jueves, 19 de junio de 2014

La Iglesia Católica y la Salvación, Cap. VII, III Parte.

8) Este párrafo trae dos verdades sobre la Iglesia como medio necesario para la salvación. Primero, el hecho de que la Iglesia es un medio necesario para la salvación solamente por divina institución y no por una necesidad intrínseca. Segundo, el hecho de que los medios necesarios para la salvación por divina institución pueden producir sus efectos, como dice el documento, “en ciertos casos” cuando solo hay un deseo de poseer estas cosas.

8a) Cuando el documento clasifica a la Iglesia Católica como un medio de salvación necesario sólo por institución divina y no por necesidad intrínseca, menciona igualmente otras dos realidades que también son requeridas para obtener la salvación en esta forma particular. Estos son los sacramentos del bautismo y penitencia. Ambos son necesarios para la salvación y como medios establecidos por Dios para la obtención de este fin.
En otras palabras, no hay razón, excepto la voluntad positiva de Dios por la cual un lavado con agua llevado a cabo mientras la persona que administra el sacramento pronuncia una cierta fórmula deba ser necesaria para la obtención de la Visión Beatífica. No hay razón excepto la voluntad positiva de Dios por la cual a un hombre culpable de pecado mortal cometido después del bautismo no se le pueda perdonar ese pecado si no es por medio de una absolución judicial pronunciada por un sacerdote autorizado. Ni el bautismo ni el sacramento de la penitencia son por su propia natura parte de la misma vida sobrenatural como lo son la gracia santificante y la caridad.
De la misma manera, es por la voluntad positiva de Dios que los hombres deben estar dentro de una sociedad organizada a fin de obtener el perdón de los pecados o la beatitud final. Fe, esperanza y caridad son en realidad partes de la vida sobrenatural. Es imposible tener la vida de la gracia en este mundo, y por lo tanto, imposible salir de este mundo con la vida de la gracia, si no es por medio de la fe, esperanza y caridad. La vida de la Visión Beatífica en el cielo incluye necesariamente la caridad.
Esto debe ser bien entendido: en cualquier caso que los hombres y mujeres que acepten la enseñanza sobrenatural de Dios con acto de fe divina, y amen a Dios con amor sobrenatural de amistad llamado caridad, pertenecerían al reino de Dios sobre la tierra. Estas personas serían, en todo caso, los individuos que se someterían a la ley sobrenatural de Dios y por lo tanto pertenecerían a Su reino sobrenatural en este mundo. Pero, de hecho, Dios ha querido que Su reino sobrenatural sea una sociedad completamente organizada. En Su misericordia ha decretado que de ninguna manera haya otra unidad social que pueda ser llamada con propiedad Su reino o Su ecclesia. Si alguien ha de pertenecer al reino sobrenatural de Dios sobre la tierra, ha de pertenecer de alguna manera a la Iglesia Católica visible, la sociedad religiosa sobre la cual preside el Obispo de Roma como Vicario de Jesucristo.


8b) La Suprema haec sacra trae luego a colación el hecho de que en los designios misericordiosos de la providencia de Dios, tales realidades como la misma Iglesia y los sacramentos de bautismo y penitencia pueden, bajo ciertas circunstancias, producir los efectos que están destinados a producir como medios necesarios para la obtención de la salvación eterna, cuando el hombre las posee solamente en el sentido de desear tenerlos o usarlos. Obviamente, el texto no se puede entender a menos que entendamos cuáles son realmente esas "ciertas circunstancias" mencionadas en el texto.
Una circunstancia fundamental entre éstas es la genuina imposibilidad de recibir los sacramentos de bautismo o de penitencia o de entrar a la Iglesia como miembro. Es bastante obvio que si es posible que el hombre se bautice, vaya a confesión y reciba la absolución sacramental, o de realmente ser miembro de la vera Iglesia, y no lo hace no va a obtener la salvación eterna a menos que haga uso destos medios. Pero, por otra parte, si el uso efectivo destos medios es realmente imposible, entonces se podrá obtener la salvación eterna por la voluntad o deseo de usarlos.
Aquí, por supuesto, debemos distinguir cuidadosamente el orden de intención y el orden de mera veleidad. Lo que se requiere aquí es un deseo efectivo, un acto efectivo de la voluntad, como algo distinto de una mera complacencia o aprobación. Un no-miembro de la Iglesia puede salvarse si realmente quiere o desea entrar a la Iglesia. Con ese deseo o intención genuino y activo, realmente va a llegar a ser miembro de la Iglesia si tiene la posibilidad. Si no es posible, entonces la fuerza de su intención o deseo lo va a llevar "dentro" de la Iglesia de tal forma que pueda obtener la salvación eterna en esta sociedad. Un acto de la voluntad que no sea inherentemente efectivo, una mera veleidad, definitivamente no va a ser suficiente para la obtención de la salvación eterna.
Como nos recuerda el texto de la Suprema haec sacra hacia el final de su sección doctrinal, el deseo o intención de usar los medios establecidos por Dios pueden ser efectivos para la obtención de la salvación eterna sólo cuando este acto de la voluntad es iluminado por la fe divina y animado por la genuina caridad. Esto, por supuesto, es verdadero no sólo para la intención de entrar a la Iglesia sino también para el deseo de los sacramentos de bautismo y penitencia, el cual deseo puede bastar para el perdón del pecado cuando los sacramentos no están disponibles.

