lunes, 6 de octubre de 2014

El Discurso Parusíaco XV: Respuesta de Jesucristo, X. El Juicio de las Naciones y la Parusía (I de III)

El Discurso Parusíaco XV: Respuesta de Jesucristo, X.

El Juicio de las Naciones y la Parusía (I de III)


Mateo XXIV

29 "Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor y los astros caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
30 Y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande.
31 Y enviará sus ángeles con trompeta de sonido grande, y juntarán a los elegidos de El de los cuatro vientos, de una extremidad del cielo hasta la otra.


Marcos XIII

24 "Pero en aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor,
25 y los astros estarán cayendo del cielo, y las potencias que están en los cielos serán sacudidas.
26 Entonces verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria;
27 y entonces enviará los ángeles, y congregará sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo.”


Lucas XXI

25 "Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad de las naciones, a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de sus olas).
26 Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
27 Y entonces es cuando verán al Hijo del hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria.
28 Más cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza porque vuestra redención se acerca.


Zerwick:

Lc. (25) συνοχὴ (ansiedad): “angustia en la cual el hombre no sabe dónde huir”.

Lc. (28) ἀπολύτρωσις (redención): “liberación, redención (a saber, escatológica e íntegra)”.

Mc. (27): “ἀπἄκρου γῆς ἕως ἄκρου οὐρανοῦ (desde la extremidad, etc): “En primer lugar se expresa la universalidad del espacio en sentido horizontal y luego en sentido vertical”.


Fillion:

Lc. (25): “In terris, opuesto a los signos en el cielo. En el griego ἐπὶ τῆς γῆς, en singular. Hay que notar que el artículo ha sido puesto solamente antes de la palabra γῆ (tierra) y que no acompaña a ninguno de los diez substantivos que siguen”.


Vuelven a juntarse aquí los dos discursos que, como quedó dicho, se dividieron al comienzo, si bien la similitud versa sobre la temática y no sobre el momento y lugar en que fueron pronunciados. De hecho se pueden observar todavía importantes diferencias.


Comienza la última parte del discurso que nos pone de lleno en la Parusía. Toda esta perícopa se divide en dos partes: la primera versa directamente sobre las señales de la naturaleza que se verán tanto en el cielo como en la tierra (juicio de las naciones), y la segunda nos describe sin más la Segunda Venida y el recogimiento de los elegidos.

Será bueno tener presente las diferencias entre ambos discursos. Lc nos habla en general sobre señales en el sol, la luna y las estrellas pero sin especificar en qué consistirán las mismas, mientras que Mt y Mc nos las explicitan: “El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor y los astros estarán cayendo del cielo”. Hay otra señal en la natura común a los tres sinópticos y es la conmoción de las potencias de los cielos y Lc nos trae la consecuencia de todos estos fenómenos, a saber: ansiedad de las naciones y desfallecimiento de espanto por parte de los hombres.
Con respecto a la segunda parte, es decir a la Parusía estrictamente hablando, Lc calla lo referido a la congregación de los elegidos y en su lugar inserta una frase un tanto enigmática que parecería no ir dirigida a los mismos elegidos de los que hablan los otros dos sinópticos.

Vamos por partes. Lo primero que debe tenerse en cuenta en toda esta descripción es que todo esto sucederá inmediatamente después de la gran tribulación, es decir, una vez que haya sido destruido el reinado del Anticristo. La razón desto es que habiendo sido preguntado Nuestro Señor sobre los signos y tiempos de su Parusía, responde detallando la septuagésima semana de Daniel (IX, 27) dividiéndola claramente en dos partes iguales, como lo hace el ángel San Gabriel al profeta Daniel en la célebre profecía y tal como puede dividirse el Apocalipsis mismo: IV, 1-X, 1:

a) La primera mitad de la septuagésima semana abarca los versículos 4-14 en San Mateo y 5-13 en San Marcos, que coinciden, como ya quedó apuntado, con los primeros cinco sellos del Apocalipsis.

b) La segunda mitad de la septuagésima semana abarca los versículos 15-28 en San Mateo y 15-23 en San Marcos.

Nótese cómo el discurso que trae San Lucas calla todo lo referido a la septuagésima semana de Daniel, diciendo: “Jerusalén será pisoteada por gentiles hasta que el tiempo de los gentiles sea cumplido”, pasando sin más de la destrucción de Jerusalén en el año 70, al gran Día del Señor, es decir, explicitando el versículo 26 de la célebre profecía de Daniel, que abarca desde la muerte del Mesías hasta antes del comienzo de la septuagésima semana. Este versículo de Daniel es llamado por los exégetas intervalo.

