
los judíos supieron mostrar a los gentiles dónde estaba su Rey[1].
Estos lo encontraron, en cambio las tinieblas espirituales cegaron a los
judíos. Pero en el último día su nombre será conocido por todos: "Rey de Reyes y Señor de señores"
(Apoc. XIX, 16).
El Introito de la Epifanía
canta esta realeza (Mal. III, 1 y I Paral. XXIX, 12): "Ha llegado el Soberano Señor; en su mano
tiene el reino, el poder y el imperio".
El salmo LXXII contiene casi
todos los trozos cantados de esta fiesta, tanto en la Misa como en el
Breviario. Algunos versículos de este salmo son particularmente típicos para
mostrar cuál será la realeza futura del Mesías: "Y Él dominará de mar a mar. y desde el Río hasta los confines de la
tierra. Ante Él se prosternarán sus enemigos, y sus adversarios lamerán el
polvo. Los reyes de Tarsis y de las islas le ofrecerán tributos; los reyes de
Arabia y de Sabá le traerán presentes. Y lo adorarán los reyes todos de la tierra”
Todos
estos textos no pueden referirse sino a la segunda venida y Reino, puesto que
el día en que los Magos llegaron a Belén, su cortejo no se parecía a esa enumeración
de reyes de que nos habla el salmo LXXII, ni a la que describe magníficamente
Isaías LX y que nos presenta la Epístola. "Muchedumbre de camellos te inundará, dromedarios de Madián y Efá. Todos
ellos vienen de Sabá, trayendo oro e incienso y pregonando las glorias de Yahvé".
A raíz de las excavaciones
hechas en Persépolis, ha aparecido una escala monumental que ilustra
admirablemente esos cortejos de príncipes llevando sus regalos y cuya descripción
es tan viva en el salmo LXXII y en Isaías.
Los
tiempos de Adviento, Navidad y Epifanía, forman por el conjunto de sus textos
litúrgicos una síntesis de la vuelta y del Reino de Jesús. Forman como
escalones que cada año nos permiten avanzar en la comprensión de los grandes
misterios futuros. Acercan admirablemente las dos venidas del Señor: "Viene para salvar a su pueblo de los pecados",
dice el ángel a José (1° Adv). "Viene
para reinar sobre la casa de Jacob”, dice el ángel a la Virgen María (2°
Adv.). Se ofreció una sola vez para
llevar los pecados de muchos, otra vez aparecerá, sin pecado, a los que le
están esperando para salvación (Heb. IX, 28).
CICLO
DE PASCUA
El ciclo de Pascua que
comienza con Septuagésima, no se preocupa de poner en evidencia la vuelta de
Jesús como lo hace el ciclo de Navidad.
En la Iglesia primitiva la
Cuaresma era la gran preparación al bautismo; la liturgia será entonces una
enseñanza para los catecúmenos. Nos recuerda la importancia que tiene el
acercar el Antiguo al Nuevo Testamento (misas diarias de Cuaresma), a encontrar
en la lectura de la palabra de Dios la verdadera vida del alma. "La semilla es la palabra de Dios"
(Lc. VIII, 11° Dom. de Sexagésima). "No
de pan sólo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. IV, 4. 1°
Domingo de Cuaresma).
Escogeremos dentro del ciclo
de Pascua sólo algunos textos absolutamente típicos que anuncian la vuelta y el
reino.
FIESTA
DE LA ASCENSION. La Epístola de este día nos
asegura en términos absolutamente claros la segunda venida: "Este Jesús que de en medio de vosotros ha sido
recogido en el cielo, vendrá DE LA MISMA MANERA que lo habéis visto ir al cielo" (Hech. I,
11).
FIESTA
DE PENTECOSTES. En el Evangelio leemos la
promesa de la vuelta. "Me voy y
volveré a vosotros" (Jn. XIV, 28) y los trozos cantados del salmo CXVIII dicen la gloria de Aquél que
vencerá definitivamente a sus enemigos.
La liturgia de la popular
fiesta, de CORPUS CHRISTI, nos hace
repetir — tres veces al día en Breviario — "¡Hasta que El venga!"[2].
"Anunciaréis la muerte del Señor hasta que El venga" (I
Cor. XI, 26).
El nuevo oficio de la FIESTA
DEL SAGRADO CORAZON ha escogido como
segunda lección el texto de Jeremías. Es la vuelta, terrible para los impíos, de Jesús en un torbellino, en el
furor impetuoso de la tempestad que va a desencadenarse sobre los culpables.
"No cesará el ardor de la ira de Yahvé hasta realizar y
cumplir los designios de su corazón. AL FIN DE LOS TIEMPOS ENTENDERÉIS ESTO” (Jer. XXX, 24)[3].
La liturgia de la FIESTA DE CRISTO REY es un maravilloso epitalamio para mostrarnos la Vuelta y el Reino. Forman
parte de ella los textos más notables del Apocalipsis, de Daniel, de San Pablo
y de San Juan. Citaremos sólo uno — SERIA NECESARIO CITARLOS TODOS: — “¿Entonces eres tú rey? Jesús responde a
Pilatos: "Tú lo dices, yo soy Rey y
para eso he nacido" (Jn. XVIII, 36). Este texto resume en sí la
liturgia incomparable de esta fiesta que hace cantar a los cristianos los Salmos Reales. Son estos los salmos XCII, XCVI, XCVIII que comienzan todos
por estas palabras: "El Señor es Rey". Esta fiesta es la
expresión verdadera del brillo glorioso de su reino[4].
En la FIESTA DE TODOS LOS SANTOS la liturgia nos
presenta una síntesis del misterio del
reino: reino de gracia y reino de gloria. Reino
de gracia aquel que se abre a nuestra alma y que el Evangelio de las
Bienaventuranzas nos enseña a construir en nosotros mismos por la pobreza, la
dulzura, las lágrimas, el amor de la justicia, de la misericordia, de la paz.
La Epístola nos transporta por la lectura del Apocalipsis (VII, 2-12), al Reino de la gloria, "a la hora
admirable de la concentración del nuevo pueblo de Dios compuesto, por una
parte, de ciento cuarenta y cuatro mil, pertenecientes a las doce tribus de
Israel que fueron marcadas y, además, por la multitud incontable de todas las
naciones y tribus, de todos los pueblos y lenguas. ¡Todos, Judíos y Gentiles, "están de pie frente al trono en presencia del
Cordero!".
Esta última fiesta del año
litúrgico es de una síntesis prodigiosa: reino
de gracia y reno de gloria[5],
en donde será hecha la concentración de todos los elegidos, ¡Aleluya!
[1] Cf. el capítulo: "¿Dónde está el Rey de los Judías que acaba
de nacer?".
[2] Ver Capítulo: "Hasta que El
venga".
[3] Todo este capítulo de Jeremías es
escatológico y responde a nuestro estudio: "Él quiebra las cabezas sobre toda la tierra".
[4] Ver Capítulo: "Yo soy Rey y para esto he nacido".
[5] Ver Capítulo: "Mientras
vivimos es preciso acercarnos al trono de la gracia".