3. Y el segundo derramó su copa en el mar y se volvió sangre como la de un muerto y toda alma de vida murió, las que están en el mar.
Concordancias:
ἐξέχεεν (derramó): cfr. Mt. XXIII, 35; Lc. XI, 50; Hech. XXII, 20; Jud. I, 11; Apoc. XVI, 1-2.4.6.8.10.12.17.
Φιάλην (copa): cfr. Apoc. V, 8; XV, 7; XVI, 1-2.4.8.10.12.17; XVII, 1; XXI, 9.
No confundir con:
Ποτήριον (cáliz): cfr. Apoc. XIV, 10; XVI, 19; XVII, 4; XVIII, 6.
θάλασσαν (mar): cfr. Apoc. VII, 1-3; VIII, 8-9; X, 2.5.8; XII, 12.17; XIII, 1; XVIII, 21; XX, 13 (?); XXI, 1 (?). Ver Apoc. IV, 6; V, 13; X, 6 XIV, 7; XV, 2; XVIII, 17.19; XX, 8.
Αἵματι (sangre): cfr. Apoc. I, 5; V, 9; VI, 10.12; VII, 14; VIII, 7-8; XI, 6; XII, 11; XIV, 20; XVI, 4.6; XVII, 6; XVIII, 24; XIX, 2.13.
νεκροῦ (de muerto): cfr. Apoc. I, 5.18; II, 8; III, 1; XI, 18; XIV, 13; XX, 5.12-13.
ψυχὴ (almas): cfr. Apoc. VI, 9; VIII, 9; XII, 11; XVIII, 13-14; XX, 4.
ψυχὴ ζωῆς (alma de vida): Hapax absoluto.
ἀπέθανεν (murió): cfr. Apoc. III, 2; VIII, 9.11; IX, 6; XIV, 13.
Notas Lingüìsticas:
Zerwick: “ψυχὴ ζωῆς: genitivo “hebraico” = ánima viviente”.
Comentario:
Corresponde a la primera Plaga de Egipto (Ex. VII, 17-21). Cfr. Sab. XI, 20.
Si las plagas de Egipto fueron literales, entonces nada obsta ver aquí lo mismo.
Scío: “Sangre como la de un muerto: en sangre negra y corrompida, como suele volverse en poco tiempo la de un cadáver”.
Caballero Sánchez: “La expresión del texto “almas de vida”, no debe desorientarnos. Va seguida de una aposición en neutro, como que no se hablara de “hombres” sino de “animales”.En la octava inferior de la primera creación y del Antiguo Testamento, esa expresión “toda alma de vida” tiene efectivamente ese sentido de “animales”. Dice el Génesis, (IX, 9-12): “Dios establece un pacto con Noé, sus hijos y su descendencia, y con toda alma de vida de aves, de animales y de toda bestia de la tierra que está con ellos… para que no perezca ya toda carne en aguas de diluvio”. La distinción entre “hombres” y “animales” catalogados bajo la rúbrica “toda alma de vida”, aparece allí claramente”.
Lamentablemente, con su desaforado simbolismo Caballero Sánchez se las arregla para ver en los “animales” una clase de hombres.
Alápide:
“¿Qué significa el término tamquam mortui?
Primero,
algunos lo exponen de la sangre congelada que sale del cuerpo muerto. Bien
rechaza esto Alcázar diciendo
que puede pasar que la sangre del muerto sea roja y nítida (…)
Segundo,
algunos piensan que se alude al mar Muerto, en lo cual se convirtió Sodoma a
causa de sus pecados; las aguas de su mar son bituminosas, y por lo tanto
obscuras (…) de la misma manera aquí el ángel convertirá las aguas del mar
obscuras, y como muertas; de aquí que siga: “Y murió toda alma viviente”.
Tercero, Alcázar
lo refiere a las víctimas cuya sangre, al ser inmolados, depositaban en un
vaso, que tenía agua hasta la mitad, a fin de que la sangre, mezclada con el
agua, fuese más fluida y, arrojada en la fosa que estaba junto a la base del
altar, corriera más fácil y no se atascase en el altar impregnándolo de sangre
(…)
Cuarto, y
lo mejor, algunos refieren esto a la abundancia de sangre. Cuando se mata al
hombre o al animal, derrama mucha sangre y es como si dijera: el agua del mar
se volvió sangre, como si hubiese habido una matanza de hombres, y muchos
fuesen matados y por lo tanto todos los peces que viven en el mar no de la
sangre sino del agua, fueron muertos igualmente.
El genitivo singular νεκροῦ, esto es, “de muerto”, se pone en lugar del plural “de los muertos”, como si dijera: el agua del mar se hizo como la sangre de los degollados y muertos (…)
El v. 5 agrega la causa, diciendo: “Justus es Domine”, que los castigas en aquello en que pecaron, y lo que les hicieron a otros injustamente, justamente los castigas con eso: “quia sanguinem sanctorum et prophetarum effuderunt, et sanguinem eis dedisti bibere: digni enim sunt”. Así transformaste el agua en sangre a los egipcios, puesto que contaminaron con la sangre de los infantes judíos a los que sumergían en el agua, Ex. VII, 19”.
Fillion: “Tamquam mortui: circunstancia agravante: la sangre se había corrompido”.
San Andrés: “No sorprende que, para probar la debilidad
del Anticristo y la lascivia de los engañados, el poder divino, por medio de
los santos profetas Enoc y Elías, cambie el mar en sangre como de muerto, es
decir, de hombre degollado, y se produzca la destrucción de lo que hay en él,
igual que hizo antaño en Egipto por mediación de Moisés, para probar la tozudez
del Faraón y para mostrar su poder.