martes, 29 de abril de 2025

Algunas notas a Apocalipsis XXI, 11-12

 11. teniendo la Gloria de Dios; su luminar semejante a piedra preciosa, como piedra jaspe cristalina.

 Concordancias:

 Τὴν δόξαν (la gloria): cfr. Mt. XVI, 27; XIX, 28; XXIV, 30; XXV, 31; Mc. VIII, 38; X, 37; XIII, 26; Lc. IX, 26.31-32; XII, 27; XXI, 27; XXIV, 26; I, 14; XI, 40; XII, 41; XVII, 5.22.24; Hech. VII, 2.55; Col. III, 4; I Tes. II, 12; II Tes. I, 9; II, 14; Tit. II, 13; I Ped. I, 11; IV, 13; V, 1; Apoc. I, 6; IV, 9.11; V, 12-13; VII, 12; XI, 13; XIV, 7; XV, 8; XVIII, 1; XIX, 1.7; XXI, 23-24.26. Ver Apoc. XVI, 9. Ver Apoc. XV, 4; XVIII, 7.

 Φωστὴρ (luminar): Hápax en el Apoc. cfr. Fil. II, 15.

 Ὅμοιος (semajante): cfr. Apoc. I, 13.15; II, 18; IV, 3.6-7; IX, 7.10.19; XI, 1; XIII, 2.4.11; XIV, 14; XVIII, 18; XXI, 18.

 Λίθῳ τιμιωτάτῳ (piedra preciosa): cfr. Dan. XI, 38; Apoc. XVII, 4; XVIII, 12.16; XXI, 19.

 ἰάσπιδι (jaspe): Sólo en el Apoc. cfr. Apoc. IV, 3; XXI, 18-19.

 Κρυσταλλίζοντι (cristalizante): Hápax absoluto.

      

Comentario:

 Straubinger: “Cfr. Tob. XIII, 21-22; Is. LIV, 11-12 y notas. Su luminar es Cristo (v. 23 s)”.

 Allo: “La Jerusalén celeste posee la “gloria de Dios”, es decir, la divina presencia”.

 San Beda: “Lumen ejus simile lapidi pretioso. La piedra preciosa es Cristo que dijo: “Y la gloria que Tú me diste, Yo se la he dado a ellos” (Jn. XVII, 22)”.

 Scío: “Porque los justos participarán de la gloria de Dios, y resplandecerán como el sol en el reino de su Padre, Mt. XIII, 43; luego que haya reformado el cuerpo de nuestra humildad y bajeza, renovándolo conforme al cuerpo glorificado de su hijo, Fil. III, 10”.

 Gelin: “Lo que primero llama la atención a la mirada es el esplendor. Como Is. LX, 1-2 lo había anunciado y lo repite Apoc. XXI, 23, esta luminosidad es la del mismo Dios”.

 Garland: “Teniendo la Gloria de Dios: Esta es la Shekinah, la manifestación visible de la presencia de Dios. A causa de esta presencia, la ciudad no tiene necesidad de la luz del sol o de la luna (Apoc. XXII, 5)”.

 Jünemann: “Cristalizante: Diáfana, como cristal”.

 Strack-Billerbeck: “Pesiq 143 b: R. José b. Jirmeja (así se lee con los paralelos) y R. Dustai (ambos en el siglo IV) han dicho en nombre de R. Levi (c. el año 300): Hasta ahora no conocéis la alabanza (completa) de Jerusalén (precede a Pesiq 143 a, ver en Apoc. XXI, 16); pero por el hecho de que dice: “Porque Yo mismo, dice Jehová, la circundaré como muralla de fuego; y seré glorificado en medio de ella”, Zac. II, 5 - por esto conocéis la alabanza (completa) de Jerusalén. –

ExR 15 (77 d): Construirá Jerusalén con piedras de zafiro, ver Is. LIV, 11 s., y esas piedras brillarán como el sol y las naciones del mundo vendrán a contemplar la gloria de Israel, ver Is. LX, 3”.

 12. Teniendo muro grande y alto; teniendo puertas doce y a las puertas, ángeles doce y nombres escritos, que son los de las doce tribus de (los) hijos de Israel;

 Concordancias:

 Τεῖχος (muro): cfr. Apoc. XXI, 14-15.17-19. Ver Hech. IX, 25; II Cor. XI, 33; Heb. XI, 30.

 Μέγα καὶ ὑψηλόν (grande y alto): cfr. Apoc. XXI, 10.

 Πυλῶνας (puertas): cfr. Apoc. XXI, 13.15.21.25; XXII, 14.

 Δώδεκα (doce): cfr. Mt. XIX, 28; Hech. VII, 8; Sant. I, 1; Apoc. XXII, 1; XXI, 14.16.21; XXII, 2.

