7. He aquí, viene
con las nubes y le verá todo ojo y los que le traspasaron y
harán luto por Él todas las tribus de la tierra. Sí, Amén.
I) He aquí, viene con las nubes
Notas Lingüísticas:
Zerwick: “μετὰ τῶν νεφελῶν: con las
nubes”.
Allo: “μετὰ τῶν νεφελῶν según Dan. VII, 13 en Teodoción, los LXX
leen ἐπὶ. Cfr. Mt. XXIV, 30; XXVI, 64; Mc. XIV, 62; IV Esd. XIII, 3; Apoc.
XIV, 14-16”.
Comentario:
Caballero Sánchez:
“La "gloria" y el
"poder" de Cristo, evocados en la primera estrofa, llevan de
inmediato a la contemplación de la Parusía del Señor: "He aquí que viene con las nubes".
Cuando ante los sumos sacerdotes judíos y el Sanedrín, Jesús se había declarado Mesías e Hijo de Dios, había añadido:
"enseguida veréis al Hijo del hombre
sentado a la diestra del Padre y viniendo sobre las nubes del cielo".
¿Cuáles son esas
"nubes" que vienen acompañando al Señor, como que fueran seres
racionales inseparables de Jesucristo glorioso?
En general, los intérpretes ven en ellas una simple
imagen literaria que hace resaltar el triunfo de Cristo. No se acuerdan que
bien pudieran ser lo que pensó S. Judas Tadeo leyéndolo en Hénoc: "He aquí
que el Señor viene con sus miríadas
santas". (14). Otro tanto escribió S. Mateo en un lugar paralelo,
habiéndoselo oído al mismo Jesús: "el Hijo del hombre ha de venir en la
gloria de su Padre con los ángeles suyos".
(XVI, 27), palabras que reproduce S. Lucas con igual claridad: "cuando el
Hijo del hombre venga en la gloria suya y del Padre, y de los santos ángeles".
Ahora bien, los
espíritus angelicales no forman ninguna "nube" blanca. Quienes forman
"nube" son las falanges de los "santos" resucitados o transformados,
que trae consigo el Señor en su Parusía. Y estos "santos" son los ángeles del Cordero, aquellos
"siervos" que, enviados por Jesús a anunciar el Evangelio del reino,
le dieron testimonio con su vida y con su muerte. Ahora forman su corte
gloriosa que se manifiesta al mundo”.
II) y le verá todo ojo, y los que le traspasaron
y harán luto por Él todas las
tribus de la tierra.
Notas
Lingüísticas:
Allo: “ἐξεκέντησαν (traspasaron),
misma palabra que en Jn. XIX, 34,
según el hebreo de Zac. XII, 10,
contra los LXX que traen κατωρχήσαντο”.
Charles: “ὄψεται αὐτὸν… καὶ ἐξεκέντησαν… καὶ κόψονται ἐπ’ αὐτὸν πᾶσαι αἱ φυλαὶ τῆς γῆς (le verá… y traspasaron… y
harán luto por Él todas las tribus de la tierra): Estas palabras, excepto las últimas cuatro, están basadas en Zac. XII,
10 y concuerdan en su mayor parte con las versiones de Teodoción, Aquila y
Símaco contra los LXX”.
Comentario:
Este pasaje nos lleva, una vez más, directamente a la
Parusía. Sobre esto no puede haber duda alguna.
Veamos:
1) Y le verá todo ojo.
Este es como el género
de lo que se dirá luego, es decir “y los que le traspasaron y harán luto por Él
todas las tribus de la tierra” es una aposición a “todo ojo”.
2) Y los que le traspasaron.
La referencia a Zacarías
XII, 10 es clara y todos convienen aquí. Allí leemos:
“Y derramaré sobre la casa de David y sobre los
habitantes de Jerusalén, espíritu de gracia y espíritu de oración y pondrán sus ojos en Mí, a quien
traspasaron. Lo llorarán como se llora al Unigénito, y harán duelo amargo
por Él, como suele hacerse por el Primogénito”.
El cambio de la primera a la tercera persona se
explica fácilmente porque en la primera parte el que habla es el Verbo y en la
segunda el Padre.
3) y harán luto por Él todas las tribus de la
tierra.
Este texto de San
Juan está como calcado del Discurso
Parusíaco en San Mateo XXIV:
29 "Inmediatamente
después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no
dará su resplandor y los astros caerán del cielo, y las potencias de los cielos
serán conmovidas.
