7. Y el Viviente, el primero semejante a un león y el segundo Viviente
semejante a un becerro y el tercer Viviente tiene el rostro como de hombre y el
cuarto Viviente semejante a un águila que vuela.
Comentario:
En Ez. I, 10 el orden es: hombre, león, becerro, águila.
Rosenmuller (citado por Crampon en su edición de Alápide):
“El R. Abin, conocido como R. Anhu dice: Cuatro son los que tienen el principado en este mundo. Entre todos, el hombre;
entre las aves el águila, entre los animales que pacen el toro y
entre las bestias el león. Cada uno de ellos tiene su reinado y una
cierta magnificencia; están puestos bajo el trono de la majestad divina”.
Wikenhauser: "El hecho de que sean designados como seres
vivientes, en parte semejante a determinados animales, o especies de animales,
y en parte al hombre, parece sugerir la
idea de que en ellos se vé simbolizada la vida de las criaturas en el estado de
incorruptibilidad propio del paraíso. Concretamente, el león simboliza lo más noble, el toro lo más fuerte, el hombre lo más
inteligente y el águila lo más veloz de cuanto hay en el mundo".
Alápide: “Digo, pues, que estos cuatro animales son
literalmente los mismos que vio Ezequiel en el cap. I y que por
lo tanto son los cuatro ángeles primarios, acompañantes, príncipes y
administradores de Dios, con respecto al cuidado de la Iglesia y a la salvación
y régimen de todos los hombres (…) en segundo lugar porque están
próximos al trono de Dios y los que están junto a Él son ángeles. Tercero,
porque están llenos de ojos y tienen seis alas, las cuales significan ángeles
velocísimos. Además, cantan perennemente el “Sanctus”, por lo tanto, son
parecidos a los Serafines de Isaías, como diré luego. También en el cap.
VI llaman a Juan y le dicen
“Ven y mira[1]” y le muestran
los cuatro caballos, que representan cuatro estados futuros de la Iglesia.
Estos son oficios de ángeles, que presiden el gobierno de la Iglesia: Dios
suele dar las profecías sobre la Iglesia e iluminarlos por medio de los ángeles
que presiden sobre ellos, como consta por lo que sigue y por el profeta Daniel”.
Jünemann: “Estos cuatro seres misteriosos, parecen ser
querubines, de figura humana, y de faz como reflejando los cuatro seres más
excelentes de la creación visible, símbolos a su vez: el león, de la fuerza
y majestad de Dios; el becerro, de su beneficencia; el hombre, de su belleza;
el águila, de su sublimidad”.
8. Y los cuatro Vivientes, cada uno de ellos teniendo alas seis, alrededor
y dentro llenos de ojos; y reposo no tienen día y noche, diciendo: "Santo,
Santo, Santo, Yahvé Dios, el Todopoderoso, el que era y el que es y el que
viene”.
Comentario:
Straubinger: “Los innumerables
ojos (v. 6; Ez. I, 18) significan su
sabiduría; las alas, la prontitud con que cumplen la voluntad de Dios. Más
tarde se comenzó a tomar los cuatro animales como símbolos de los cuatro
Evangelistas. Su himno es el Trisagion (Is. VI, 3; cf. Enoc XXXIX,
12).
Straubinger: "Que viene: aquí se
trata del Padre (v. 3). Cf. XXI, 3".
Allo: “ὁ ὢν καὶ ὁ ἦν καὶ ὁ ἐρχόμενος” ver I, 8 y
remarcar el cambio de los dos primeros miembros”.
Allo: “Seis
alas: cfr. los Serafines de Is. VI, 2; los ojos: cfr. Ez.
X, 12; El Trisagion: cfr. Is. VI, 5”.
Wikenhauser: "Cada uno de estos cuatro seres tiene seis
alas, de las cuales las dos del centro, como en los serafines de Is. VI, 2, están abiertas para volar.
Por la parte exterior como por la interior, las alas están completamente
cubiertas de ojos, como para expresar que nada escapa a su mirada".
Alápide: "Dentro, esto es dentro de las alas, como si dijera: tanto dentro como fuera de las
alas, tanto en lo interior como en lo exterior están llenas de ojos. Y así
opone alrededor a lo que sigue: dentro. Puesto que
"dentro" es lo mismo que interior, intrínseco, dentro de las alas, se
sigue que alrededor es lo mismo que exterior, fuera de las alas, afuera".
San Victorino: “Seis alas: por lo tanto, en total hacen 24 alas que son la misma
cantidad que los Ancianos que seden sobre los tronos”.
Bartina: "Cada uno de ellos tiene seis alas “alrededor,
y por dentro, llenos de ojos”. Esta frase es una crux interpretum.
En el v. 8 el sujeto neutro (cuatro
vivientes) tiene un verbo en plural (están llenos de ojos), con
que se repite lo que se ha dicho (v. 6
por delante y por detrás), pero ahora añadiendo, incomprensiblemente, alrededor
y por dentro. De ahí que prefiramos aplicar la palabra alrededor a
las alas (por faltarle el kai que antecede como de costumbre y por
haberlo supuesto así Primasio y Victorino). Las seis alas están en torno a sus cuerpos, y dentro de ellas, al
abrirlas, aparece también una plenitud centelleante de lentejuelas. Al
menos sea ésta la explicación más probable, mientras no se dé con otra
mejor".
Bartina: "Por
los datos que anteceden y por otros que irán apareciendo, en sus actuaciones
diferentes y en su oficio de alabar a Dios, puede decirse con seguridad que esos cuatro vivientes son un orden elevado
de ángeles. Son los portadores del
trono divino. No son copartícipes del trono, como el Cordero-Jesús (V, 6; XXII,
1.3), sino asistentes al trono (…) Son
una síntesis de los querubines y de los ofanines de Ezequiel (Ez. I, 5-21; X,
20 ss) y de los serafines de Isaías (Is. VI, 2-6) (…) En la visión apocalíptica están en torno al trono de Dios, porque está
en reposo; cuando de alguna manera se ha de trasladar de un sitio a otro, ellos
forman su carro veloz como las alas de los vientos, según las visiones de
Ezequiel".
[1] Alápide sigue la Vulgata,
pero el original no dice “y mira”.