martes, 8 de julio de 2014

La Estructura del Apocalipsis (III de III)

I Parte - II Parte

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III) Respuesta a algunas objeciones:

En los artículos anteriores dimos nuestra división del Apocalipsis basada en dos grandes presupuestos: interpretación lineal[1] y dos clases de visiones: en el cielo (Cap. IV-IX) y en la tierra (Cap. X-XIX).

Contra estos dos principios van dirigidas las siguientes objeciones.

Objeciones:

I) Contra la interpretación lineal o cronológica.

1) Esta división presupone, en líneas generales, una interpretación lineal del Apocalipsis, pero esto es imposible, razón por la cual se debe preferir el método de la recapitulación.

Prueba de lo dicho.

a) En X, 6 se dice: "Y juró por el Viviente por los siglos de los siglos - que creó el cielo y cuanto hay en él, y la tierra y cuanto hay en ella, y el mar y cuanto hay en él- que ya no habrá más tiempo".

Es decir, esto nos lleva a la Parusía y puesto que todavía queda más de la mitad del Apocalipsis, no hay más opción que concluir que la teoría de la recapitulación es la única verdadera.

Resp.

1) Zerwick, Allo, Gelin, Wikenhauser, Crampon, Caballero Sánchez y Alápide traducen o interpretan χρόνος (tiempo) por "demora".

2) Aun suponiendo que habría que leer e interpretar "tiempo", el sentido seguiría siendo el mismo: "no habrá más tiempo para hacer penitencia", es decir, es tiempo de castigo y no de misericordia, y con razón puesto que tras la séptima trompeta comienza el juicio de las siete copas.


b) Instabis: Pero en XI, 17 se lee: "Te agradecemos, Yahvé, el Dios, el Todopoderoso, el que eres y el que eras, por cuanto has asumido tu poder, el grande y has empezado a reinar".

Aquí no se dice “el que viene” porque Cristo ya ha venido a establecer su reino, por lo tanto lo que sigue en los restantes capítulos necesariamente se tiene que explicar por la recapitulación.

Resp.

1) En XVI, 5 se lee la misma frase: "Y oí decir al ángel de las aguas: “Justo eres, (Tú que tienes por nombre) el Es y el  Era, oh Santo, en haber hecho este juicio”.

Pero es de notar que estamos aquí en la tercera copa, es decir, quedan todavía, por lo menos[2], cuatro copas más. Clara señal de que la Parusía todavía no ha ocurrido.

2) El título "el que eres y el que eras" es dicho siempre de Dios Padre y nunca del Hijo, por lo tanto no se puede aplicar a la Parusía. Cfr. I, 4.8; IV, 8 y XI, 17[3].


c) Instabis: Pero en XI, 15 el reino ha pasado a manos de Jesucristo, ergo ya ha venido y lo que viene después del Cap. XI se explica sólo por la recapitulación.

"Y tocó la trompeta el séptimo ángel, y se dieron grandes voces en el cielo que decían: “El reino del mundo ha pasado a Nuestro Señor y a su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos”.

Resp.

El reino ha pasado a manos de Jesucristo, distingo: en cuanto a la sentencia, concedo; en cuanto a la ejecución, niego.

Prueba de lo dicho: Nuestro Señor posee de derecho la potestad sobre todas las criaturas pero no la ha usado de hecho todavía. El Cap. IV del Apocalipsis se abre con la entrega de Dios Padre a Su Hijo del Testamento por el cual se le declara "Heredero de todas las cosas" (Heb. I, 2) y lo que sigue en el Apocalipsis es la toma de posesión efectiva de la herencia, para lo cual se van ejecutando diversas sentencias poco a poco. Estas ejecuciones de sentencia van dirigidas contra Babilonia, las dos Bestias, las Naciones y Satanás[4]. Por eso es que se alaban constantemente "los juicios" de Dios a través del Apocalipsis: Cfr. VI, 10 (Mártires del quinto Sello pidiendo justicia); XIV, 7 (antes de la séptima trompeta); XVI, 5.7 (después de la tercera copa); XVIII, 8.10 y XIX, 2 (después de Babilonia); XIX, 11 (contra las dos Bestias). Sobre Satanás cfr. Jn. XVI, 11 y Apoc. XX, 1-3.

Y así vemos que en XIX, 6 se dice:

"Y oí como voz de copiosa multitud y como voz de muchas aguas, y como voz de poderosos truenos, que decían: “¡Aleluya! Porque ha empezado a reinar Yahvé, el Dios nuestro, el Todopoderoso".

Pero he aquí que estas voces celestiales llenas de alegría se dan inmediatamente después de (y como consecuencia de) la caída de Babilonia, pero es sabido que todavía quedan por destruir las dos Bestias (Cap. XIX) y encadenar a Satanás (Cap. XX).


II) Contra de la división dada.

1) La división traída aquí: "Visiones en el cielo hasta el Cap. IX inclusive - Visiones en la tierra hasta el Cap. XIX, no es conforme al texto.

