4. Juan a las siete Iglesias que están en
el Asia: gracia a vosotras y paz de parte de “el que es y el que era y el que
viene”, y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono,
I) Juan a las
siete iglesias
Comentario:
Se indican aquí los destinatarios
del Apocalipsis: las siete iglesias del Asia que serán nombradas en el v. 11
y que, como se dirá luego, representan siete eras diversas de la Iglesia desde
la época de San Juan hasta la Parusía.
II)
que están en el Asia
Comentario:
Así como con el nombre de
cada una de las Iglesias se podrá conocer con cierta probabilidad a qué época
se refiere, lo mismo parecería significar la palabra “Asia”.
Verschraege[1]: “La palabra Asia significa Cenagoso
(lutosa), Tumultuoso (turbida), y esto siempre puede
decirse de la Iglesia Militante ,
tanto a causa de las continuas tribulaciones que sufre, como así también a
causa de los numerosos pecados de sus miembros”.
III) Gracia a vosotras y paz
Comentario:
J. Chaine
(citado por Gelin): “Desde hace
tiempo se ha observado que la fórmula de saludo ayuda a conocer la mentalidad
de un pueblo, el ideal que desea; los árabes,
expuestos a la razia y a las aventuras del desierto, desea la paz; el judío,
cuyos ancestros eran nómades, la desean también. El griego, a quien sonríe la
natura, desea la gracia. Los autores del NT que desean a sus destinatarios la
paz y la alegría parecen pues, haber unido las costumbres griegas y orientales”.
Lo mismo notan Caballero
Sánchez y otros autores.
IV) de parte de “el que Es y el que Era y el que
Viene”
Notas
lingüísticas:
Zerwick: ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρχόμενος (“el que Es y el que Era y el que Viene”):
está en nominativo como si fuera el nombre propio del Dios eterno”.
Abel: La construcción (indeclinable) ἀπὸ ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρχόμενος (de “el que Es y el que
Era y el que Viene”) es querida así a
fin de conservar la inmutabilidad y lo absoluto del nombre divino”.
Comentario:
Al usar este nombre en forma indeclinable parecería
que San Juan busca resaltar la idea
de la eternidad de Dios.
Allo:
“(Esta fórmula) se encuentra en I, 8; IV, 8; XI, 17; XVI, 5, dos veces
sin ὁ ἐρχόμενος (el que viene)”[2].
Allo: “Puede
verse en la extraña expresión una suerte de nombre propio, indeclinable por
hieratismo, formado por desarrollo del nombre sacro de Éx. III, 14 (…) Dios es llamado ὁ ἐρχόμενος (el que viene) y no “el que
será”, lo que sería más simétrico, puesto que el libro describirá precisamente
las venidas de Dios como juez y remunerador”.
Gelin: “Dios porta un nombre indeclinable; es una manera de traducir la idea de
la eternidad en términos del tiempo. El Targum
de Jonathan (siglo III-IV d.C.)
dice lo mismo comentando Deut.
XXXII, 30: “Yo soy el que es, el que fue y el que será”.
Wikenhauser: “El nombre de Dios Padre se indica con profundo respeto mediante una
triple fórmula, que tiene por fin expresar su eternidad, sin principio ni fin.
“El que Es” es una fórmula que repite las palabras con que Dios se identifica
en medio de la zarza ardiente: “Yo Soy el que Soy” (Ex. III, 14, según los
LXX). Una antigua interpretación judía de esta fórmula dice así: “Yo Soy el que
existe y el que era, y Soy el que existirá, y fuera de Mí no hay otro Dios”
(Targum de Jerusalén I, sobre Deut. XXXII, 39) (…) Como tercer elemento de la fórmula descriptiva, uno esperaría encontrar
las palabras “el que será”; el texto trae, en cambio “el que viene”, lo que
incluye en la fórmula el sentido de una ansiosa espera del fin, y le hace
expresar la idea de que dentro de la perspectiva de los sucesos revelados por
el libro, Dios viene en calidad de Juez”.
Esto último se confirma porque en los pasajes
paralelos XI, 17 y XVI, 5 no se dice “el que viene” ya que
Dios es venido en el sentido de que la ejecución del juicio contra los enemigos de Dios ha sido decretada
y ha comenzado, respectivamente, y por lo tanto no pueden aplicarse a la
segunda Venida de Jesucristo en
Gloria y Majestad.
Alápide: “Esto es, de Jehová, o sea de Dios. Alude San Juan a lo del Ex. III,
14 “Yo Soy el que Soy” y “El que Es, me envió a vosotros”. Y así en el griego no hay aquí un solecismo
sino que es mímesis o imitación del nombre hebreo, que como un indeclinable e
invariable se colocó Dios, diciendo en Éxodo
III, eie schelachani, esto es, será (esto es: que es, fue y será). Los judíos para significar el futuro designan
la constancia y continua duración de la cosa)” (…) “La palabra “soy” o “es” y “era”, o como está en hebreo “será”
significan la estable eternidad que abraza toda las diferencias del tiempo
pasado, presente y futuro”.
Bartina: Estos dones
exclusivamente divinos, que desea el apóstol, vienen de tres sujetos distintos.
El primero está expresado con estas
palabras: ἀπὸ ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρχόμενος. Aquí hay dos faltas gramaticales griegas graves. La preposición ἀπὸ rige genitivo, y, en
cambio, le siguen tres nominativos, lo cual indica que estos tres nominativos
se han de tomar como un nombre propio invariable o petrificado. El griego clásico lo
habría resuelto interponiendo un artículo declinado. En segundo lugar, entre dos participios hay una forma verbal finita con
artículo (ὁ ἦν = el era,
por el que era), lo cual indica que se considera la forma era un sustantivo. El verbo ser
griego no tiene participio de pasado. Suele suplirlo hecho. Pero en este caso el autor rehúye tenazmente aplicar el
verbo hecho al sujeto del cual trata.
Por otra parte, tanto en griego como en hebreo el imperfecto era equivale al pasado fue. El último participio es ὁ ἐρχόμενος,
que, traducido a la letra, da «el que ha de venir». Pero se trata también de un
verbo suplente. El participio de futuro el
que será, no es de la koiné, y en
el Apocalipsis no se emplea nunca un participio de futuro. Para expresar este
tiempo se emplea a veces un verbo auxiliar μέλλει γενέσθαι
(Ap I, 19), «el que será hecho» o «el que se formará», pero tampoco este modismo puede aplicarse
al sujeto de que se trata. Tenemos, pues, la traducción material de la frase:
«de parte de Él que es y el era y el que ha de venir», cuyo sentido exacto es:
«de parte de Él que es, fue y será». En el Targum Jonatán, esta misma expresión
se aplica a Yahvé: «Yo soy el que soy, el que fui y el que seré» (Deut. XXXII,
39)…”.
Fillion: “Ab eo qui… et…: Las tres
cláusulas se refieren a Dios Padre, las cuales marcan la eternidad sin comienzo
ni fin; son como una paráfrasis del “nombre inefable” revelado a Moisés (Éx.
III, 14-15)”.
[1] Clarae simplicesque explicationes libri Apocalipseos, pag. 8
[2] Por los lugares paralelos, sobre todo los tres primeros casos, se ve que
sólo puede estar refiriéndose al Padre, puesto que Κύριος
(lit. Señor) sin artículo corresponde
a Yahvé, según Pirot, comentando Mc. XIII,
20.