Réplica de Mons. Fenton
Tanto la tesis cuestionada por el P. Brosnan como
las dificultades que alega son demasiado importantes como para exigir una
precisa reflexión. Para este fin voy a citar cuatro destacadas objeciones del
eminente teólogo inglés y luego adjuntar a cada una su propia respuesta.
Primera
objeción
del P. Brosnan:
“Su argumento es ingenioso,
pero no está libre de ambigüedad. Por ejemplo, dice: “La Iglesia es el Cuerpo
Místico de Cristo”. Esto es, por supuesto, muy cierto.
Pero la Iglesia consiste de
un “alma” y de un “cuerpo”. No sería
cierto decir que todos los que pertenecen al “alma”, pertenecen también al
“cuerpo” o viceversa. En esta o similares ambigüedades parecen radicar las
dificultades y debilidades que entran en su argumento”.
Respuesta.
La sentencia a la que se refiere el P. Brosnan puede
parecer ambigua sólo a aquel que considera al “alma” y al “cuerpo” como dos
iglesias o grupos diferentes, a alguna de las cuales se le puede aplicar el
nombre “Cuerpo Místico de Cristo”. Así manifiesta Felder la verdad que aclara el fundamento de esta dificultad.
“El alma y el cuerpo de la Iglesia no son dos Iglesias, una invisible y
la otra visible, sino que constituyen una Iglesia tanto visible como viva”[1].
Esta única Iglesia puede designarse como el Cuerpo
Místico de Cristo sin ambigüedad o equivocación.
Segunda
dificultad
del P. Brosnan:
“Cuando el P. Fenton
escribe: “
“La cualidad permanente que
nos constituye como miembros de la Iglesia es el carácter del Bautismo”
Las dificultades surgen
inmediatamente. Difícilmente puede
mantenerse que el carácter del Bautismo nos hace miembros de la Iglesia.
Muchos de los que no tienen el carácter bautismal, puesto que están en estado
de gracia, pertenecen al alma de la Iglesia y son por lo tanto miembros de la
Iglesia. Muchos también que tienen carácter bautismal no pertenecen al “cuerpo”
de la Iglesia, como los herejes, cismáticos, vitandi excommunicati; si éstos no están en estado de gracia, no
son miembros de la Iglesia en modo alguno”.
Respuesta.
Esta es la
décima tesis en el De Ecclesia de
Billot:
“Lo que se requiere en primer lugar y principalmente para que alguien
sea miembro de la Iglesia es el carácter bautismal, el cual no meramente
putativo sino recibido realmente. De hecho, es tanta la virtud de este
carácter, que a menos que algún bautizado impide en acto su eficacia, agrega
siempre al hombre a la unidad del cuerpo de la Iglesia católica. Por lo tanto,
todos aquellos que todavía no tienen el uso de razón, de cualquier manera y por
cualesquiera personas que hayan recibido realmente el sacramento del bautismo,
por el mismo hecho están numerados entre los verdaderos miembros del cuerpo”[2].
Los teólogos
tradicionales reservan la designación “miembro de la Iglesia” para aquellos que
poseen el carácter del Bautismo, excluyendo incluso los catecúmenos.
Así Herrmann escribe:
“Los catecúmenos, aunque
crean de corazón y profesen externamente la fe y se sometan a los legítimos
pastores, no son enumerados entre los miembros de la Iglesia”[3].
Tercera
objeción
del P. Brosnan:
“No parece correcto afirmar,
como lo hace el P. Fenton, que “aquel que posee el carácter bautismal pertenece
a una organización que rinde culto a Dios como instrumento de Cristo” ni que
“la doctrina tomista sobre el carácter sacramental nos da las bases para un
concepto propiamente dinámico del Cuerpo Místico” – Es digno de notar que Santo
Tomás no menciona “carácter sacramental” en su hermoso tratamiento del Cuerpo
Místico de Cristo en la Summa Theologica,
en la tercera parte, cuestión octava, artículo tercero. Por lo tanto, es muy
difícil ver cómo las afirmaciones del P. Fenton son ora correctas, ora que
correctamente expresen la enseñanza de Santo Tomás”.
