h)
Estos habitantes de la tierra serán
los principales encargados de dar muerte al segundo gran grupo de Mártires del
Apocalipsis: los del Anticristo; y así vemos el mismo fenómeno que antes: de la misma manera que las Trompetas
fueron un castigo contra la tierra y sus
habitantes por la muerte de los Mártires del quinto Sello, las Copas han de
ser un castigo debido a la muerte de los Mártires del Anticristo:[1]
Por eso es que en Apoc. cap.
XVI leemos:
5-6: “Y oí al ángel de las aguas que decía: “Justo
eres, (Tú que tienes por nombre) el que Es y el que Era, el Santo,
porque ésto has juzgado. Porque sangre de
Santos y Profetas derramaron y sangre les has dado a beber: dignos son”.
Y ya antes, en el mismo capítulo, había indicado que las
7 Copas eran contra ellos:
1-2: “Y oí una gran voz del santuario que decía a los siete ángeles: “Id y
derramad las siete copas del furor de Dios, en la tierra”. Y fue el primero y derramó su copa en la tierra
y se produjo una úlcera fea y mala sobre los hombres, los que tienen la marca
de la Bestia y los que se postran ante su imagen”.
Y luego:
Apoc. XVIII, 23-24: “Y luz de lámpara no
alumbrará en tí ya y voz de esposo y esposa no se oirá en tí ya, porque tus
mercaderes eran los magnates de la tierra, porque con tu hechicería fueron
engañadas todas las naciones. Y en ella sangre de profetas y santos fue hallada
y de todos los que fueron degollados
sobre la tierra”.
A lo que podríamos agregar el lugar donde se
para el ángel del cap. X:
Apoc. X, 2.5-8: “Y teniendo en su mano un librito abierto; y puso
su pie, el derecho, sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra (…) Y
el ángel que vi estando de pie sobre el mar y sobre la tierra, alzó
su mano, la diestra, al cielo, y juró por el Viviente por los siglos de los
siglos - que creó el cielo y lo que hay en él y la tierra y lo que
hay en ella y el mar y lo que hay en él -: "Tiempo ya no habrá",
sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando vaya a trompetear,
también se consumó el misterio de Dios como evangelizó a sus siervos los
profetas. Y la voz que oí del cielo, (la oí) de nuevo hablando conmigo y
diciendo: “Ve, toma el libro, el abierto, (que está) en la mano del ángel, el que está de pie sobre el mar y
sobre la tierra”.
i) Por
si fuera poco, parecería que un grupo de hombres dice relación directa a
Babilonia: los Mercaderes.
Apoc. XVIII, 11: “Y los mercaderes de la tierra
llorarán y se lamentarán por ella, porque su cargamento nadie compra ya”.
Apoc. XVIII, 23-24: “Y luz de lámpara no
alumbrará en tí ya y voz de esposo y esposa no se oirá en tí ya, porque tus mercaderes eran los magnates de la
tierra, porque con tu hechicería fueron engañadas todas las naciones. Y en
ella sangre de profetas y santos fue hallada y de todos los que fueron
degollados sobre la tierra”.
j) El primer ángel de Apoc. XIV
parece predicar a todo el mundo y a
Babilonia:
6-7: “Y
vi otro ángel volando en medio del cielo, teniendo un Evangelio eterno para
evangelizar a los sentados sobre la tierra y a toda nación y tribu y lengua
y pueblo, diciendo con voz grande: “Temed a Dios y dadle gloria, porque ha
llegado la hora de su juicio” y “Postraos ante el que hizo el cielo y la tierra
y mar y fuentes de aguas”.
Donde vemos una distinción entre “la tierra” y
“toda nación, etc”. Y no se diga que el “y” debería traducirse como “esto es”
como ocurre en algunos casos, porque en el pasaje paralelo del cap. XI vemos bien diferenciados ambos
grupos como ya algo insinuamos AQUI
en la nota 1.
Por otra parte, el término “los que están
sentados sobre la tierra” parece aludir inequívocamente a Babilonia que dice de
sí:
Apoc. XVII, 1.3.9.15: “Y
vino uno de los siete ángeles, de los que tienen las siete copas, y habló
conmigo diciendo: “(Ven) aquí: te
mostraré el juicio de la ramera, la grande, la sentada sobre aguas muchas… Y me llevó a un desierto en espíritu
y vi una Mujer sentada sobre una Bestia
escarlata, llena de nombres de blasfemias, que tiene cabezas siete y
cuernos diez… Aquí el entendimiento, el que tiene sabiduría: las siete cabezas, siete
montes son, donde la mujer está sentada sobre ellos… Y me dice: “Las aguas que viste,
donde la ramera está sentada, pueblos y multitudes son y naciones y
lenguas”.
[1] Leemos, por ejemplo:
Apoc. VI, 10-11: “Y clamaron con voz
grande diciendo: “¿Hasta cuándo Soberano, santo y verdadero, no juzgas y (¿esto es?)
vengas nuestra sangre de los que habitan sobre la tierra?”. Y se les
dio a cada uno una túnica blanca y se les dijo que descansen todavía poco
tiempo hasta que se completen sus consiervos
y sus hermanos, los que van a ser matados como
ellos también”.
Apoc. XIX, 2: "… porque verdaderos y justos (son) sus juicios,
porque ha juzgado a la ramera, la grande, que corrompía la tierra
con su fornicación y ha vengado la sangre de sus siervos, de su mano”.