7. Y uno de los cuatro Vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas del furor de Dios, del que vive por los siglos de los siglos.
Concordancias:
ζῴων (Vivientes): cfr. Apoc. IV, 6-9; V, 6.8.11.14; VI, 1.3.5-7; VII, 11; XIV, 3; XIX, 4.
Ἀγγέλοις (ángel): cfr. Mt. XI, 10; Mc. I, 2; Lc. VII, 27 (San Juan Bautista); Lc. VII, 24; IX, 52 (mensajeros); Sant. II, 25 (dos mensajeros de Josué); Apoc. I, 1; V, 2; VII, 2; VIII, 3-5; X, 1.5.8-10; XIV, 6.8-9.15.18; XVIII, 1.21; XIX, 17; XXII, 16 (San Gabriel); VIII, 2.6.8.10.12-13; IX, 1.13-14; X, 7; XI, 15 (7 Arcángeles que tocan las siete trompetas); I, 20; II, 1.8.12.18; III, 1.7.14 (Jerarquía); III, 5; V, 11; VII, 1.2.11; XIV, 10 (ángeles); IX, 11 (ángel del abismo); IX, 14-15 (ángeles malos de la sexta Trompeta); XII, 7 (ángeles de San Miguel); XII, 7.9 (ángeles de Satanás); XIV, 17.19 (un ángel con la hoz afilada); XV, 1.6.8; XVI, 1; XVII, 1.7; XXI, 9; XXII, 8 (ángeles de las siete Copas); XVI, 5 (ángel de las aguas); XX, 1 (San Miguel); XXI, 12 (12 Apóstoles); XXII, 6 (¿Cristo?).
Φιάλας (copa): cfr. Apoc. V, 8; XVI, 1-4.8.10.12.17; XVII, 1; XXI, 9.
No confundir con:
Ποτήριον (cáliz): cfr. Apoc. XIV, 10; XVI, 19; XVII, 4; XVIII, 6.
χρυσᾶς (de oro):
cfr. Apoc. I, 12-13.20; II, 1; IV, 4;
V, 8; VIII, 3; IX, 13.20; XIV, 14; XV, 6; XVII, 4; XXI 15.
Γεμούσας (llenos): cfr. Apoc. IV, 6.8; V, 8; XVII, 3-4; XXI, 9.
Θυμοῦ (furor): cfr. Apoc. XII, 12; XIV, 8.10.19; XV, 1; XVI, 1.19;
XVIII, 3; XIX, 15.
Θυμοῦ τοῦ Θεοῦ (furor de Dios): cfr. Apoc. XIV, 10.19; XV, 1; XVI, 1.
τοῦ ζῶντος (el que vive):
cfr. Jn. V, 25; XI, 25-26; XIV, 19; I Tes. IV, 15.17; V, 10; Apoc. I,
18; II, 8; IV, 9-10; V, 14; VII, 2; X, 6; XX, 4-5. Ver Apoc. III, 1; XIII, 14; Apoc. XIX, 20.
Εἰς τοὺς αἰῶνας τῶν αἰώνων (por los siglos de los siglos): cfr. Apoc. I, 6.18; IV, 9-10; V, 13-14; VII, 12; X, 6; XI, 15; XIV, 11; XIX, 3; XX, 10; XXII, 5.
Comentario:
Este versículo parecería estar relacionado con V, 8:
“Y cuando hubo recibido el libro, los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron ante el Cordero, teniendo cada cual una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos”.
Sobre todo si se tiene en cuenta que los santos son los Mártires del Anticristo.
Straubinger: “Véase una entrega semejante en Jer. X, 7. Sobre la copa o cáliz como símbolo de la ira de Dios, cfr. XVI, 19; Is. LI, 17; Jer. XXV, 15.17; Ez. XLIX, 12; Abd. 16, etc”.
Allo: “Estas copas contienen el brebaje con el que han sido amenazados los adoradores de la Bestia (XIV, 10); forman la contraparte de las copas de oro llenas de los perfumes que los Vivientes y los Ancianos tienen en sus manos (V, 8), mientras adoran al Cordero (Calmes) (…) las copas son distribuidas por uno de los Vivientes; son ellos los que habían llamado a los Jinetes del cap. VI, puesto que son representantes de la naturaleza, asociados a la venganza de su Creador (Swete); sin embargo no se trata solamente de plagas naturales”.
Wikenhauser: “Del templo salen siete ángeles, vestidos, como los sacerdotes, de lino puro y resplandeciente, y con un cinturón de oro a la altura del pecho (Apoc. I, 13; XIX, 14). De uno de los vivientes reciben siete copas de oro, que están llenas de la ira de Dios; se considera ésta como fuego encendido que se ha de verter sobre la tierra (Ez. XXII, 31). Dado que las plagas contenidas en estas copas son de naturaleza cósmica, los ángeles las reciben de uno de los vivientes, representantes de la naturaleza, conforme se vio en VI, 1-8, donde se indican además sus funciones propias”.
Alápide: “Uno, esto es, el primer animal, a saber, el león, como se ve por IV, 7. En efecto, el león es símbolo de la fortaleza, ira y venganza”.
Swete: “Mientras las copas que tienen los Ancianos en el cap. V están llenas del incienso de las oraciones de los Santos, éstas están llenas de la ira de Dios”.
Primasio: “Se dice que las fialas contienen tanto la suavidad de las súplicas como la ira de los suplicios, al ser derramada por los santos para la venida del reino de Dios”.
Bonsirven: “Los instrumentos de su oficio son vasos, que sería mejor llamar pateras; no copas[1], que sirven para beber, sino vasos que contienen algo para derramar: incienso-oraciones de los santos (V, 8) o bien cólera de Dios y golpes que da; estas pateras de la cólera de Dios responden a las copas llenas del vino del furor de Dios (XIV, 10)”.
Muñoz León: “Tras la entrega de las copas, el Santuario se llena del humo de la Gloria de Dios, como en la inauguración del santuario del desierto (Éx. XL, 34-35) y en la inauguración del templo de Salomón (I Rey. VIII, 10) y como sucederá en el tiempo escatológico (II Mac. II, 4-8)”.