5 Objeción:
El
Mesías va a estar sentado por siempre
en el mismo trono en que ahora está.
Prueba
de lo dicho.
En
la Biblia de Straubinger leemos:
Heb. X,
11-13: “Todo sacerdote está
ejerciendo día por día su ministerio, ofreciendo muchas veces los mismos
sacrificios, los cuales nunca pueden quitar los pecados; Éste (Jesús), empero, después de ofrecer un
solo sacrificio por los pecados, para siempre “se sentó a la diestra de Dios”,
aguardando lo que resta “hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus
pies”.
Respuesta:
1) Todos los textos que hemos dado hasta aquí y
especialmente aquel tomado de Apoc. III, 21, prueban inequívocamente que
hay dos tronos y creemos que este
pasaje a los Hebreos se debe interpretar a la luz de los demás y no viceversa,
sobre todo cuando se le puede dar fácilmente otra interpretación, lo cual nos
lleva al siguiente punto.
2) El texto original del v. 12 es el siguiente:
οὗτος δὲ μίαν ὑπὲρ ἁμαρτιῶν προσενέγκας θυσίαν εἰς
τὸ διηνεκὲς ἐκάθισεν ἐν δεξιᾷ τοῦ Θεοῦ
Crudamente
literal: “Éste, en cambio, una (vez)
por los pecados habiendo ofrecido sacrificio a perpetuidad sentóse a la
diestra de Dios”.
Y
la pregunta obvia es ¿a qué modifica a
perpetuidad? ¿A lo que sigue o a lo que precede? En otras palabras: ¿dónde
colocar la coma: después de sacrificio
o de a perpetuidad?
Y, a priori, tan lícito es lo uno como lo
otro. No nos vamos a poner a citar las diversas versiones ni los comentarios ya
que no es necesario, pues al poco que se analiza el texto, la balanza se
inclina decididamente por la segunda opción.
En
primer lugar, notemos que san Pablo está contraponiendo los sacrificios
antiguos con el de Cristo, y una de las diferencias es que los sacerdotes de la
Antigua Ley ofrecían muchas veces,
con lo cual es lógico pensar que el a
perpetuidad alude al sacrificio de Cristo ofrecido una vez y no a su sesión a la diestra del Padre.
En
segundo lugar, el adverbio es usado 4 veces en el Nuevo Testamento y siempre en
nuestra epístola. Bastará recorrer los otros tres casos para ver que tienen un
denominador común.
Heb.
VII, 1-3: “Este Melquisedec, rey de
Salem, sacerdote del Dios Altísimo, es el que salió al encuentro de Abrahán,
cuanto éste volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo. A él también
repartió Abrahán el diezmo de todo; y su nombre se interpreta, primero, rey de
justicia, y luego también, rey de Salem, que es rey de paz. El cual, sin padre,
sin madre, sin genealogía, sin principio de días ni fin de vida, fue asemejado
al Hijo de Dios y permanece sacerdote eternamente”.
Heb.
X, 1-4: “La Ley no es sino una sombra
de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, por lo cual nunca
puede con los mismos sacrificios, ofrecidos sin cesar año tras año,
hacer perfectos a los que se le acercan. De lo contrario ¿no habrían cesado de
ofrecerse? puesto que los oferentes una vez purificados no tendrían más
conciencia del pecado. Sin embargo, en aquellos (sacrificios) se hace memoria
de los pecados año por año. Porque es imposible que la sangre de toros y de
machos cabríos quite pecados”.
Heb.
X, 11-14: “Todo sacerdote está
ejerciendo día por día su ministerio, ofreciendo muchas veces los mismos
sacrificios, los cuales nunca pueden quitar los pecados; Éste, empero, después
de ofrecer un solo sacrificio por los pecados para siempre, “se sentó a
la diestra de Dios”, aguardando lo que resta “hasta que sus enemigos sean
puestos por escabel de sus pies”. Porque con una sola oblación ha consumado
para siempre a los santificados”.
Y
así vemos que en todos los casos el uso del adverbio está relacionado con el
sacrificio y hasta lo encontramos en el mismo capítulo X en otras dos
oportunidades.
Todo
nos lleva a creer, pues, que el texto se debe interpretar de forma distinta a
lo que plantea la objeción.
6 Objeción:
Quien
haya leído la cuestión 58 de la Tercera Parte de la Suma Teológica no
encontrará nada en defensa de esta nueva teoría, al contrario.
Prueba
de lo dicho.
Art.
1
In corp.
“Se dice que Cristo está sentado a la diestra del
Padre en cuanto reina junto con el Padre y de Él tiene el poder judicial; como
el ministro que se sienta con el rey a su derecha le asiste en el reinar y
juzgar. De donde dice Agustín, en otro Sermón De Symbolo: Por «derecha»
entended la potestad que recibió aquel hombre tomado por Dios, a fin de que venga
a juzgar el que antes vino a ser juzgado.”
Ad 1:
“Como escribe el Damasceno, en el libro IV, no
llamamos diestra del Padre a algo local. ¿Cómo conseguiría una derecha local el
que no puede ser circunscrito? La derecha y la izquierda son propias de los que
están circunscritos. Llamamos derecha del Padre a la gloria y el honor de la
divinidad”.