30 Y entonces aparecerá en el
cielo la señal del Hijo del Hombre, y
entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del
Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande.
31 Y enviará sus ángeles con
trompeta de sonido grande, y juntarán a los elegidos de El de los cuatro
vientos, de una extremidad del cielo hasta la otra.
Veamos este texto con algo más de detenimiento, porque
hay acá varios sucesos nombrados en pocas palabras.
Después de describir la persecución llamada
específicamente “gran tribulación” (v.
21) San Mateo nos pasa a
detallar lo que sucederá inmediatamente
después de ella; pero antes es preciso tener en cuenta que esta tribulación
coincide con el reinado de los tres años y medio del Anticristo, y a su vez, por el capítulo
XIX del Apocalipsis sabemos que su reinado terminará cuando el Verbo
aniquile las dos Bestias con sus ejércitos. Esto es importante porque el v. 29 narra lo que sucede después de la destrucción de las Bestias
y nos da tres sucesos:
a)
Señales en el sol, la luna y las estrellas, que corresponden al juicio de las Naciones que durará 45 días.
b) Aparición de la señal del Hijo del Hombre
que ha de ser vista por todas las tribus de la tierra.
c) Rapto de la Iglesia.
El punto “a” coincide
con los 45 días de los que habla Daniel en su cap. XII en el cual termina
diciendo: “Bienaventurado el que llegue y espere a mil trescientos treinta y
cinco días”.
Estos bienaventurados son los nombrados en el
versículo 30 y de ahí que el luto o lamento ha de ser de sana penitencia y
compunción y no de terror por un juicio de condenación como
quieren muchos autores, entre ellos Allo,
Alápide, etc. El problema es siempre
el mismo: al quitar el Reino Milenario de las Escrituras, resulta imposible
acomodar las profecías en su lugar exacto.
Si bien San
Mateo no nombra a Israel, sin embargo creemos que sí lo hace el discurso
que nos dejó San Lucas XXI, cuando
dice:
28. Más cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza porque vuestra
redención se acerca[1].
“Estas cosas” son las mismas señales del sol, la luna
y las estrellas.
En conclusión: en
esta parte del versículo se habla específicamente de los viadores durante el
Milenio.
Straubinger: “Viene con las
nubes: así lo vemos en XIV, 14 ss a diferencia de XIX, 11 ss
donde viene en el caballo blanco para el juicio de las naciones[2]. Según
algunos la nube sería la señal de la cosecha y la vendimia final de Israel (Mal.
III, 2 s. y Mat. III, 10 y notas), por medio de sus ángeles,
conforme al anuncio de Mat. XXIV, 30-31, confirmado a Caifás
(Mat. XXVI, 64), a quien Jesús dijo como aquí que lo verían
ellos mismos que le traspasaron. San Juan trae iguales palabras
en Jn. XIX, 37 citando a Zac. XII, 10 donde se anuncia como aquí
que entonces harán duelo por Él.”
Caballero Sánchez:
“Al venir el Señor Jesús englobado
en la gloria y poder del Padre, con el luminoso séquito de sus innumerables
"ángeles", "todo ojo lo verá"; ojo sencillo y
purificado, no ojo malo y tenebroso:
"mirad arriba y alzad la cabeza, porque se acerca vuestra redención (Luc. XXI, 27-28)”.
III) Sí, Amén.
Comentario:
Allo:
“La doble afirmación ναί, ἀμήν, griega y hebrea,
muestra la solemnidad y la convicción de esta seguridad (cfr. “Abba, Pater” de Rom., Gal., Mc.)”.
Caballero Sánchez: “La doble afirmación, griega y
hebrea, que cierra este inciso, no es un capricho literario,
ni tan sólo una manera de recalcar la verdad de lo que precede; supone que hay gentiles y judíos
interesados en esta verdad y pregoneros de ella: "Si", gritan
aquellos, "Amén", dicen éstos. ¡Felices ellos!”.
[1] No es este el lugar para probar nuestra
afirmación, baste con decir que la palabra “redención” es usada por San Lucas siempre en relación a Israel
y nunca para los gentiles.
[2] No. En XIX, 11 viene a destruir al
Anticristo y al Falso Profeta, y el juicio de las naciones es el del cap.
XIV que se encuentra también en VI, 12 ss.