9) La expresión "un medio general de salvación" (generale… auxilium salutis) aplicado a la Iglesia Católica en el texto de la carta del Santo Oficio describe a la Iglesia como algo que, por los decretos misericordiosos de Dios, es un medio de salvación para todos y necesarios a todos los hombres sin excepción. De ninguna manera es sólamente necesaria para la salvación para aquellos que han oído de ella. Tampoco es necesaria meramente para aquellos que aspiran a niveles más altos de la vida espiritual. Es un medio y un auxilio para todos los hombres sin excepción.
Así, pues, en palabras del documento del Santo Oficio "para obtener la salvación eterna, no siempre se requiere el ser incorporado en la Iglesia de hecho (reapse) como miembro, sino que se requiere que esté unido a ella por lo menos de deseo o intención (voto et desiderio)".

10) Los párrafos anteriores de la carta del Santo Oficio han mostrado la validez de dos distinciones, contenidas en muchos lugares en las obras tradicionales de la teología Católica, pero que nunca antes habían sido afirmadas tan explícitamente en un documento autorizado de la Santa Sede. La primera fue la distinción entre la necesidad de medios y la necesidad de precepto. La segunda la necesidad de pertenecer a la Iglesia in re o in voto. Esta segunda distinción se usa en teología y en el texto de la Suprema haec sacra, para explicar de qué forma la Iglesia es un medio genuinamente necesario para todos los hombres para la obtención de la salvación eterna.
El presente párrafo explica la distinción entre el votum  de entrar a la Iglesia explícito y el implícito y enseña que incluso el votum implícito puede ser efectivo para la obtención de la vida eterna. Enseña que "no se requiere que este deseo (de entrar a la vera Iglesia como miembro) sea explícito como es el caso de los catecúmenos, pues cuando una persona se encuentra en ignorancia invencible, Dios acepta también un deseo implícito, llamado así porque está incluido en la buena disposición del alma por la cual la persona desea conformar su voluntad a la de Dios".
Aquí se debe notar que según el lenguaje de la Suprema haec sacra y de todos los otros documentos autorizados que han tratado sobre esta materia, el deseo de entrar a la Iglesia no le da al hombre algo así como "una real aunque incompleta pertenencia a la Iglesia"[1]. Aquellos que, como el P. San Juan, hablan de esta forma, simplemente no consideran el significado de las expresiones en los documentos de la Iglesia. Aquel que quiere entrar en la Iglesia no es en modo alguno miembro de ella. Si fuera miembro, su deseo sería absurdo.
La Suprema haec sacra describe un deseo explícito de entrar a la Iglesia como algo que se encuentra en los catecúmenos. Este es un adulto que se prepara para entrar a la Iglesia de Jesucristo por medio de la recepción del sacramento del bautismo. Se dice que su deseo es explícito ya que tiene un conocimiento claro y distinto (aunque no necesariamente adecuado) de la sociedad a la que quiere entrar. En otras palabras, es alguien que conoce que la Iglesia Católica es la vera Iglesia de Jesucristo y que quiere ser miembro de esa Iglesia por medio de la recepción del bautismo.
Por el contrario, el hombre tiene solamente un dese implícito cuando quiere algo pero no se da cuenta claramente qué es lo que desea. La palabra "implícito" tiene el sentido de algo "plegado". Cuando el hombre desea un objeto que no puede ser alcanzado sin la obtención de algo más y no tiene un conocimiento claro y distinto de esta otra cosa, se dice que tiene un deseo implícito de esta última.
La Suprema haec sacra afirma explícitamente que es posible que un hombre se salve con sólo tener un deseo implícito de entrar en la Iglesia Católica. Así, pues, enseña que un hombre puede obtener la Visión Beatífica sin haber tenido un conocimiento preciso y explícito de la Iglesia Católica durante el curso de su vida terrestre.



[1] Cfr. Enrique de San Juan O.P., Ensayos sobre la unidad Cristiana: 1928-1954 (Westminster, Maryland: The Newman Press, 1955), p. 139.