VIII.
Diversos grupos
Para
terminar, pasemos revista a una serie de grupos que aparecen durante el reinado
del Anticristo y que son nombrados de nuevo hacia el final del mismo.
Apoc.
VI, 15: “Y los reyes de la tierra y los magnates[1] y
los tribunos y los ricos
y los fuertes y todo siervo y libre se escondieron en las cuevas y en las peñas de
los montes…”.
Apoc.
XIII, 16: “Y hace que a todos: los pequeños
y los grandes y los ricos
y los pobres y los libres y los siervos para
que se les dé una marca sobre la mano de ellos, la derecha, o sobre la frente
de ellos…”.
Apoc.
XIX, 17-18: “Venid, congregaos al banquete, el grande, de Dios,
a comer carnes de reyes y carnes de tribunos y carnes de fuertes
y carnes de caballos y de los sentados sobre ellos, y carnes de todos: y libres y siervos y pequeños y grandes”.
***
Antes
de sacar algunas conclusiones, tratemos primero de enmarcar estos pasajes en su
lugar correspondiente.
No
es posible dudar que en el capítulo VI se describe el comienzo
del Juicio de las Naciones cuando se narran las conmociones en el sol, la luna,
las estrellas y el cielo, y que a este Juicio lo vemos profetizado en muchos
otros lugares, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento: Is. XIII, 9-10;
XXXIV, 4; Jl, II, 10.30; III, 4.15; Mt. XXIV, 29; Mc. XIII, 24; Lc. XXI,
25.
La
dificultad, más bien, parecería estar en el capítulo XIX.
Repasemos
primero el texto y luego lo sometamos a un breve análisis:
11. Y vi el cielo
abierto y he aquí un caballo blanco y el sentado sobre él llamado “Fiel y
Verdadero” y con justicia juzga y guerrea.
12. Y sus ojos, llama
de fuego y sobre su cabeza, diademas muchas; teniendo un nombre escrito que
nadie sabe sino Él mismo.
13. Y vestido con un
vestido teñido en sangre, y se llama su nombre “la Palabra de Dios”.
14. Y los ejércitos,
los (que están) en el cielo, le seguían en caballos blancos, vestidos de
lino fino blanco, puro.
15. Y de su boca sale
una espada aguda, para con ella herir a las naciones y Él las destruirá con
vara férrea y Él pisotea el lagar del vino del furor de la ira de Dios, el
Todopoderoso.
16. Y tiene sobre el
vestido y sobre su muslo un nombre escrito: “Rey de reyes y Señor de señores”.
17. Y vi un ángel
estando de pie en el sol y clamó con voz grande, diciendo a todas las aves, las
que vuelan en medio del cielo: “Venid, congregaos al banquete, el grande, de
Dios,
18. a comer carnes de
reyes y carnes de tribunos y carnes de fuertes y carnes de caballos y de los
sentados sobre ellos, y carnes de todos: y libres y siervos y pequeños y
grandes”.
19. Y vi a la Bestia y
a los reyes de la tierra y a sus ejércitos congregados, hacer la guerra contra
el sentado sobre el caballo y contra su ejército.
20. Y fue cogida la
Bestia y con ella el Falso Profeta, el que había hecho los signos delante de
ella, con los cuales había engañado a los que habían recibido la marca de la
Bestia y a los que se postran ante su imagen. Vivos fueron arrojados los dos al
lago, el de fuego, del que arde con azufre.
21. Y los restantes
fueron muertos con la espada del sentado sobre el caballo, la que salía de su
boca y todas las aves se hartaron de sus carnes.
Antes que nada, pongamos este capítulo en su
contexto inmediato: en los capítulos XV-XVI vemos el derrame
de las siete Copas, mientras que en los XVII-XVIII asistimos a
la destrucción de Babilonia, luego la profecía sigue en el capítulo XIX con
el regocijo en el cielo por la destrucción de la gran Ramera, tras lo cual
vemos el cielo abierto y la aparición de Jesucristo.
No
hay que perder de vista que el Apocalipsis es, en líneas generales, una profecía toda seguida,
con lo cual existe secuencia cronológica.
En dos
lugares más se vuelve a hablar en el Apocalipsis sobre esta
batalla:
XVII, 12-14:
“Y
los diez cuernos que viste, diez reyes son, los que reino aún no han recibido,
mas autoridad, como reyes, (por) una
hora reciben con la Bestia. Estos un propósito tienen y su poder y autoridad a
la Bestia dan. Estos contra el Cordero guerrearán y el Cordero los vencerá
(porque Señor de señores es y Rey de reyes) y los que con Él (están): llamados y escogidos y fieles”.
Los
que pelean contra el Cordero son los diez cuernos de los que venía (y seguirá)
hablando, es decir, aquellos que se identifican con los diez reyes de los cuales
está formada la Bestia del Mar y que para ese entonces ya van a haber destruido
a Babilonia.
XVI, 13-16:
“Y ví de la boca del Dragón y de la boca de la
Bestia y de la boca del Falso Profeta (salir) espíritus tres, impuros,
como ranas. Son, en efecto, espíritus de demonios que hacen signos, los que salen
a los reyes de todo el mundo habitado, para congregarlos para la guerra del
día, el grande, de Dios, el Todopoderoso. He aquí que vengo como ladrón:
bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos, para que no ande desnudo ni
vean su vergüenza. Y los congregó en el lugar, el que se llama en hebreo
“Harmagedón”.
[1] Estos magnates
son los mismos que “los traficantes de la tierra”, cfr. Apoc. XVIII, 23 y parecerían coincidir también con los
“grandes” en las otras dos citas.