Prueba de lo dicho:

a) San Juan tiene visiones en el cielo después del Cap. X.

Apoc. XII, 1: "Y una gran señal apareció en el cielo: una Mujer revestida de sol, etc.".

Así Straubinger. Por lo tanto, todo parece indicar que la Mujer es vista en el cielo por el mismo Vidente.

Resp.

La traducción del verbo ὤφθη como "apareció" no es literal y es un tanto engañosa. Literalmente se debe traducir por "fue vista", y de hecho este verbo se repite en el v. 3 y allí Straubinger traduce bien "y vióse".

Para resolver el sentido del verbo "fue vista", lo primero que debemos hacer es resolver la ubicación de la Mujer.
La Mujer del v. 1 no puede estar en el cielo puesto que por los v. 4 y 5 se vé claro que se encuentra en la tierra ya que el Dragón arroja la tercera parte de las estrellas del cielo "a la tierra" y se coloca frente a ella para devorar al Hijo en cuanto nazca, pero Éste es "arrebatado al cielo".
Siendo esto así, vemos que la Mujer no "aparece" en el cielo, con lo cual es otra la interpretación que hay que darle.
Según nuestro parecer el sentido debe ser que la Mujer y el Dragón son vistos desde el cielo, o sea, en el cielo es vista la Mujer y el Dragón que están en la tierra. Y así San Juan no dice que él vea en el cielo a la Mujer que está allí, en el cielo, sino que simplemente dice lo que Dios, los Ángeles y los Santos ven desde el cielo.


Instabis: Pero en el Cap. XI, 19; XV, 1.5 San Juan dice que es él mismo quien ve "en" el cielo ciertas visiones. Ergo.

XV, 5-6: "Y después de esto miré y fue abierto el templo del tabernáculo del testimonio en el cielo. Y del Templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino puro y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con ceñidores de oro".

Y lo mismo en el pasaje paralelo en XI, 19:

"Y fue abierto el Templo de Dios, el que está en el cielo, y fue vista en su Templo el arca de su Alianza; y hubo relámpagos y voces y truenos y terremoto y pedrisco grande".

Y por último en XV, 1-3:

"Y vi otra señal en el cielo, grande y sorprendente: siete ángeles teniendo siete plagas, las postreras, porque en ellas el furor de Dios es consumado. Y vi como un mar de vidrio mezclado con fuego, y a los vencedores que escaparon de la Bestia y de su imagen y de la cifra de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, llevando cítaras de Dios. Y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero…".

Resp.

Si bien la objeción es interesante, sin embargo la solución parece estar en Caballero Sánchez que, al comentar X, 1 dice:

“… para Juan la “puerta del cielo” quedó abierta, y, desde allí, puede ver cuanto pasa arriba y abajo, dentro del cielo y fuera de él…”.

Según esto, si bien San Juan está en la tierra, no precisa subir de nuevo para ver lo que acontece en el cielo puesto que la puerta abierta que vio en IV, 1 nunca fue cerrada.

No es un argumento enteramente convincente pero tampoco es imposible.

No es necesario, pues, ver en estos versículos una excepción a la división estructural del Apocalipsis.

Vale!





[1] Esto debe ser correctamente ponderado, para lo cual nada mejor que dejar la palabra a Lacunza (La Venida, tomo 4, cap. VI, pág. 102 de la Ed. de Belgrano):

"San Juan observa y sigue en este mismo lugar, el mismo orden y método que ha observado constantemente en su profecía: es a saber, cuando dos o tres, o más misterios concurren en un mismo tiempo, los divide o separa el uno del otro; habla del uno, como si no hubiese otro, y éste lo lleva hasta su fin; concluido éste, vuelve cuatro pasas atrás, y tomando el otro, lo lleva del mismo modo hasta su fin: y así de los demás. (¿Y qué buen historiador no observa este mismo orden?). Este orden y método del Apocalipsis, desde el principio hasta el fin, es facilísimo, y sería convenientísimo observarlo bien y sin la cual observación y conocimiento pleno no concibo cómo pueda entenderse bien este libro divino, que comprende en tan poco volumen, tantos y tan grandes misterios, pertenecientes todos, a lo menos desde el Cap. IV a la revelación de Jesucristo, o lo que es lo misino, a su segunda venida en gloria y majestad".

[2] Decimos "por lo menos" porque también deben suceder antes de la Parusía: la caída de Babilonia, la batalla de Armagedón donde Cristo destruye a las dos Bestias y por último el Juicio de las Naciones.


[3] Lo mismo dígase del atributo "Todopoderoso" que se encuentra en IV, 8 y XI, 17. Cfr. XV, 3; XVI, 7.14; XIX, 6.15 y XXI, 22.

[4] Uno verbo "contra el mundo y Satanás", es decir los dos enemigos externos del hombre que no existirán durante el Milenio.