Respuesta:
Negar que la Iglesia viva y visible, la organización
de la cual son miembros sólo los que poseen el carácter bautismal, es una
organización que rinde culto a Dios como instrumento de Cristo, es ciertamente
expresar una eclesiología inconsistente con la del artículo en cuestión. La preocupación del P. Brosnan para
acentuar la distinción e incluso la separación entre el “cuerpo” y el “alma” de
la Iglesia parece haber obscurecido en este caso su apreciación de la Iglesia
como una organización visible, alcanzando un fin determinado a través de un
procedimiento muy determinado. A propósito, el tratamiento de Santo Tomás del
Cuerpo Místico de ninguna manera se reduce al artículo que se refiere el P.
Brosnan.
Cuarta dificultad del P. Brosnan.
“Es muy difícil ver, pues,
que las afirmaciones del P. Fenton representen fundamentalmente la enseñanza de
Santo Tomás o incluso la enseñanza básica de Trento. Dicho sea de paso, no
parece usar correctamente las palabras del Concilio en el siguiente pasaje.- Es
difícil, pues, ver que el P. Fenton le da el correcto significado a esta cita.
Trento parece contradecir también la visión del P. Fenton”.
Respuesta.
El pasaje en cuestión es aquel en que se usaron las
palabras del Concilio de Trento (Sesión 22, capítulo 6) en el artículo. La dificultad del P. Brosnan no es más que
su mala traducción de las palabras del Concilio. Lee el texto de tal forma que
supone que los Padres urgen al pueblo a comulgar espiritualmente en la Misa, y
al sacerdote a celebrar como ministro público, no sólo para él mismo sino por
todos los fieles que pertenecen al Cuerpo de Cristo. En realidad, el Concilio
aprueba y recomienda las Misas en las que solamente el sacerdote comulga, dado
que deben ser consideradas comunes, “en parte porque el pueblo comulga espiritualmente en ellas, y en parte porque son celebradas por un ministro
público de la Iglesia, no sólo para él mismo, sino por todos los fieles que
pertenecen al Cuerpo de Cristo”. Una ojeada al texto del canon muestra
evidentes pruebas que toda Misa es, de hecho, ofrecida a favor de todos los
miembros de esa Iglesia, de la cual el acto propio y perfectivo es el
sacrificio Eucarístico[4].
Podemos admitir tranquilamente que la traducción que el P. Brosnan hace de
Trento parece contradecir la doctrina presentada en “El Acto del Cuerpo
Místico”.
[1] “Anima et corpus ecclesiae non sunt duae
ecclesiae, altera invisibilis, altera visibilis, sed constituunt unam ecclesiam
visibilem simul et vivam”. Felder Hilarinus: Apologetica sive Theologia Fundamentalis, Paderborn 1923, Vol. II,
pag. 40.
[2] “Id quod primo et principaliter requiritur ut quis
sit Ecclesiae membrum est character baptismalis, isque non putative tantum, sed
in rei veritate susceptus. Porro tanta est vis huius characteris, ut nisi
aliquo ipsius baptizati actu haec eius efficacia impediatur, semper aggreget
hominem unitati corporis Ecclesiae Catholicae. Ideo illi omnes qui usum
rationis nondum adepti, quocumque tandem modo et a quibuscumque sacramentum
baptismatis vere acceperunt, ipso facto inter vera corporis eius membra
numerantur”. Billot,
Ludovicus, S.I.: Tractatus de Ecclesia
Christi, 5ª ed., Roma, 1927, Vol. I, p. 288.
[3] “Catechumeni, etiamsi corde credant
et fidem exterius profiteantur, atque legitimis pastoribus subjicantur, inter
Ecclesiae membra non sunt computandi”. Herrmann: Institutiones Theologiae Dogmaticae, 7º ed., París, 1937, Vol. I,
p. 345.
[4] Como indicio de la verdadera traducción,
cf. Dictionnaire de Théologie Catholique,
vol. X, parte 1, col. 1138.