1. Revelación de Jesucristo, que Dios le
dio para mostrar a los siervos suyos lo que debe suceder pronto, y significó
por medio del Ángel suyo que envió al siervo suyo, Juan;
III) Para mostrar a los
siervos suyos
Dificultades:
1) ¿Quién es el encargado de mostrar?
2) ¿Quiénes son los siervos?
3) ¿De quién son siervos?
La primera pregunta es la más fácil de todas y no suscita mayores
controversias. El encargado de mostrar es Jesucristo, como se ve
por las palabras que preceden y por lo que hemos dicho más atrás.
Para la segunda pregunta ayudará mucho (re)leer lo que ya dijimos
antes al hablar deste grupo del Apocalipsis AQUI.
Para resumirlo veamos la siguiente lista:
δούλοις (Siervos):
I,
1:
VII,
3: 144.000
sellados de Israel.
X,
7: Profetas (Dos
Testigos más Mártires del quinto Sello).
XI,
18: Profetas y
Santos (Mártires del Anticristo[1]).
XIX,
2.5: Mártires
del Anticristo.
XXII,
3: Profetas,
Mártires del quinto Sello y del Anticristo (esto nos parece lo más
probable).
Teniendo
en cuenta todos estos pasajes, no nos parece descabellado pensar que tanto en I,
1 como en XXII, 6 (que se refieren a lo mismo) se habla de los dos
Testigos y tal vez también de los Mártires del quinto Sello y del Anticristo,
¿y por qué no de los 144.000 sellados del capítulo XIV?
Sea lo
que sea de todos estos grupos, nos inclinamos a pensar que sin dudas deben
estar aludidos aquí los dos Testigos[2],
los demás nos parecen simplemente posibles.
El uso
del pasado no debe presentar dificultad puesto que es un caso más del llamado
“pasado profético”.
Seguramente
a medida que avancemos se verá un poco mejor este tema.
La
tercera pregunta la trataremos de resolver hacia el final cuando tratemos de
los otros dos usos del pronombre “suyo”, referidos al ángel y a Juan.
Apéndice: el uso del verbo mostrar
a través del libro.
Al
observar el uso de la palabra δεῖξαι (mostrar) en el Apocalipsis
podemos notar algo interesante y es que siempre se usa a partir de las
revelaciones del cap. IV, y referidas ora a la septuagésima semana
daniélica ora al Milenio.
I,
1: se le muestra
“las cosas que deben suceder pronto”.
IV,
1: “Después de esto tuve una visión y he aquí una
puerta abierta en el cielo, y la voz, la primera que yo había oído, como de
trompeta hablar conmigo, dijo: “Sube acá y te mostraré lo que debe suceder después de esto”.
XVII,
1: “Y vino uno
de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo diciendo: “Ven
acá; te mostraré el juicio de la ramera grande, la que está sentada
sobre muchas aguas…”.
XXI,
9-10: “Y vino
uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas
postreras, y habló conmigo diciendo: “Ven acá, te mostraré la novia, la
esposa del Cordero…”.
XXII,
1: “Y me
mostró un río de agua de vida, claro como cristal, que sale del trono de
Dios y del Cordero…”.
XXII,
6.8: “Y me dijo: “estas
palabras son fieles y veras, y el Señor, el Dios de los espíritus de los
profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo que debe suceder
pronto… Yo, Juan, soy el que he oído y visto estas cosas. Y
cuando las oí y vi, caí ante los pies del ángel que me las mostraba, para postrarme
ante él”. (Misma referencia
a I, 1).
Como
puede verse, el uso del verbo “mostrar” se refiere siempre a las visiones del capítulo
IV en adelante, las cuales coinciden con la tercera parte de la primer y
básica división que encontramos en el libro, tal como lo dejamos dicho AQUI. Ahora bien, si siempre se usa
este verbo para las visiones que siguen al capítulo IV, es decir de todo
lo que sucede a partir de la septuagésima semana, entonces nos parece lógico concluir
que lo que Jesucristo le muestra a los siervos es todo lo relativo a ese
período.
A la
misma conclusión nos van a llevar los versículos siguientes.
IV) Lo que debe
suceder pronto
Sobre
el uso del adverbio ἐν τάχει y las dificultades que presenta ya hemos hablado en otra oportunidad.
Cfr AQUI.
Si los términos “vengo pronto”, “lo que debe suceder pronto” y “el
tiempo está cerca” se refieren a la septuagésima semana de Daniel y no a
la Parusía, entonces vemos una vez más que el término “revelación” no puede
aplicarse a la Parusía sino que debe referirse a la profecía sobre la última
semana escatológica.
Allo comenta: “El contenido desta revelación es “lo que debe (δεῖ, a causa de la infalibilidad de los decretos
divinos) suceder ἐν τάχει (pronto)”.
Y luego especifica aún más diciendo:
“ἃ δεῖ… (las cosas que deben…) debe ser considerado
como una aposición a ἣν (que Dios le dio, etc). Esta
construcción puede parecer dura, pero se encuentra en el versículo siguiente,
en donde ὅσα (todo lo cual) es una
aposición a λόγον (palabra) y a μαρτυρίαν (testimonio). El pronombre ἣν (que) es también régimen de ἐσήμανεν (significó)…”[3].
Continuabitur
[1] En el artículo citado no incluímos a lo
Mártires del quinto Sello por creer que la venganza por la sangre derramada
contra ellos tuvo lugar por medio del juicio de las Trompetas, mientras que
aquí sucede el juicio de las Copas, el cual será como consecuencia de la sangre
derramada por el Anticristo (dos Testigos, Mártires del Anticristo
y los temerosos de Dios).
[2] Tal vez los que ven a Moisés como uno de
los dos Testigos encuentren aquí alguna pequeña base para su defensa ya que en XV,
3 los Mártires del Anticristo cantan “el cántico de Moisés, siervo
de Dios”.
En lo
personal esta interpretación no nos convence ya que nos parece irreconciliable
con Jud. 9.
[3] Luego también agrega las siguientes referencias:
“ἃ δεῖ γενέσθαι (lo que debe suceder):
Cfr. IV, 1; XXII, 6; Dan. II, 28-29”.
“ἐν τάχει (pronto):
Cfr. XXII, 6; ταχύ: II, 16; III, 11; XXII, 7.12.20, por
similitud de sentido”.