 Ἀγγέλους (ángeles): cfr. Mt. XI, 10; Mc. I, 2; Lc. VII, 27 (San Juan Bautista); Lc. VII, 24; IX, 52 (mensajeros); Sant. II, 25 (dos mensajeros de Josué); Apoc. I, 1; V, 2; VII, 2; VIII, 3-5; X, 1.5.8-10; XIV, 6.8-9.15.18; XVIII, 1.21; XIX, 17; XXII, 16 (San Gabriel); VIII, 2.6.8.10.12-13; IX, 1.13-14; X, 7; XI, 15 (7 Arcángeles que tocan las siete trompetas); I, 20; II, 1.8.12.18; III, 1.7.14 (Jerarquía); III, 5; V, 11; VII, 1.2.11; XIV, 10 (ángeles); IX, 11 (ángel del abismo); IX, 14-15 (ángeles malos de la sexta Trompeta); XII, 7 (ángeles de San Miguel); XII, 7.9 (ángeles de Satanás); XIV, 17.19 (un ángel con la hoz afilada); XV, 1.6-8; XVI, 1; XVII, 1.7; XXI, 9; XXII, 8 (ángeles de las siete Copas); XVI, 5 (ángel de las aguas); XX, 1 (San Miguel); XXII, 6 (¿Cristo?).

 Ὀνόματα (nombres): cfr. Apoc. II, 3.13.17; III, 1.4-5.8.12; VI, 8; VIII, 11; IX, 11; XI, 13.18; XIII, 1.6.8.17; XIV, 1.11; XV, 2.4; XVI, 9; XVII, 3.5.8; XIX, 12-13.16; XXI, 14; XXII, 4.

 ἐπιγεγραμμένα (escritos): cfr. Lc. X, 20; Apoc. II, 17; III, 12; XIII, 8; XIV, 1; XVII, 5.8; XIX, 12.16; XX, 12.15; XXI, 27.

 φυλῶν (tribus): cfr. Apoc. I, 7; V, 5.9; VII, 4-9; XI, 9; XIII, 7; XIV, 6.

 υἱῶν Ἰσραήλ (hjos de Israel): cfr. Apoc. II, 14; VII, 4.

  

Comentario:

 Sobre la Jerusalén Terrena cfr. Ez. XLVIII, 30-35; Is. LXII, 6.

 Straubinger: “El muro (cf. v. 17 s) no existía en la de Zac. II, 4. En ésta sólo es un atributo de su belleza pues ya no teme ataques como en XX, 9[1]. Nótese el simbolismo invertido de las doce puertas y doce cimientos: aquéllas (lógicamente posteriores al cimiento) con los nombres de las doce tribus de Israel (cf. v. 21) y estos (v 14) con los de los doce apóstoles. ¿No significa esto la unión definitiva entre los dos Testamentos en el Reino del Padre? Cf. v. 2; XII, 1 y notas”.

 Wikenhauser: “El vidente empieza por describir los muros, elementos imprescindibles de toda ciudad antigua; estos tienen doce puertas, tres por cada lado, ya que, según el v. 16, la ciudad presenta forma cuadrada. Las puertas llevan escritos los nombres de las doce tribus de Israel, uno sobre cada puerta. La ciudad de la visión de Ezequiel presentaba estas mismas características: también tenía forma rectangular, con tres puertas por cada lado y sobre ella los nombres de las doce tribus (XLVIII, 30). Los doce ángeles que aparecen sobre las doce puertas, uno sobre cada una, son los celestiales protectores de la ciudad (cfr. Is. LXII, 6: “Sobre tus muros, Jerusalén, he puesto guardianes”).”

 Caballero Sánchez: “El “muro” sagrado está dominado por doce grandes “Puertas” que dan acceso al interior de la “ciudad”. Son la sede de doce “Ángeles”, Ministros del gran Rey. Jefes Ungidos, Jueces supremos, Pontífices consagrados de cada una de las doce tribus del Israel de Dios. Nada ni nadie entra en la Ciudad, o sale de ella, sino bajo la responsabilidad de estos doce Jueces, y por el ministerio del “muro”. En estas “Puertas” se hace “Justicia” y se ventilan todos los asuntos del reino milenario. Cada Tribu tiene su propio Portón y su propio Ángel, así como su propia legión de doce mil sellados”.

 Garland: “Isaías vio un tiempo de paz para Jerusalén cuando el pueblo de Dios llamará tus muros Salvación y tus puertas Alabanza (Is. LX, 18)”.

 Barnhouse (citado por Garland): “Sin dudas esta muralla era un memorial de la protección de Dios a su pueblo a través de su larga historia. Los santos del Nuevo Testamento van a recordar bien cómo sus vidas estaban “escondidas con Cristo en Dios” (Col. III, 3). Ahora bien, el muro no necesita servir como medio de protección ya que Dios mismo habita en la ciudad. Esto se prueba además por el hecho de que cada uno de los cuatro muros de la ciudad tienen tres puertas que nunca se cierran”.

 Strack-Billerbeck: “Midr. Sal. XLVIII § 4 (138 b): ¿Cuántas puertas habrá (en la futura Jerusalén)? 144; 12 por cada tribu”.



 [1] En realidad, es para que no se vea desde la tierra lo que pasa dentro de ella, como lo nota agudamente Lacunza.