Con respecto a la segunda parte de la perícopa los textos de Mt y Mc difieren del de Lc, en cuanto a los términos, ¿pero difieren también en cuanto al sentido? Creemos que la pregunta debe responderse por la afirmativa. Veamos:

En primer lugar analicemos los textos de Mt y Mc.

Como puede apreciarse San Mateo agrega algunos detalles al texto de San Marcos, a saber: por un lado la señal del Hijo del Hombre en el cielo y la lamentación de las tribus de la tierra y por el otro el sonido grande de trompeta.
 Como ya quedó apuntado más arriba, el uso del adverbio τότε, usado tan frecuentemente en Mt, indica muchas veces una unión literaria y no una secuencia temporal. En los vers. 9, 10, 14, 40 y 30 (en dos oportunidades) Mt usa el adverbio τότε sin que sea usado por Mc. En los cuatro primeros casos es claro por  lo dicho antes que se trata de un agregado de Mt y no del texto original, y no hay razón para exceptuar los dos casos del vers. 30,[1] razón por la cual no creemos necesario explayarnos en su significación, tan discutida por los exégetas, por otra parte.
La otra diferencia radica en la mención del sonido de la gran trompeta que precederá la recolección de los elegidos en la Parusía. Aquí, a diferencia de lo dicho anteriormente, creemos que el texto es genuino y que fue Mc. el que lo omitió en su Evangelio ya que es un término de gran significado para el pueblo judío y que podía causar extrañeza a las mentes latinas a las cuales se dirigía.

Oñate comenta: “Este detalle de la trompeta se halla tan sólo en la relación de S. Mt. Es una imagen que debe su origen a la costumbre de convocar a reunión a son de trompeta (Num. X, 2; Joel II, 15; Mt. VI, 2) y es aptísima para este lugar, puesto que trae a la memoria la gran congregación figurativa del pueblo de Israel (Is. XXVII, 13); el comienzo de las fiestas de la Expiación y del Jubileo (Lev. XXIII, 24 y XXV, 9); la convocación militar para las batallas (Is. XVIII, 3; Sof. I, 16-17; Zac. IX, 14, etc.) y la majestad de Dios, aparecida en el Sinaí (Ex. 19, 16.19)”.

Énfasis nuestro.

Como puede apreciarse, la trompeta poseía en el AT un significado preciso y muy especial para el pueblo judío; simbolismo que se ha de plasmar en la segunda venida “al son de la trompeta de Dios” (I Tes. IV, 16).

a) Convocar a reunión: esto se cumple con lo que sigue en el discurso “y juntarán a los elegidos…”.

b) Comienzo de las fiestas de Expiación y Jubileo: la Segunda Venida, que cierra la septuagésima semana de Daniel (IX, 24) ha de cumplir todo lo profetizado allí por el ángel Gabriel: “setenta semanas están decretadas para tu pueblo y para tu ciudad santa, a fin de acabar con la prevaricación, sellar los pecados y expiar la iniquidad, y para trae la justicia eterna, poner sello sobre la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos”, mientras que el Jubileo es una fiesta aptísima para significar los efectos de la Parusía.
En Lev. XXV, 8 ss leemos: “Contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que el tiempo de las siete semanas de años vendrá a sumar cuarenta y nueve años. Entonces en el mes séptimo, el diez del mes, haréis sonar la trompeta sonora; en el día de la Expiación haréis resonar la trompeta por toda vuestra tierra. Santificaréis el año quincuagésimo, y proclamaréis en el país libertad para todos los habitantes…” y Steinmueller, citado por Straubinger comenta: “El año jubilar es un tipo de la “restauración de todas las cosas” (Hech. III, 21) al fin del mundo, cuando los hijos de Dios recibirán su herencia entera y la libertad completa”.

c) Convocación militar para las batallas: en este caso la convocación no es para una batalla futura sino para reinar después de haber terminado la batalla con el Anticristo y el Juicio de las Naciones.

d) La majestad de Dios aparecida en el Sinaí: lo cual es una imagen clara de la aparición de Nuestro Señor “… y le verá todo ojo, y los que le traspasaron” (Apoc. I, 7).




[1] Entiéndase bien lo que se quiere decir. No afirmamos que estos textos sean inventados por Mt sino que corresponden a sentencias del mismo Jesús dichas en diversas oportunidades y que Mt las trae aquí debido a la afinidad de materia