Bien,
tratemos de ordenar un poco todo este lío.
En
la batalla del Harmagedón vemos los siguientes grupos que guerrean contra el
Cordero:
a) Anticristo-Individuo (XIX, 19-20).
b) Falso Profeta (XIX, 20).
c) Diez Cuernos (XVII, 14).
d) Reyes de la tierra (XIX, 19), también llamados Reyes de
todo el mundo habitado (XVI, 14)[1].
Ahora
bien, en la batalla del capítulo XIX hay claramente dos
etapas: una en la cual son muertos la Bestia y el Falso Profeta (v.
20) y otra donde perecen los restantes (v. 21).
Parece
no haber dudas en el hecho de que en la primera de las etapas se trata del
Anticristo-Individuo[2],
gracias al pasaje paralelo de San Pablo cuando le escribe a los Tesalonicenses
en su segunda carta (II, 8):
“Y
entonces se revelará el inicuo, a quien el Señor Jesús matará por el aliento
(lit. espíritu) de su boca y (¿esto es?)
anulará por la manifestación de su parusía…”.
Aquí
termina la primera etapa de la guerra del Harmagedón y lo que sigue después es,
ni más ni menos, el comienzo del Juicio de las Naciones, lo cual se
prueba fácilmente por algunos pasajes bíblicos:
1) Primero y principal, el orden de todos estos
acontecimientos, y que muchos pasan por alto, ya fue indicado claramente por
Nuestro Señor en el Discurso Parusíaco cuando dijo (Mt. XXIV):
29. "E inmediatamente después de la
tribulación de los días aquellos, el sol se obscurecerá y la luna no dará su
resplandor y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes de los cielos serán
sacudidas.
30. Y entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre
en el cielo, y entonces harán luto todas las tribus de la tierra, y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con virtud y gloria mucha.
31. Y enviará sus ángeles con trompeta grande y
congregarán a sus elegidos de los cuatro vientos, de extremos del cielo a
extremos de ellos.
Tenemos
en primer lugar el fin de la tribulación (v. 29a), que no es
otra cosa más que el fin del reinado del Anticristo, de lo cual viene hablando
en los versículos anteriores, y luego agrega que inmediatamente después
tendrán lugar los fenómenos celestes (v. 29b), y es recién
después de estos acontecimientos que Jesús ha de venir en Gloria y Majestad (vv. 30-31).
Como
se vé, esta secuencia coincide claramente con el Apocalipsis, pues primero es
destruido el Anticristo-Individuo, y luego tienen lugar los fenómenos celestes
que se identifican con el comienzo del Juicio de las Naciones, y vemos así las
dos etapas de la batalla del Harmagedón.
2) El juicio de las Naciones no puede excluir a
ninguna nación. Ahora bien, es interesante observar que en Apoc. XVI,
13-14 se habla de todas las naciones que han de ser
congregadas para esta guerra:
“Y ví de la boca del Dragón y de la boca de la
Bestia y de la boca del Falso Profeta (salir) espíritus tres, impuros,
como ranas. Son, en efecto, espíritus de demonios que hacen signos, los que salen
a los reyes de todo el mundo habitado, para congregarlos para la guerra del
día, el grande, de Dios, el Todopoderoso
3) Y, por último, el capítulo XIX termina
diciendo (v. 21):
“Y
los restantes fueron muertos con la espada del sentado sobre el caballo,
la que salía de su boca y todas las aves se hartaron de sus carnes”.
Pero
he aquí que ya antes en el v. 15 había aclarado:
“Y de su boca sale una
espada aguda, para con ella herir
a las naciones y Él las destruirá con vara férrea y Él pisotea el
lagar del vino del furor de la ira de Dios, el Todopoderoso”.
Este cetro
de hierro ya lo habíamos visto como el premio al vencedor de Tiatira
en II, 26-27:
“Y al que venciere, esto es, el que guardare hasta
el fin mis obras, le daré autoridad sobre las naciones, y las destruirá con
vara férrea, cual vasos cerámicos son quebrados…”.
Y,
por supuesto, en XII, 5:
“Y dio a luz un hijo varón, que va a destruir todas
las naciones con vara férrea y fue arrebatado su hijo hacia Dios y hacia su
trono”.
Para
finalizar, observemos que los pobres, signados por el Anticristo (XIII,
16), no aparecen en las otras dos citas, de lo cual parece
seguirse como consecuencia natural que ellos serán los habitantes que estén
vivos cuando venga el Mesías en Gloria y
Majestad. Ellos son los que Daniel en su capítulo XII llama
“bienaventurados” y a los cuales parece referirse Apoc. I, 7
cuando dice:
“He aquí, viene con las nubes y verále todo ojo y los que le
traspasaron y harán luto por Él todas las tribus de la tierra.
Sí, Amén”.
O
para decirlo todo de una buena vez: de estos gentiles pobres se poblará
la tierra durante el milenio.
[1] Estos Reyes de la tierra no se pueden identificar con
los diez Cuernos porque estos últimos
destruirán a Babilonia (XVII, 16) mientras que los primeros llorarán
tras su destrucción (XVIII, 9-10).
[2] La duda podría venir
con respecto a los diez cuernos, pero parecería que no hay que incluirlos en la
primera etapa de la batalla porque Dan. VII, 12 explícitamente
los excluye:
“A las otras bestias también les
fue quitado su dominio, pero les fue prolongada la vida hasta un tiempo y un
momento”.