Ad 3:
“Como explica Gregorio en una Homilía sobre la Ascensión,
estar sentado es propio del que juzga; en cambio, estar en pie, lo es
del que lucha o del que ayuda. Por consiguiente, Esteban, colocado en el
trabajo del combate, vio en pie a quien tuvo por colaborador. Pero a ése,
después de la ascensión, Marcos lo describe como sentado, porque, después de
la gloria de su ascensión, al final será contemplado como juez”.
Art.
2
In corp.
“Por el término derecha se puede
entender tres cosas: primera, según el Damasceno, la gloria de la
divinidad; segunda, según Agustín, la
bienaventuranza del Padre; tercera, según este mismo
autor, la potestad judicial. Y el estar
sentado, como hemos dicho, designa la habitación, la dignidad real, o
la potestad judicial. Por lo cual, estar sentado a la derecha del
Padre no es otra cosa que compartir junto con el Padre la
gloria de la divinidad, la bienaventuranza, y la potestad judicial; y esto de
manera inamovible y regia. Todo esto le conviene al Hijo en cuanto
Dios…”.
Y
en su comentario a Heb. VIII, 1:
“Lo capital de lo dicho es que tenemos un
Pontífice tal que está sentado a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos”
Leemos:
“El trono es la potestad judicial, que
conviene a algunos como ministros de Dios como a todos los reyes (Sal. LXXI,
11) y a todos los prelados (I Cor. IV, 1). El trono de la Majestad es la
excelentísima potestad de juzgar… se dice que Cristo sede porque tiene la
potestad judicial”.
Por
donde vemos que el sentarse a la diestra de Dios dice también relación con el
poder judicial, con lo cual se concluye que, para santo Tomás, Cristo rige y
gobierna desde la Ascensión cuando se sentó a la diestra del Padre.
Respuesta:
1) Amicus Thoma sed magis amica veritas[1].
2) No vemos contradicción entre lo que dice Santo Tomás
y nuestra tesis. Nadie niega la reyecía de Cristo ni mucho menos, sino que toda
la cuestión se circunscribe a saber si ese poder judicial es ejercido de hecho hoy en día sobre los hombres y
no solamente en materia espiritual. Santo Tomás no se plantea la cuestión en
estos términos.
Que
Jesús es Rey actualmente sobre la
tierra en materia espiritual por
medio de la Iglesia es casi un lugar común y no hay necesidad de plantear este
tema. Los textos, por lo demás, abundan; pero que reine de hecho en materia temporal
ni lo dice ni lo niega Santo Tomás en estas citas. Simplemente no trata la
cuestión.
3) Pero pasemos ya a la respuesta directa, pues hay
otros textos del Santo que favorecen claramente nuestra opinión.
Al
comentar Hebr. IV, 16:
“Lleguémonos, por tanto, confiadamente al trono de
la gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para ser socorridos
en el tiempo oportuno”.
Leemos:
“Luego, cuando dice lleguémonos, por tanto, confiadamente, etc. nos induce a tener
confianza en él; como si dijera: Puesto que puede tener compasión, lleguémonos confiadamente (Is. XII, 2).
Lleguémonos al trono. La sede del rey es llamada trono: y Cristo es Rey
(Jer. XXIII, 5). Este trono tiene un doble status. Uno de justicia en el futuro[2], Sal. IX, 5: “Te has
sentado, Juez justo, sobre el trono”. Esto sucederá en el futuro (Sal.
LXXIV, 2). El otro trono es el de gracia, del cual se trata aquí.
Por eso se agrega, “de su gracia”, a saber, en el presente, cuando es tiempo
de tener misericordia (Zac. IV, 7). Por la gracia de Cristo nos libramos de
todas las miserias, ya que nos libramos del pecado, que hace miserable a los pueblos (Prov. XIV, 34), y por eso se dice a fin de alcanzar misericordia (…) Este
es el tiempo presente, que es el tiempo de misericordia”.
Y
aquí llegamos, después de mucho andar (o no tanto), a coincidir con Santo
Tomás.
[1] No se nos malinterprete. No buscamos menguar en
modo alguno la autoridad de Santo Tomás en materia filosófica, teológica,
exegética, etc. sino sólo ponerla en su justo lugar. No es la mente de la
Iglesia que se sigan todas y cada una de las explicaciones y conclusiones de
Santo Tomás como si fueran ni de fe, ni siquiera ciertas, sino tan sólo como seguras. Lo dicen explícitamente los
Papas.
Es inútil amontonar
ejemplos de teólogos o exégetas que se apartan de Santo Tomás cuando lo creen
necesario.
Ver sobre este
tema, entre otros, a Salaverri, De
Ecclesia, num. 871-883.
Con todo, como
veremos a continuación, no hay
diferencias con lo que dice el Angélico.
[2] De hecho, en la objeción planteada más arriba,
Santo Tomás ya había dado a entender este mismo punto cuando afirmaba:
Ad 3:
“Como explica Gregorio en una Homilía sobre la Ascensión, estar
sentado es propio del que juzga; en cambio, estar en pie, lo es del que lucha o
del que ayuda. Por consiguiente, Esteban, colocado en el trabajo del combate,
vio en pie a quien tuvo por colaborador. Pero a ése, después de la ascensión,
Marcos lo describe como sentado, porque, después de la gloria de su ascensión, al final será contemplado como juez”.